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Cura de un corazón roto

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Blurb

Patrick solo necesitaba un trabajo y Sophie solo quería tenerlo cerca.

Patrick es un joven que trabaja sin parar por el bienestar de su familia, su rutina se ve interrumpida cuando se da cuenta que esta siendo vigilado por Sophie, una mujer de clase alta, quien, por alguna razón, siente curiosidad por el joven.

Cuando Patrick comience a trabajar para Sophie, descubrirá que bajo la fachada de mujer fría e indiferente, se esconde alguien que fue herido profundamente y que, probablemente Patrick sea el único que puede salvarla de la oscuridad.

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Capítulo 1
Dos semanas. Llevaba exactamente dos semanas asistiendo a ese lugar cada noche sin parar. Ni siquiera sabía la razón por la que lo hacía. Sólo estaba segura de que cada día se encontraba en su trabajo esperando por la hora de salir para poder ir a ese lugar y quedarse en ese mismo rincón, observado su alrededor, esperando por verlo. Se sentía tan fuera de lugar en ese establecimiento. Todas las personas hablaban entre sí mientras comían y bebían mientras niños corrían por entre las mesas riendo y hablando a gritos. Algo típico en un restaurante de comida rápida. Todos ellos vestían de manera informal, haciéndola destacar más de la cuenta. Ella vestía con un traje n***o de negocios bastante costoso y su cabello rojizo peinado con un moño elegante. Debido a eso sentía las miradas extrañadas de varios comensales y de algunos empleados del restaurante, sobre todo los que ya habían notado lo habitual que se había vuelto su presencia en ese lugar. Tampoco era que lo disimulara al siempre ordenar la misma bebida cada que entraba al lugar. —Muy bien chicos, nos vemos mañana. —Diez de la noche. Como siempre puntual. Ahí estaba la persona por la que Sophie Blanton, una empresaria perteneciente a una compañía bastante prestigiosa, gastaba todas las noches en ese restaurante. Un joven ya en sus veinte, bastante delgado con una gran mata de cabello n***o que casi alcanzaba a cubrir por completo sus ojos color verde, siempre cargando una mochila algo vieja y rasgada de algunas partes y, lo que más intrigaba a Sophie, una brillante sonrisa en su rostro. —¿Llevas las hamburguesas sobrantes? —Escuchó que preguntaba un hombre mayor desde la cocina, el joven levantó una bolsa de plástico que sujetaba en su mano derecha antes de salir del restaurante. Después de que el chico desapareciera de su vista, Sophie duró algunos minutos más en el establecimiento antes de salir hacia su vehículo. Uno de los automóviles más costosos actualmente en esa ciudad. Entró sin dejar de pensar en sus acciones y como había comenzado con ese extraño comportamiento hace semanas. Recordó cómo ese día había sido un completo desastre, juntas y reuniones sin parar, uno de los proyectos en los que trabajaba enfrentaba más obstáculos de lo normal. Estaba completamente harta y cansada de todo eso cuando bajó al primer piso con rumbo a la cafetería de la empresa por otro par de tazas de café para su compañero, cuando vio al chico por primera vez. Este acababa de entrar al edificio cargado con dos bolsas. Lo vio acercándose a la recepcionista, dejando las bolsas sobre el mostrador, coqueteando un poco con la trabajadora, recibiendo el dinero por la comida y alejándose del lugar sin borrar esa sonrisa de su rostro. Sophie se quedó mirando la puerta por varios minutos antes de volver a lo que hacía. Cuando volvió a su oficina se encontró con la comida que ese chico entregó. Su socio y mejor amigo había ordenado eso para la larga noche que tenían por delante, fue así como supo el nombre del restaurante y comenzó con el ritual que llevaba repitiendo por semanas. Cuando por fin llegó a su hogar. Un departamento en uno