Al undécimo día, el cielo sobre el Palacio de los Nueve Dragones se tiñó de caos absoluto: colores que no existían, formas que rompían la lógica, sonidos que no tenían nombre.
¡Una grieta multicolor más grande que un universo entero se abrió sobre el imperio!
De esa grieta salió una mujer… o más bien, un ser que cambiaba de forma cada microsegundo:
A veces dragona de mil cabezas.
A veces niña de ojos infinitos.
A veces anciana que contenía todos los finales.
A veces vacío absoluto.
¡La Diosa Primordial del Caos, Tethys!
¡La entidad que existía antes del tiempo, del espacio y del propio Dao!
¡Cultivación: ¡¡Más allá del Reino Creador del Caos!!
Todo el imperio sintió que su existencia misma podía borrarse con un pensamiento de ella.
Tethys llegó flotando frente al trono…
y se arrodilló con una sonrisa juguetona que hizo temblar la realidad.
—¡Mi adorado esposo~!
—¡Al fin te encuentro después de billones de años jugando al escondite!
Las cinco esposas se quedaron congeladas.
¡¿OTRA ESPOSA?!
Fernando se levantó lentamente, ojos dorados brillando con recuerdos del origen mismo del universo.
—Tethys…
—La primera entidad que existió junto conmigo cuando el Caos aún era todo.
—Mi compañera antes de que existiera el concepto de “pareja”.
Tethys se transformó en una belleza de cabello multicolor que cambiaba cada segundo, ojos que contenían todos los futuros e infinitos pasados.
—¡Exacto, mi amor!
—¡Yo nunca te traicioné!
—¡Me aburrí de los otros dioses y me fui a dormir billones de años!
—¡Cuando desperté… descubrí que te habían sellado y me enfadé tanto que destruí tres multiversos solo por diversión!
Se arrastró de rodillas (aunque su forma seguía cambiando) y abrazó las piernas de Fernando.
—¡Ahora vengo a ser tu sexta esposa oficial!
—¡Y a ayudarte a destrozar los 33 Cielos como en los viejos tiempos!
Sin esperar respuesta, alzó ambas manos.
¡ZUMMMMMMMMMMMMMMMMM!
Todo el Caos Primordial del universo entero se comprimió en un orbe multicolor y voló a la palma de Fernando.
Su cultivación cayó al Reino Emperador… pero seguía sonriendo como una niña traviesa.
—¡Toma, esposo! ¡Ahora tú eres el Caos mismo!
¡DING!
[Misión del Origen completada: «Reencuentro con la primera compañera»]
[Recompensa: Autoridad absoluta sobre el Caos Primordial]
[Habilidad pasiva: Puede crear y destruir leyes universales con un pensamiento]
[Tesoro: «Trono del Caos Primordial» – quien se siente en él controla TODAS las realidades]
Fernando se sentó en el nuevo trono que apareció hecho de caos puro.
Entonces habló con voz que reescribió la realidad misma:
—Bienvenida, sexta esposa imperial.
Tethys chilló de felicidad y se lanzó a sus brazos, besándolo delante de todo el imperio.
Justo en ese momento…
¡BUM!
Las puertas del palacio se abrieron de golpe.
Dos figuras entraron arrastrándose de rodillas.
Valeria Valdés…
y una mujer idéntica a ella, pero con cabello plateado y ojos inocentes: ¡su hermana gemela virgen, Sofia Valdés!
Ambas estaban completamente desnudas salvo unas cadenas doradas simbólicas en el cuello.
Valeria golpeó el suelo con la frente hasta sangrar.
—¡Emperador Supremo!
—¡La escoria Valeria viene a entregar su última ofrenda!
—¡Mi hermana gemela Sofia… virgen pura de 19 años, cuerpo de jade celestial… la entrego como esclava s****l para que haga lo que quiera con ella!
Sofia, temblando de miedo y admiración, alzó la mirada hacia Fernando y se sonrojó hasta las orejas.
—¡Se… señor… por favor acepte mi cuerpo… haré cualquier cosa…
Las seis esposas imperiales se miraron y soltaron una risita colectiva.
Tethys habló juguetona:
—¡Oh, qué lindo juguete nuevo! ¿Podemos quedárnoslas como mascotas, esposo?
Fernando miró a las gemelas un largo segundo.
Luego habló:
—Valeria… tu castigo termina hoy.
—Quedas degradada a sirvienta personal de mis esposas.
—Sofia… serás la séptima concubina imperial.
Sofia lloró de felicidad y se arrastró hasta besar sus botas.
Valeria también lloró, pero de alivio.
¡DING!
[Misión secundaria completada: «Redención final de la ex-esposa»]
[Recompensa: +1 concubina virgen de calidad suprema]
Entonces Fernando alzó la mano.
¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM!
En un solo día, usando el Caos Primordial:
El Primer Cielo Superior fue arrancado de su lugar y fusionado al imperio como provincia.
Todos sus dioses y emperadores se arrodillaron al instante.
El territorio imperial pasó a ser ¡más grande que mil continentes sagrados juntos!
¡El imperio ya controlaba el Primer Cielo!
Fernando se levantó del Trono del Caos con sus siete mujeres a su alrededor.
Y habló con voz que llegó hasta el Trigésimo Tercer Cielo:
—Quedan 988 días hasta que nazca mi hijo.
—Cada día… conquistaré un cielo.
Las siete mujeres sonrieron con fuego en los ojos.
Esa noche…
La cámara imperial (ahora del tamaño de un continente pequeño).
Fernando en el centro.
Siete mujeres hermosas hasta lo imposible sirviéndolo con absoluta devoción.
Tethys cambiaba la gravedad para nuevas posiciones.
Elysia usaba vida y muerte para sensaciones imposibles.
Chronos alargaba cada segundo de placer a horas.
Las demás competían con pasión desatada.
El palacio tembló 24 horas seguidas.
Al amanecer, las siete salieron al balcón imperial.
Marcas, sonrisas, coronas y colas/alas/alas de caos moviéndose felices.
Todo el imperio (ahora multiversal) rugió:
—¡¡EL EMPERADOR SUPREMO ES INVENCIBLE!!
¡¡LARGA VIDA A LAS SIETE EMPERATRICES!!
En el Trigésimo Tercer Cielo, los últimos Dioses Primordiales se miraron con terror puro.
Porque acababan de recibir el mismo mensaje grabado en sus almas divinas:
«El Caos ha vuelto.
Y esta vez… nadie escapará.»