—No. Pero presiento que así será pronto —respondió, el mesero tomó los billetes y salió del baño.
Al tiempo que Azran tomaba su celular del bolsillo y marcaba el número de Caelan.
—¿Qué pasó con König? —preguntó, apenas el asiático respondió la llamada.
—Solo lo asustamos tal como ordenaste. Pero el tipo es un débil y se desmayó —soltó con fastidio.
Azran sonrió con frialdad. Colgó justo cuando el mesero regresaba con la compresa caliente. Sin decir más salió una vez más y cuando el rubio se quedó solo, se la colocó en la frente, cerró los ojos y esperó a que su piel se enrojeciera y la frente se humedeciera por el calor.
Pasaron dos minutos. Se miró al espejo, su rostro se notaba enfermo.
Y cuando regresó a la mesa, Evanya se alarmó al verlo.
—¿Está bien? Su frente está roja… est
