Querido jefe

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—Te explico para que me comprendas. Hay que firmar un contrato y un permiso legal para que puedas salir del país, te puedo ayudar con todo eso, pero necesito las firmas de tus padres. Mi idea sería colocarlas por ellos, pero debe ser exacta, de lo contrario tendríamos serios problemas.

En ese momento recordé que siendo una chica muy rebelde que casi siempre me salgo con la mía aprendí como hacerlas igual que ellos. Debido a que en varias ocasiones tuve que falsificar la firma de mis padres por algunos asuntos de la escuela, evitando de esa manera que no se enteraran de los problemas que tenía allí, entre ellos el no hacer los deberes escolares y las constantes faltas a las clases esa estrategia se había convertido en una de mis habilidades. Por ello sin pensarlo mucho me ofrecí para tomar ese riesgo.

—Lo haré, Franco, se falsificar muy bien la firma de mis padres y créeme no sería la primera vez —alardeo sin sentir vergüenza por mis actos. El me mira y se sonríe

—Por lo que dices eres terrible, pequeña, pero debes tener cuidado, en este mundo al que quieres entrar hay muchas cosas malas y tu aun eres una chiquilla, aunque te veas rebelde también eres inocente aparte de ser muy hermosa, algo que quizás te provoque inconvenientes en algún momento, pero viendo que me caíste muy bien veré como ayudarte.

Como no sabía cómo lo haría y quería saberlo antes de que se marchara lo detuve.

—¿De qué manera me ayudaras? por favor, realmente quiero ser modelo.

De nuevo se quedó pensando, pero esta vez con un dedo en los labios mientras me observaba. Repentinamente, me tomo del brazo, encaminándome a su vez que mencionaba que lo siguiera.

Aunque lo seguí como me indicaba lo hacía con preocupación y temor. No tenía idea a donde me llevaba, por tal motivo esas sensaciones me invadían completamente.