Cinco minutos después, estoy sentada en un pequeño sofá. Leo continúa tecleando algo en el pc y habla por teléfono unos cuantos minutos antes de cortar la llamada y garabatear algo en un post it blanco. — En serio agradecería la ayuda. Solo, recuerda que no tengo cómo pagarte…—advierto antes de tener problemas. Tal vez esperaba obtener algún tipo de remuneración de mi parte, pero soy un pobre diablo que no tiene mucho para ofrecer. — Podrías ofrecerme tu cuerpo, aceptamos todo tipo de pago… —. Él lo dice como si fuera una nimiedad y entonces recuerdo que también debe ser un mafioso. Si trabaja con los Parissi debe estar involucrado de una forma u otra, ¿cierto? — Oh… intento no hacer ese tipo de trabajos—. Niego con mis manos repetidamente y él alza la vista para mirarme

