¿Alguien que sienta lo mismo?

Presente El aroma de su m*****o me hace querer desear más que solo chuparlo. Cada parte de mi cuerpo esta excitada a causa de esa sustancia tan suave y relajante que él me hizo inhalar. Labios. Manos. Cuerpos. Sensaciones. ¡Necesitaba placer! Siento sus manos conducirme a su boca, me hace sentarme sobre su dureza. La boca le sabe a deseo, sus labios comienzan a resbalar por mi pecho, se siente tan bien estar desnudos y abiertos para el sexo completo. — ¿Te gusta? —su boca esta sobre la mía, me aprieta a su cuerpo y las ganas que tiene me hacen soltar un gemido. — ¡Si! ¡Me encanta! Sus labios comienzan a trazar un camino hasta el centro de mis latidos, siento su tacto demasiado intenso y mis poros se abren para poder darle mis sensaciones. La humedad de su lengua me hace arquear la espalda, me prendo más cuando muerde las coronas de mis pechos y deseo más. Le aprieto a mí, quiero que no se detenga y le abrazo con todas mis fuerzas. ¡Esa forma de tocarme es la que más me gusta! Su cuerpo debajo del mío, me he sentado para poder cabalgar su placer. — ¿Me quieres? — ¡Te quiero! Su boca sube hasta mi cuello. — ¿Me deseas? — ¡Te deseo! Su nariz me roza la mejilla derecha. ¡Me está torturando demasiado! — ¿Qué deseas? — ¡A ti! Te deseo a ti. — ¡Pídemelo! Acerco mi boca a su oreja, muerdo el lóbulo y me aprieta más. — ¡Cógeme! Mi culo estaba sobre su m*****o, listo y con ganas de poder cenar esta noche. Él esta duro, fuerte, grande y demasiado caliente. ¡Lo necesitaba! — ¿Qué quieres? — ¡Quiero que me la metas! — ¿Qué quieres? — ¡Quiero que me la metas! Y en un movimiento rápido me hizo estar debajo de él. La humedad apareció en mi cuerpo como señal de querer recibirlo. Mis piernas abiertas, veo como masturba su pene hasta enrojecerse a un punto más grande de pasión. — ¿Quieres que te folle? Me muerdo los labios, mi corazón late de ganas y el fuego esta en nosotros. — ¡Quiero! El látex envolvió su piel, se acercó a mi toda fuerza, sus dedos juguetearon conmigo y la humedad de su saliva. Abrí más mis piernas y nunca deje de mirar sus ojos. — ¡Serás mi puta! La punta de su erección toco mi entrada, se deslizo suavemente, enarco sus cejas y se hundió en la oscuridad del sexo. — ¡Ahhhgg! —Gemí sin control. Me aferre a las sabanas, me entregue a él y lo disfrute mucho. Sus movimientos, esa pelvis que bombeaba la energía de su placer, me tomo de las muñecas, su lengua recorría mi pecho y es que esto ¡era la gloria! — ¿Te gusta? — ¡Me gusta! — ¿Quieres más? — ¡Dame todo! Se apoyó de mis hombros para entrar y salir sin abandonar mi cueva. Le abrace con mis piernas, sus manos me hacían subir al placer y nuestras respiraciones eran un mar de sensaciones. En la cama están dos cuerpos al natural, prenda por prenda se arrancó hasta llegar al dorado de dos pieles dispuestas a intercambiar secretos. Siento sus manos recorrer la curva de mi culo, me aprieta, me pongo en fuego vivo y mi respiración le pertenece. Me hace subir para cabalgarlo y yo me apoyo en su pecho. Mis manos se agarran, mi culo se sacude y me gusta, me encanta verlo disfrutar de mi cuerpo. Sentadillas, tensión interior, aprieto su m*****o y el gime. Me muevo. Abre la boca y me aprovecho de sus labios, le muerdo un poco, me besa fuerte. Sus brazos me pasan por la cadera y me aprietan. ¡Disfruta de mis movimientos! Suaves, duros, firmes, estrechos. — ¿Te gusta? — ¡Me encantas! — Quiero que me des tu orgasmo, lo deseo. — ¿Qué deseas? — ¡A ti! Sus dedos resbalan de mi espalda hasta llegar a mi culo. Se aferra ahí, me frena y comienza a sacudirse debajo de mí con mucha velocidad. ¡Le pertenezco! *** En la noche era cuando yo salía de mi mundo, escapaba de mi habitación y salía a dar placer a hombres por dinero. ¿Prostitución? Digamos que sí, pero no me gusta que usen ese término conmigo. ¿Entonces? ¡Solo soy un escort! ¿Por qué razón termine como escort? Esto que estas a punto de leer es la historia de porque mi oficio nocturno.