Capítulo 1: El Inicio.

1384 Words
Capítulo 1: El Inicio. Lia Banner Esto se esta volviendo una pesadilla de la cual no creo poder despertar, se a vuelto un deja vu el cual no parece tener un final y si lo hay no creo que sea bueno. Mi manos tiemblan sobre mis piernas, esta no es la primera en este hospital, pero hoy siento más angustia que todas las veces anteriores. Quería que cuando mi tío salga por la puerta de la habitación de mamá, me diga que ella esta mejor y que ya la puedo sacar de este sitio. Sin embargo su rostro me lo dice todo... - Hija... - susurra con pena - Cecilia tendrá que quedarse más tiempo en el hospital, tienen que hacer algunos análisis - informa tomando asiento a mi lado.  - ¿Le dijeron que tiene esta vez? - pregunto mirando hacia en frente - ¿El tratamiento es bastante costoso?  - Lia, sabes que el corazón de tu madre necesita de ese tratamiento y del trasplante para volver a ser el mismo - enuncia lo mismo que los médicos me han dicho estos tres meses.  - Tío, usted mismo es consciente de que he hecho de todo para conseguir el dinero del tratamiento, pero no es suficiente siempre sigue faltando - murmuro sobando mi rostro con mis manos.  - ¿Qué hay de tu trabajo? ¿Y el dinero ahorrado? - cuestiona tocando mi hombro.  - ¿Cuál dinero tío? Lo poco que logré reunir se gastó apenas ingresamos al hospital con mamá - anuncio sintiéndome inútil.  - Tranquila, vendrán tiempos mejores - asegura con voz relajante.  - ¿Cuándo será eso tío? Sólo pasamos en salas de espera, sin saber realmente que tiene mi madre - me levanto tomando el pequeño bolso que traje conmigo.  - Te vas - asiento, él intenta hablar pero me adelanto y le explico - ¿Estarás bien?  - Tengo responsabilidades tío, no se atenderán solas - comento mirando el pasillo que llevo conociendo desde hace siete meses - Pasaré a la universidad a recoger los apuntes de hoy y luego iré al trabajo.  - ¿A la pastelería o...? - arruga el entre cejo, molesto - Te he dicho que... - sacudo la cabeza interrumpiéndolo.  - Iré al bar tío, sé que no le gusta ese trabajo pero con el puedo pagar parte de los medicamentos de mamá - respondo con lo mismo de siempre.  Tener dos trabajos y las responsabilidades de la universidad encima no es para nada sencillo, pero por mamá haría eso y mucho más, sería más duro aún si no tuviera a Tamara, ella se convertido en mi apoyo, en mi mejor amiga, en alguien a quien puedo confiarle casi todo.  - Lia, ¿cómo estas? No te había visto de nuevo por aquí - comenta César, un compañero de último grado. - Lo sé, César, he estado un poco ocupada con asuntos personales - enuncia poniendo mi mejor sonrisa. - ¿Qué te trae hoy por aquí? - cuestiona con amabilidad.  - He venido por los apuntes de esta semana - le informo sonando un poco incomoda - Sé que posiblemente no la conoces pero... ¿Has visto a...? - él ríe sin dejarme terminar.  - ¿A tú amiga? - asiento - Claro, es la única persona capaz en la faz de la tierra de enfrentarse a Sara y dejarla sin palabras.  - ¿Se a peleado con esa bruja... perdón Sara otra vez? - pregunto preocupada - Ella esta bien... - él asiente y entonces suspiro tranquila.  - Ve a enfermería, ella esta allí - manifiesta recogiendo algo para entregármelo - Daselo a Tamara, dile que venga a verme cuando pueda.  - No es posible... - me observa confundido - Tam, ella ¿Te gusta, cierto? - ¿Perdona? - me cruzo de brazos - De acuerdo, puede que sí, no lo sé.  - ¿Qué es lo que quieres, César?  - A ella, es tan diferente y nunca se queda calla ante las injusticias - bajo la mirada un segundo y luego hablo.  - ¿Qué si eso es admiración y nada más? Si eso pasa Tamara saldrá mal de todo eso - reparo sosteniéndole la mirada.  - Por favor, no estoy seguro de nada ahora. Dale lo que te entregué y que Tamara decida - asiento y saldo de ahí. Tal y como dijo César, mi amiga esta en la enfermería quejándose de todo. Tiene puesto un vendaje en rodilla en el codo raspones los cuales una enfermera le esta curando. Toco la puerta y ambas si percatan de mi presencia.  - ¡Lia! Has que me deje ya, esto duele como el infierno - hace saber ella, entonces me río - No te quedes parada ahí, por Dios... ¿No ves que sufro? - Puedo verlo Tam - tomo las pequeñas vendas que debe colocarse en su codo y las pongo despacio - Eso era todo, ¿Por qué tan escandolo? - pregunto ayudándola a levantarse.  - ¡j***r! Me duele todo el cuerpo - exclama ella sacudiendo su ropa - ¿Dónde estabas? - pregunta alterada.  - Con mi madre, Tam, en el hospital - respondo cuando salimos del cuarto de enfermería.  - Oh, lo siento - murmura por lo bajo - ¿Sabes que...? - la interrumpo. - ¿Qué dejaste callada a Sara? - asiente orgullosa - Sí, César me lo contó.  - ¿Él de último año? - sus ojos sin iluminan de una manera extraña.  - Sí, ese mismo - saco de mi bolso el libro que él me entregó anteriormente - Toma, él me pidió que te lo entregará - una vez que el libro esta en su más ella da saltitos de la alegría.  - Tenemos dos opciones aquí. César nos acosa o tu le dijiste que quería este libro - finaliza mirándome de manera acusatoria. - ¿Disculpa? ¿Eres consciente de que casi no vengo por aquí, cierto?  - Cierto, entonces César escucha nuestras conversaciones - su mirada se vuelve sádica.  - ¿No pensarás en enojarte? Es decir, esta mal lo que hace pero, sólo quiere conocerte - susurro mirando los pasillos de la universidad.  - Lo sé, Lia. Pero estoy casi segura que él no quiere algo serio y si es así no voy a darle nada.  - Has lo mejor para ti. ¿Tienes los apuntes de los que hablamos? - pregunto cuando salimos de las instalaciones.  - Claro - revisa en su cartera - Ten, he dejado notas en cada tarea pendiente para que sepas cuando tienes que entregarla - de su cartera saca dos cuadernos y me los da.  - Gracias Tam... - murmuro con una sonrisa - Irás al bar hoy - ella niega con la cabeza.  - No, les prometí a mis padres que cenaría con ellos. Supongo que tu irás - sacudo la cabeza asintiendo.  - Entonces nos vemos mañana, ¿Cierto? - ella sonríe.  - ¡Por supuesto! - me despido de ella.  Mencioné ya, que odio trabajar en el bar. No es de mi agrado, pero muy a mi disgusto tengo que hacerlo. Sin embargo a diferencia de las y los demás sólo soy una mesera y por el según el "jefe" no merezco mucha paga, pero no soy capaz de utilizar mi cuerpo por más que necesite el dinero. Como somos pocos los meseros o bueno solo lo que nos dedicamos a eso, tenemos mucho trabajo y aún así no recibimos lo que merecemos.  No tengo idea de que hora es pero, estoy regresando al hospital para estar con mamá. Al llegar, como en los últimos días mi tío esta allí sentado en frente a la habitación donde esta mi madre. Toco su hombro levemente y él abre los ojos. - ¿Cómo está?  - Bien, sólo estaba esperando a que tu llegarás. Ellos quieren hablar contigo - anuncia levantándose.  - ¡Oh! Esta bien, iré a verles en un momento. Descanse y gracias - concluyo, él me observa por unos segundos parece dudoso. - Lia, tal vez exista una manera para pagar los tratamientos de tu madre - dice después de minutos debatiéndose entre hablar o no.  - ¿De verdad? ¿Cómo? - pregunto con un deje de ilusión en mi voz.  - ...
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