J.J. vino a buscarme a mi habitación para llevarme al comedor porque viendo que fácilmente podría confundirme era mejor ir con él que sola, al menos las miradas incómodas del personal se hacían menos evidentes.
Si me paro a pensar fríamente como Margo, puede que mi suegra tenga razón y no sea bienvenida aquí, puedo lidiar con una madre protectora con su hijo pero contra todo un reino es algo más difícil, este desde luego no es mi lugar y aún no lo siento como tal, no sé bien si por mi o por las palabras de mi suegra que caen como un jarro de agua fría en algo que no había pensado.
Tengo que conseguir que me vean como una igual y no como una intrusa que solo ha venido a desbaratar todo su mundo, quizás debería replantearme la idea de la institutriz y eso puede que haga que la relación con mi suegra se recomponga de alguna manera. Quizás también debiera haberla corregido cuando me llamo lobo, se puede decir que soy un caso único, pero no creo que con el enfado que tenía encima fuera lo mejor.
- Señorita Ingrid Dagger - anunció J.J. al llegar al comedor, sacándome de mis profundos pensamientos.
Roger se levantó de su asiento y se acercó para coger mi mano sin dejar de mirarme a los ojos, estaba muy guapo con ese traje de color azul, sus ojos verdes destelleaban ese violáceo de Strauss.
- Estas preciosa - Afirmó dejando un leve beso en mis nudillos. Sus labios me hicieron cosquillas que transmitieron ese hormigueo por todo mi ser. - Ven, te presentaré.
- Vale - susurre más como un suspiro que como una palabra sin poder dejar de verle.
Deslizó su mano por mi espalda para ayudarme a caminar porque no era capaz de andar, solo había un pensamiento en mi cabeza y ese era el de esta noche, ¿Le gustará lo que verá?
- Te presento a mi madre. - mire en la dirección de su otra mano y me encontré a la misma mujer con la que había mantenido aquella desafortunada conversación, con otro vestido y otro peinado, estoy por jurar que tiene muchos de esos nidos de pájaros.
Trague duro evitando mirarla por lo avergonzada que estaba pero ella se levantó con bastante gracia en su andar y se acercó para abrazarme y darme dos besos.
"¿Seguro esto no es un sueño?
"No lo es, quizás lo hace porque nuestro Roger no sabe que hablamos con ella"
"Aprovecharé la oportunidad."
- Es un placer conocerla - dije al separarnos, me fijé en sus ojos y ya no eran violáceos como cuando nos vimos, sino que eran iguales a los de su hijo. - Me tomé el atrevimiento de comprar algo para usted y su esposo antes de venir, espero le guste - extendí el pequeño paquete envuelto perfectamente y al cogerlo me sonrió y abrazo de nuevo.
- Estoy encantado de ver que las dos mujeres de mi vida se llevan bien. - Roger era como el pegamento que nos unía. - A... decir verdad... pensé que esto saldría mal. Me alegra ver que no sea así.
Todos nos sentamos a la mesa, en mi opinión, demasiado larga para los tres ya que el padre de Roger parecía estar indispuesto, la madre, que estaba sentada presidiendo la mesa, abrió el regalo mientras los empleados terminaban de servir las bebidas en las copas.
- Es precioso Ingrid, mira hijo - dijo volteado el estuche donde había un collar fino que prácticamente me costó la paga acumulada de mis padres de los últimos tres años.
- Te quedará precioso madre, Ingrid es un detalle maravilloso - sonreí al chocar con los ojos verdes de mi colmillitos.
"Esto va bien."
"Creo que si, lo estás haciendo muy bien."
Comenzaron a servir la cena y J.J. hizo acto de presencia en el comedor, haciendo que todos miráramos en su dirección.
- Señorita Edith Relish.
"¿Quien es?"
"No lo sé, igual es la institutriz de la que hablo."
- Oh, querida - dijo la mujer de mediana edad levantándose y dirigiéndose a abrazar a la mujer rubia que sonreía de oreja a oreja. - Ven, siéntate aquí. - La llevo hasta estar al lado de un Roger que apretaba la mandíbula mientras llevaba una copa de sangre a sus labios. - Una pareja siempre debe sentarse junta.
"¿Pareja?, Esto tiene que ser una broma."
"Estoy que echo humo por las orejas."
"Relájate Ingrid, seguro lo hacen para sacarnos de quicio y que perdamos los papeles."
"Pues esta apunto de conseguirlo."
"Confío en Strauss, y él dice que no es nadie. Así que tu haz lo mismo."
"Bueno, eso es fácil de hacer, porque solo pienso en saltar por encima de la mesa y arrancarle la cabeza a la rubia de bote que toca el hombro de mi hombre"
"Recordemos inspirar y expirar, es vital también que cuentes hasta mil."
Solté el aire de mis pulmones llevando la copa de agua a mis labios para calmarme. Fue en ese momento donde me di cuenta de la falsedad de la madre de Roger, no le caía bien y poner buena cara solo fue un papel, estaba claro que cuando decía que esperaba que mi estancia fuera corta, se refería a más corta de lo que dijo.
- Su majestad es muy amable de haberme invitado.
