Al final terminé encontrando a Clara, en la cocina, y tal y como había dicho decidí ayudarla.
Mientras ella fregaba yo los secaba usando un poco de calor para así tardar menos, Clara estaba sorprendida y como solo estábamos las dos pudo hablar con algo más de confianza.
- Si acepta un consejo... - Dijo rompiendo el silencio pero sin mirarme - no debería usar sus dones aquí.
-¿Y eso porque? - Respondí subiendo los hombros con indiferencia. - No hago daño a nadie, en todo caso ayudo.
-Las brujas de este clan tiene el favor de la reina, y si se enteran que controlas el fuego...
-¡Que!, Si se enteran que. - Mi voz era dura y me enfadaba que me subestimaran, Clara miró en todas las direcciones posibles menos a mi cara y me hizo inclinar para acercarme.
- Te culparan de magia negra y no solo eso, el fuego es demasiado peligroso para los vampiros, el fuego es... para nosotros tan malo como la plata para vosotros los lobos.
"Quizás me he metido en problemas."
"¿Tu crees?"
"Oye, mira que le has cogido el gustillo al sarcasmo."
"Que le vamos a hacer, pero si aceptas un consejo, mantengamos nuestros dones a raya e intentemos no hacer enemigos."
" De esa frase solo he escuchado mantengamos nuestros dones a raya, después no escuche nada."
- De acuerdo Clara, te haré caso, pero a cambio guarda el secreto de mis dones.
- Como quiera Señorita.
- Si alguien te pregunta o insinúa algo, solo niégalo. - Asintió y continuamos con nuestras tareas, lo que me lleva a que tengo que hacer algo con lo que quemé por la noche.
Tuve que dejar a Clara porque J.J. me había estado buscando toda la mañana y al parecer, a sus ojos, era demasiado escurridiza, así que mientras nos movíamos por el castillo sin saber a donde me llevaba, decidí pasarlo bien tomándole un poco el pelo como solía hacer de pequeña.
-¿Donde esta Roger?
-En el trabajo.
- ¿Donde?
-En la clínica.
-¿Y donde está?
-En la ciudad
-¿Y cuando volverá?
-Cuando termine.
-¿Y cuando terminara?
Después de tan solo cinco preguntas ya comenzaba a resoplar, si tan solo no me diera respuestas secas con esa cara de estirado que me lleva hoy... pues la cosa sería diferente.
-Cuando termine.- Masculló.
- ¿Entonces no lo sabes? - Pregunté mirándole con las cejas alzadas divertida.
-¿Puede dejar de hacerme preguntas sin sentido?
- Claro, cuando mantengas conmigo más de cinco palabras, algo que se pueda considerar conversación. Dime, ¿A donde vamos ahora?
-A ver a la Reina
- Y ahí están esas cinco palabras. - Resoplé - ¿Para que quiere verme?, ¿ Acaso quiere disculparse por lo de anoche?
-Su majestad no se disculpa.
-Cinco, - dije alzando la mano a su cara.- Cinco puñeteras palabras, ¿Las cuentas antes de hablar o eres así?
-Tal vez no quiero hablar.
En serio, me cae bien pero empieza a sacarme de mis casillas esa forma tan estirada de ser, es como ver a Margo cuando la conocí, no la aguantaba, incluso me disgusto las formas de decirme que no tenía loba, pero el echo de no tener que desnudarme o que mi cuerpo sufriera con la transformación fue un punto a su favor.
- Oye, - dije parando de golpe en el pasillo. - ¿Acaso te caigo mal? ¿Incomodo a la gente de este lugar? Porque todos me han insinuado de alguna manera u otra que los lobos no son bien recibidos aquí.
-No es eso Señorita, no he querido incomodarla. - Por fin, más de cinco palabras seguidas. - Es solo que usted... no es una vampira auténtica.
- ¿Y como crees que me siento en mi casa, en mi manada? - La impotencia me estaba ganando pero no estaba dispuesta a llorar. - ¿Sabes lo que es ser la única en mi manada sin una loba?, ¿Sabes lo que es soportar las miradas de los demás por ser diferente? Nadie me decía nada por ser la hija del Alfa, pero eso no significa que sea ciega. Así que no, no lo sabes, y llego aquí, al que va a ser mi hogar y siento rechazo por todas partes "por no ser vampira". - Dije haciendo comillas con mis dedos con cara de desagrado.
"Respira que te estas alterando."
Cerré con fuerza los ojos y me centre en respirar como me iba diciendo Margo, sentí unas manos frías en mis hombros y al abrirlos me encontré con los ojos castaños de J.J.
-Lo siento si fui estirado.
-Cinco palabras. - Sonreí alzando la mano olvidando mi pequeño berrinche.
-Vamos, la reina esta esperando.
Caminé junto a él sin hacer más preguntas, y dejando que me reconfortara con su toque frío hasta llagar a un par de puertas de madera blanca. Respiré una vez más y dejándole detrás de mi, me aventure a abrir las puertas y enfrentar a mi suegra.