de los edificios más prestigiosos de la ciudad, arrojó las llaves en una mesa cercana a la entrada y pulsó el botón de la contestadora para escuchar si alguien había llamado en su ausencia, sin embargo, al escuchar la voz de su padre inmediatamente terminó el mensaje, desde lo ocurrido hace dos años cortó toda comunicación con su familia, decidida a jamás volver a hablarles. Lo tenía bloqueado de su celular, ahora solo tenía que bloquear su número de su contestadora. El segundo mensaje era de su mejor amigo, quien le recordaba el par de juntas que tendrían temprano por la mañana. Soltó un suspiro caminando hacia su estudio, lo mejor era que comenzará a prepararse para esas reuniones, encendió su computadora y, borrando de su mente el rostro del joven que le causaba tanta curiosidad, comenzó a releer todos los documentos necesarios para estar preparada. La mañana siguiente estuvo a punto de llegar tarde a las reuniones debido a que, en el trayecto de su departamento a la empresa, no pudo evitar detenerse en el restaurante al verlo cruzar la calle en dirección al trabajo. Igual que todos los días el joven caminaba con una sonrisa en su rostro, ¿Por qué sentía tanta curiosidad al verlo sonreír? Parecía estar feliz todo el tiempo, por lo que Sophie suponía que era envidia. Ese joven era feliz, cosa contraria a la mujer, quien ni siquiera recordaba la última vez que había reído o sonreído genuinamente, el tono de llamada en su teléfono la hizo salir de sus cavilaciones y percatarse de la hora que era. “Diga” Respondió el teléfono reconociendo la voz de su mejor amigo al otro lado de la línea. “¿Ya estás en camino?, los inversionistas ya están aquí, recuerda que es nuestra oportunidad de conseguir el capital para llevar a cabo el proyecto de construcción en la costa” “Lo sé, voy para allá, llego en cinco minutos y no te preocupes, vamos a ganarnos a esos inversionistas” Sophie aceleró con rumbo a su compañía obligándose a olvidar a ese joven por lo que restaba de la mañana. Llegó a la empresa con dos minutos de retraso corriendo y casi falta de aire, justo antes de entrar a la sala de juntas tomó un gran respiro colocando su mejor sonrisa profesional y entró lista para trabajar. Un par de horas después, salieron los inversionistas acompañados de ambos jóvenes quienes trataban de verse neutrales a pesar de haber conseguido su objetivo, lo que los tenía satisfechos. —Les aseguro que no se arrepentirán de invertir con nosotros. Mi socia y yo estamos muy orgullosos de él y de los beneficios que todos obtendremos de esto. —Decía el mejor amigo de Sophie, un hombre alto de cabello rubio bien peinado y una ligera barba, con su sonrisa confiada mientras estrechaba las manos de sus nuevos socios. —No lo dudamos demasiado. Ustedes dos tienen una reputación impecable a pesar de su juventud. —Señaló uno de sus nuevos socios sin disimular su satisfacción por su nueva unión. —Estaremos en contacto, cualquier duda o pregunta que tengan, no duden en ponerse en contacto con nosotros. —Dijo Sophie sin evitar parecer algo distraída por lo sucedido esa mañana. Una vez los dos inversionistas se alejaron de ellos, el joven rubio dio un salto de emoción al mismo tiempo que alzaba su mano para chocar con la de su compañera. —Lo logramos Sophie. —Exclamó el hombre con una gran sonrisa en su rostro. —A decir verdad, no dudé ni un minuto en que lograríamos esa inversión, aunque tener por fin los documentos firmados me hará dormir más tranquila. —Declaró Sophie con la mirada ausente y su clásica seriedad, el joven se percató de lo distraída que se encontraba su mejor amiga. Creía saber la razón detrás de eso, después de todo la conocía demasiado bien. —Oye Sophie, aún tenemos una hora para la siguiente reunión, ¿Te apetece volver a la sala de conferencias? —Dijo captando su atención, la joven lo miró antes de asentir entrelazando su mano