- Tontearías, es todo un placer- dijo moviendo la mano para restar importancia antes de volver a su asiento radiante de felicidad. - Y llámame Isolde, ya eres como una hija para mi.
"RESPIRA, NO VAYAS A DECIR NADA."
"Te juro que lo intento, pero no sé si aguantaré esta cena."
"Esto es como una prueba, solo piensa en los beneficios de que salga bien."
"No entiendo como eres tan optimista cuando prácticamente nos han presentado a la novia de Roger."
- Madre - La voz de Roger me saco del trance en el que estaba con Margo, pero era dura, potente y con cierta nota de enfado - Ya hemos tenido esta conversación, y tu - dijo volteado a la susodicha rubia de bote - Ya te he dicho que te quería fuera de aquí antes del anochecer. ¿Acaso he de ser más explícito con mis palabras?
"Ves te lo dije."
- Es mi invitada, y tu prometida. - Respondió Isolde. - te recuerdo que la máxima autoridad soy yo en ausencia de tu padre.
"¿Decías?"
"No he dicho nada, solo que esa prometida debe morir."
- No importa amor - dije rompiendo un poco la tensión, que se note bien el sarcasmo - Solucionaremos esto juntos.
- No sé como te atreves a hablarle de ese modo al príncipe heredero. - la voz de esa mujer ya me estaba taladrando la cabeza y la poca paciencia que tenia se empezaba a acumular en mis manos, preparadas para lanzarle unas cuantas llamas a ese vestido pomposo parecido al de mi suegra.
- Le hablo como quiero desde que nací- respondí siendo traicionada por mis palabras, dejando mis tenedores en el plato - Es mi pareja y como tal nos ayudaremos y apoyaremos en todo.
- ¡Que desfachatez! - medio grito con fingido dolor - ¡Soy su prometida y me debes un respeto!
- Edith - advirtió Roger apretando la mandíbula.
Esta cena estaba siendo un completo desastre.
- Déjalo cariño - dije cortando un pedazo de carne - puede decir que es tu prometida las veces que quiera, de todas formas... - corte llevando el trozo de carne a mi boca y masticando con lentitud con todas las miradas fijas en mi - Seré yo quien duerma en tu cama.
Deje pasar ese destello violáceo por mis ojos al ver los de color café de aquella mujer que se tensaba en su asiento, hasta Margo había dejado de discutir conmigo para apoyarme en esa última frase.
- ¡Insolente! - gritó " su majestad" levantándose de la mesa y tirando al suelo el regalo que la había dado.
"Que desagradecida."
"Y tu diciéndome que respirara, ¿Sigues opinando lo mismo? No sé ni cómo me planteé el echo de aceptar la institutriz, ese regalo me costo mucho."
- Madre, no montes una escena, - Roger también se levantó tenso por la situación - ya lo sabías desde hace tiempo así que no hagas el ridículo más de lo que lo haces con esas ropas.
Reprimí una risa porque era cierto que esos vestidos que llevaba eran ridículos pero yo no había sido capaz de decirlo en voz alta, al menos sé que pensamos lo mismo.
La Señora Isolde abandonó la mesa dando una patada al regalo que ahora estaba en el suelo en mi dirección lo que enfureció más a mi colmillitos, la rubia de bote se levantó y corrió hacia "su majestad" para calmarla después de fulminarme con la mirada.
- Lo siento. - Roger miraba al plato del cuál no había probado bocado con cara abatida. - No esperaba que la cosa terminara así, te pido perdón por el comportamiento de mi madre.
- No es culpa tuya. - Me levanté y cogí el regalo del suelo viendo que algunos enganches se habían roto. - De echo... ya había tenido unas palabras con tu madre antes de la cena.
- Debí imaginármelo.
- Tranquilo, no pasa nada, cuando nos presentaste pensé que quizás era como empezar de nuevo y olvidar el encontronazo de esta tarde.
Se levantó de su silla y bordeo la mesa hasta quedar a mi lado.
- No hagas caso a nada de lo que diga, mi madre ya es una mujer mayor y su parte vampira toma el control de sus acciones en muchas ocasiones, por eso se viste así ahora, y Edith no es nada para mi.
- No sabía que tu madre estaba enferma.
-Desde hace unos años, pero no te preocupes, solucionaré lo ocurrido.
- ¿Y que pasa con tu prometida? - Como me dolía decir esa palabra.
- ¿Confías en mi? - pregunto quitando el regalo de mis manos y dejándolo en la mesa. Asentí buscando su mirada. - Bien, entonces te explicaré en otro momento a que viene tanto revuelo, pero no ahora. Hoy tengo otros planes.
Su sonrisa lasciva me hizo tragar duro sabiendo que esta noche sería de él y de nadie más, nadie podría cambiar eso jamás y estaba dispuesta a que esta noche fuera única para ambos.
Deslizó su mano por mi mejilla de manera dulce hasta llevarla a la nuca para acercarme a su boca. Sus labios se unieron a los míos saboreando la sangre que había bebido minutos antes, mordió mi labio inferior para que le diera acceso y con un gemido le concedí acceso total a mi cavidad bucal agarrando el borde de su saco en mis puños para que no nos separáramos jamás.
Este era el principio de una larga noche.