Al abrir las puertas me encontré a la mujer de ojos verde de nuevo enfundada en un vestido pomposo, con un nuevo abanico que movía el aire con efusividad. Me quede estática en la puerta mirando a la otra mujer que estaba a su lado, con un vestido verde botella que le llegaba del cuello a los pies y que cubría sus brazos por completo, me miraba de arriba abajo moviendo sus gafas.
-Querida, adelante, no te quedes ahí. - Mi suegra se levantó cerrando su abanico para venir a abrazarme y llevarme a un asiento junto a ella.
-Buenos días. - Saludé a la mujer desconocida.
- Deja que te presente, Señorita Garner, mi nuera - Me presentó como su nuera, en mi interior estaba saltando de felicidad, olvidando lo sucedido el día de ayer, pero lo mejor era no emocionarme demasiado, esta mujer es más que bipolar - La Señorita Ingrid Dagger. Su padre es Alfa.
- Encantada. - Dijo tendiendo su mano como dando una aprobación. - Siendo hija de un Alfa no tendremos mucho trabajo que hacer.
Miré por el rabillo del ojo a J.J. que permanecía de pie en una esquina contemplando la escena. Nos sentamos y enseguida sirvieron unas tazas de café y unas pastas.
- Opino lo mismo, estoy segura que habrá tenido una educación exquisita.
"Margo, estoy por jurar que nos han cambiado a la suegra."
"Solo sé... que no sé que decir."
"De gran apoyo tu comentario."
- Mis padres me han enseñado de todo y mis notas siempre han sido de las mejores de la clase.
- No lo dudo, pero... - Aquí viene la pega. - Habrá que pulir esos modales.
"¿Que les pasa a mis modales?"
"Prefiero no contestar."
"¿Eso que significa?"
"PIB, PIB, PIB. "
- No la comprendo. - Me atreví a responder.
- Bueno, para empezar... no debería cruzar las piernas, mantener la servilleta en un puño, la taza va a la boca, no la boca a la taza, no sé incline, mantenga la espalda recta... podría seguir pero no quiero convertir esto en algo incómodo para usted.
- Pues lo esta consiguiendo. - Murmuré.
- Bueno, mi pregunta en ese caso será sencilla Señorita Garner, ¿Puede conseguirlo?
-Por supuesto majestad, no dude que convertiré a esta joven en una Reina magnifica.
-Eso me deja más tranquila. Saber que el peso de la corona pasara a alguien preparado me tranquiliza.
- Dígame, ¿de cuanto tiempo dispongo?
-Tres días.
Aquellas mujeres hablaban como si yo no estuviera allí con ellas, como si fuera una mera espectadora como J.J. que no se había movido ni un solo centímetro desde que llegamos, comí otra pasta sin prestar especial atención a lo que decía mi suegra y la que yo iba a bautizar como la Señorita Rotenmeller.
"¿Crees que la duele la cabeza de lo fuerte que lleva el moño?"
"¿Ahora me hablas?"
"Es que te veo triste."
"Más bien aburrida, me gustaría estar con Roger, no aquí sin saber."
-¿Tu que opinas?
-Ehh. - mis cejas se levantaron por inercia a la vez que mis ojos se abrían todo lo posible. - Disculpen. - Pedí dejando la taza de café con su platillo en la pequeña mesa.
-Decíamos que si te ves capaz para hacer tu primer acto social en tres días, tendrás que ir a dos inauguraciones, una comida de negocios, después una presentación teatral y por la noche a la opera. - Aclaró la Señorita Rotenmeller.
-Son muchas cosas, ¿no os parece?
-Para nada.- dijo mi suegra. - Una Reina nunca descansa, siempre tiene que estar preparada para todo y siempre poner su mejor cara aunque se esté muriendo por dentro, el peso de la corona recaerá en ti y tienes que estar preparada para afrontar tu nueva vida, todo el mundo comentará hasta lo más insignificante, su compartimiento, vestimenta, gestos, peinado... Su vida privada dejara de ser privada.
No sé si lo decía para asustarme o era una realidad bestial con la que acababa de encontrarme, solo de pensar que no podría tener ni una gota de privacidad era algo que me asustaba, tenía demasiadas responsabilidades a mis espaldas y tendría que aprender a controlar mi temperamento para estar siempre impecable.
- Si mi suegra confía en mi, estaré lista en tres días. - Quise sonar confiada pero la voz me temblaba demasiado, en tremendo lio creo haberme metido.
-Entonces listo. - Mi suegra se levantó y tendió la mano a la mujer de ojos negros que inclinaba la cabeza en su dirección haciendo una reverencia. - Nos vemos en tres días, espero no me defraude y Señorita Garner, espero que encuentre agradable sus aposentos.
-Por supuesto, y no se preocupe, esta tarde comenzaré mis clases con la Señorita Dagger.
"Algo me dice, que este día va a ser muuuuyyyy largo."