Unos pocos rayos de sol entraban por el gran ventanal calentando mi piel desnuda. Me estiré y me sentí algo dolorida, giré en busca del rostro del amor de mi vida pero no estaba, en su lugar había una nota que me apresuré a leer.
"Siento mucho no estar cuando despiertes, pero hay asuntos urgentes que requieren de mi presencia, prometo compensarte. Te amo mi princesa."
Deje la nota en la almohada y como una niña tonta sonreí aspirando el olor de él impregnado en las sabanas. No quería bajar nunca de esa nube de felicidad en la que estaba. Volví a mirar el anillo y mi corazón se salto un latido lleno de emoción.
Me levanté con esa molestia en mi bajo vientre y entre al baño donde encontré otra nota sobre un albornoz.
"Aquí tienes todo lo necesario para tu aseo y me tome la molestia de dejarte esta toalla para que no lastime tu zona intima."
Pase mis dedos por la toalla ubicada a un lado y sonreí porque había pensado en todo. Abrí el grifo de la ducha y deje que corriera hasta que salió caliente, me duche con mimo y prestando atención a la zona intima para limpiarla bien y con cuidado.
Envolví mi cuerpo con el albornoz y me miré en el espejo, de echo hasta mi cara brillaba más de lo esperado, tenía una gran marca en el cuello de los besos y mordiscos que dejó Roger la noche anterior pero sin llegar a marcarme. Cada vez que mi mirada recorría mi imagen del espejo mis dedos hacían el recorrido recordando casi todo lo sucedido durante la noche.
Salí del baño con esa sonrisa que no me abandonaba y fui a abrir las ventanas antes de ir a vestirme, ni mi vestido ni mi ropa interior estaban en la habitación así que fui al vestidor a ver si encontraba algo que ponerme, paseé mis dedos por todos los trajes y ropa informal que Roger guardaba allí. Me puse una de sus camisas y me senté a esperar viendo la televisión en su cuarto.
Lo cierto es que no prestaba nada de atención a lo que daban solo una cosa invadía mi mente, ni siquiera tenía el móvil conmigo porque no lo lleve a la cena y no pensé en que despertaría sola y sin nada que ponerme.
- Adelante - contestó al oír unos pequeños golpes en la puerta.
- Buenos días Señorita, le traigo el desayuno y la ropa que pidió el príncipe Roger.
Margo estaba igual de pletórica que yo al escuchar que todo había sido ordenado por él, tan atento, tan amoroso, sin duda era el hombre de mis sueños.
-Muchas gracias - respondí caminando hacia el carrito que traía el desayuno. - Por cierto, ¿Cómo te llamas? - Pregunté con intención de conocer a todos y cada uno de los que trabajaban en el palacio.
- Puede llamarme como quiera - respondió sin mirarme, manteniendo un perfil bajo.
- Tontearías, ven siéntate - la agarré del brazo y la arrastre al borde de la cama. - A demás, todo esto es mucho para una sola persona, come conmigo.
- Tengo mucho trabajo que hacer.
- Bueno, pues primero desayunamos y después te ayudo.
- Usted no puede Señorita, es una invitada.
- Si digo que te ayudaré lo haré, no me contradigas.
"Dile que es una orden, así no discute mas."
-Es una orden - me apresuré a decir antes de que se fuera. Quedo estática en su lugar, sin hacer nada. - Dime, ¿Cómo te llamas?
- Clara - susurro mirando sus zapatos.
- Muy bien Clara, cuéntame, ¿Qué sabes de esa tal... Edith Relish? - Pregunté llevándome un puñado de moras a la boca.
- ¿De la prometida del príncipe Roger?
Otra vez esa odiosa palabra que quemaba mis tímpanos.
"Respira hondo, puede ser una amiga en este lugar o un aliada, ya lo iremos viendo."
- Dime Clara, ¿Qué os han dicho exactamente sobre mí?
- Su majestad la reina nos dijo que era una amiga de Roger que se quedaría menos de seis meses.
"Menuda suegra me toco."
- Te aclararé un par de cosas sobre mí y espero que se lo transmitas a todos. - me aclaré la voz porque sonaba demasiado dura. - Soy la tua cantante de Roger desde que cumplí los siete años. - No sé que le impacto más, si que declarará ser la tua cantante o que dijera que estábamos unidos desde hace más de diez años. - y desde hoy soy su prometida - Remate enseñando el anillo en mi dedo.
-No lo sabíamos Señorita, disculpe la confusión.
- No hay problema, solo extiende la voz.
- Si Señorita, como ordene.
- Y una vez aclarado ese pequeño malentendido, voy a vestirme y te acompaño a hacer tus deberes.
Cogí la ropa que había traído y me dirigí al baño para cambiarme, una vez salí, recogí todas mis cosas y llevé conmigo el huevo de faberge que me había regalo para dejarlo en mi cuarto provisional y así coger el móvil.
No tarde mucho en salir de ese cuarto que me asignaron el día anterior. Salimos de nuevo al pasillo mientras miraba la infinidad de mensajes que tenía de todas mis amigas
"Parece que no pegaron ojo para saber como fue la cosa."
"Eso parece, pero no las contestaremos ahora, hagámoslas sufrir un poco más."
"Mira que eres mala."