con la del hombre y cerrando la puerta detrás de ellos. Tiempo después, ambos comenzaban a arreglar su ropa después de aquel episodio de sexo casual que llevaban tiempo repitiendo desde que Sophie había arribado a la casa de su mejor amigo dispuesta a dejarlo todo atrás y darse otra oportunidad y, aunque lo de ellos no había funcionado, el sexo continuaba siendo parte diaria de sus vidas. —Deberías encargarte tú sólo de los arquitectos. Yo iré con Maggie para comenzar a planear la campaña publicitaria, ¿Te parece? —Sugirió Sophie mientras se colocaba de vuelta su ropa interior y alcanzando la del hombre para que comenzara a vestirse. —Suena bien, de esa forma aprovecharemos el día de hoy, para avanzar con el proyecto. ¿Nos reunimos en tu oficina a las cinco de la tarde para revisar los avances? —Respondió tomando lo que la mujer le tendía, al mismo tiempo que le pasaba su sujetador. —Me parece bien. Mañana también tendremos una reunión con varios interesados que quieren un pedazo de nuestro nuevo pas… Blake eres un idiota. —¿Qué sucede? —El hombre llamado Blake quedando a medio vestir levantó sus ojos negros encontrándose con la joven, quien señalaba a una marca que su mejor amigo había dejado en su hombro. —Eres un idiota, si la gente ve esto comenzara a hablar. —Me disculpo, pero no exageres mucho, tu ropa la cubrirá. Además, ¿Cuándo me he quejado de las marcas de uñas que dejas en mí espalda? —Señaló Blake restándole importancia con una de sus manos, Sophie lo miró con recelo dándole la razón en voz baja—. Sobre nuestro “secreto”, no lo es tanto. La gente sabe lo que sucede entre nosotros, solo fingen no hacerlo para no alterarte. —¿En serio? No sabía nada de eso. —Declaró la mujer de forma ausente tomando del suelo las prendas que le faltaban. —Sophie. Debo hacer notar lo distraída que estuviste esta mañana, parecía que no prestaste nada de atención a nuestra charla con esos inversionistas. —Lo siento, he tenido varias cosas en mi cabeza últimamente. —La mujer había terminado de vestirse y ahora se encontraba retocando su maquillaje—. Pero si puse atención en la reunión. —Todas esas cosas tienen que ver con cierta obsesión que tienes por ir a un restaurante de comida rápida para acosar a un empleado, ¿O me equivoco? —Señaló el hombre con una sonrisa burlona. Sophie dejo lo que estaba haciendo mirando a su mejor amigo con molestia antes de responderle. —No sé de qué hablas Blake. Mejor me voy. Maggie se molestará si llego tarde y tú tienes tu propio trabajo. —Sin esperar una respuesta salió con prisa rumbo a su nuevo destino. Un piso más abajo donde se encontraban las oficinas de publicidad, el cuartel general de su mejor amiga. Apenas llegó a la puerta de la oficina cuando la puerta se abrió abruptamente y los brazos de Maggie la metieron a la fuerza. —Saltémonos los saludos, ¿Cómo les fue con los inversionistas? —Cuestionó una mujer de estatura baja y cabello rubio platinado con una sonrisa adornada con frenillos sin soltar el brazo de Sophie. —Bueno, la verdad es que…—Comenzó a hablar con la mirada baja y en un tono de tristeza que causó la disolución de la sonrisa de la rubia—. Todo salió perfecto, tenemos el dinero. —No vuelvas a bromear con eso. —Se quejó Maggie golpeando a Sophie en el brazo, acto seguido la abrazó con fuerza. —Felicidades, sabía que lo lograrían. —Espero que tengas un buen plan de publicidad bajo la manga. —Señaló apartándose de su amiga y alisando las arrugas de su traje. —Tu duda me lástima. Obviamente tengo el mejor plan que haya tenido esta compañía constructora. —Responde la rubia acercándose de nuevo a su mejor amiga inspirando profundamente—. Ahora yo tengo otra duda, ¿Por qué tienes impregnado en toda la ropa el perfume de Blake? —Estás imaginando cosas. —Respondió Sophie apartándose buscando en su bolso un pequeño perfume para aplicarlo bajo la mirada reprobatoria