"No lo soy, soy la única que puede tener secretos entre todas nosotras, solo aprovecho la situación para darle emoción."
Después de reírme de algunos de sus mensajes más locos miré quién había llamado tantas veces.
J. D.
¿Por qué mi hermano pequeño me había llamado tantas veces?
- Clara, adelántate... enseguida te alcanzó.
- Como quiera Señorita.
Me aparté a un lado del pasillo y después de mirar que nadie espiaba llamé.
-¿Hola? - preguntó extrañado.
- Buenos días a ti también, ¿Qué ha pasado?
- ¿Qué ha pasado de que?
Suspiré.
- Tengo como tropecientas llamadas tuyas, algo habrá ocurrido.
- Ah, eso, nada, no te preocupes, mamá rompió el móvil de papá y por la noche le cace entrando en mi cuarto para llamarte.
- ¿Papa... entró a tu cuarto?
- Si, le deje el móvil a cambio de que me dejara en paz y le di uno viejo que tenía así que si te llama un número desconocido es él.
- Entonces ya sé de quien es ese otro número. Gracias J. D. Te compensaré por la información.
- Si puedes convencer a mamá y papá de que me dejen ir al campamento de Betas y Deltas me conformo.
- Veré que puedo hacer, pero no te prometo nada. Hasta luego ratoncito.
- Adiós peligro.
Cuelgo la llamada y guardo el móvil en el bolsillo de los pantalones antes de volver a caminar para encontrar a Clara. Después de dar vueltas por los pasillos infinitos no logro encontrarla, en su lugar me topo con la cara de revenida de la rubia de bote, parece que a diferencia de mi, ella no tuvo una buena noche, de echo hasta diría que ha estado llorando.
"¿Es raro que no me de pena?"
"Para nada."
"¿Sarcasmo?"
"Realidad. Pero mira a ver si aguantas hasta las doce sin meterte en líos."
Esta vampira mía es impresionante, mira que aprende rápido cuando se trata de reírse de los demás, mira que contestarme igual que yo a ella hace tan solo un día.
- Buenos días- digo por cortesía como me suele decir Margo.
- Buenos días Señorita Relish - me corrige, cierro los ojos y respiro hondo, no son ni las doce y me he propuesto no hacer alboroto antes de esa hora.
- Buenos días Señorita Relish - digo con retintín con una sonrisa forzada.
- Así me gusta, que muestres respeto a tu futura reina.
"YA ESTA, YO LA MATO."
"Aún no, en que hemos quedado...."
"Lo siento Margo, pero no creo poder aguantar"
" Te entiendo... pero un par de minutos hasta que den las doce podrás hacerlo."
"De acuerdo, pero esto será divertido "
- ¿Y donde está el anillo que dice que eres la prometida de Roger? - pregunté agarrando mi pelo para que viera la marca que él dejó en mi cuello durante la noche mientras buscaba en sus dedos algún anillo. - No lo veo por ninguna parte, pero mira... - alcé mi mano hasta su cara para que pudiera verlo bien - este que llevo yo me lo coló él mismo al pedirme matrimonio anoche, después de que tu y mi suegra se fueran.
- No te acomodes, PERRA - insultó como niña pequeña poniendo sus ojos completamente violáceos. - los chuchos no son bien vistos entre los vampiros y menos que una impostora se meta con alguien con un linaje como el mío.
"Treinta segundos Ingrid."
La reciente información de Margo sólo me hizo sonreír dejando que mis dedos se convirtieran en garras, al igual que las de ellas.
- No tienes ni idea del linaje con el que te acabas de meter, chupasangre.
" Tres... dos... uno."
Me abalance sobre ella llevándola contra una pared y aprisionado su cuello con mis garras, pero ella era más fuerte que yo, no mentía al decir que tenía un linaje fuerte ¿Cuántos años podría tener ella?, la final la que terminó contra la pared fui yo, pero no me rindo fácilmente.
Agarré sus garras con mis manos ya normales y deje que parte de mi fuego interior se acumulará en ellas, un leve humo comenzó a salir de las de ella y por mucho que apretara la mandíbula para mantener su agarre fuerte, terminó soltándome dejándome completamente ilesa.
- Puede que tu linaje será largo y fuerte, pero te metiste con la nieta equivoca de la Diosa Luna.
- No creas que esto quedará así- respondió malhumorada mirando sus manos algo quemadas - esto llegará a oídos de su majestad, así que yo en tu lugar... iría a preparar las maletas.
- Haber si te entra en la cabeza, no me voy a ir a ningún sitio, mi lugar es junto a Roger y ni tu ni nadie podrá impedir que estemos juntos.
-Eso ya lo veremos.
Se fue moviendo su melena rubia como si fuera la persona más ofendida del mundo pero podía ver lo mucho que le dolían las manos aunque intentara ocultarlo.
"No te preocupes, nos ocuparemos de ella después"
"Lo sé, pero tiene razón, su linaje es fuerte y ni siquiera se la edad que tiene, si no fuera por los dones de la abuela ya estaríamos muertas."
"Entonces, busquemos un lugar donde entrenar y volvernos más fuertes y rápidas."
"Tienes razón, pero eso será mañana, hoy intentaremos hacernos amigas de Clara"