de su mejor amiga. —Prometiste que no volverías a acostarte con él. —Reclamó regresando a la silla frente al escritorio, Sophie hizo lo mismo acercando su ropa a la nariz de forma inconsciente. —Nunca prometí eso. Mira Maggie, ya te dije que lo que sucede entre nosotros no es nada. —Sé que ustedes son mejores amigos, pero… ¿Sabes qué?, ya no diré nada. —Exclamó la rubia resignada levantando sus manos en señal de rendición. —Una decisión sensata, después de todo, no es sano meterse en asuntos que no nos conciernen. —No tienes derecho a decir eso. ¿Ya olvidaste lo que hiciste cuando sucedió lo de la bellísima Aurora? —Cuestionó Maggie indignada. —Amiga, estabas saliendo con una traficante de droga, obviamente tenía que intervenir antes de que terminaras siendo la esposa de la versión femenina del padrino. —Pero era tan bella y tenía unas piernas de ensueño. —Reclamó la rubia con ojos soñadores, Sophie sólo pudo atinar negar con la cabeza al mismo tiempo que su mente pensaba en lo dicho por su amiga. Era obvio que la relación que sostenía con Blake no era del todo sana, a pesar de que ambos entendían y estaban de acuerdo en lo que hacían, ella no evitaba sentirse un poco culpable hacia su mejor amigo. Prácticamente impedía que Blake tuviera una pareja estable. —En fin, desde su intención de comenzar con el proyecto, empecé con lo mejor que he podido pensar. —Comenzó a relatar Maggie al mismo tiempo que proyectaba en su computadora las ideas para la publicidad que llevaría la construcción para mostrárselas a Sophie, por lo que en el transcurso de la tarde ambas mujeres se dedicaron a afinar varios detalles, así como, proponer nuevas ideas y comenzar a ponerse en contacto con el personal adecuado. Comenzaba a atardecer en la ciudad al momento en que los dos empresarios se reunieron en la oficina de la mujer, listos para recopilar la información de ese día. Ambos se encontraban en uno de los sofás del lugar con sus laptops encendidas tecleando rápidamente. —Los arquitectos tendrán un par de semanas para volver con lo mejor que se les ocurra, de ahí estaremos listos para comenzar con la construcción. —Señaló Blake sin levantar la mirada de su computadora, Sophie sólo asintió antes de responder. —El personal de construcción también está listo, sólo esperan nuestro visto bueno. De igual forma Maggie tiene un buen plan de publicidad, pero necesita varios días para perfeccionarlo. —La mirada de la mujer se paseaba por las palabras escritas en su laptop y el reloj—. Ya es algo tarde. —¿Por qué lo dices? —Levantó la mirada, curioso comprendiendo de inmediato a qué se refería, debido a eso no pudo evitar sonreír. Hacía mucho que no veía a su amiga ansiosa por ir a ver a alguien. —Por nada, ¿Te importa si continuamos con esto mañana? —Preguntó cerrando su computadora y comenzando a guardar sus cosas bajo la mirada atenta de Blake. Tan ensimismada se encontraba en lo que hacía, que no se percató de la sonrisa burlona del rubio, sino hasta que sintió como los labios del hombre comenzaba a pasearse por su cuello —¿Quieres irte ahora? La mayoría de empleados ya se fueron, tenemos todo el piso para nosotros. —Señaló sin dejar de besarle el cuello al mismo tiempo que sus manos acariciaba su cuerpo. Sophie sentía como la piel se le erizaba por el toque del hombre, sin embargo, se separó de él y volteó para encararlo. —Esto suena bien, pero por desgracia debo irme. —Dijo poniendo un par de pasos de distancia de Blake—. Si quieres mañana continuamos con esto. —Seguro, oye. —Dijo el rubio guardando su laptop en una mochila y haciendo que su amiga se detuviera en la puerta—. Deberías hablar con ese chico que tan cautivada te tiene, si continuas con el papel de acosadora terminará aterrado. —No entiendo a qué te refieres. —Se despidió la joven de Blake. Este suprimía una risa, sorprendido por lo que ese sujeto del restaurante de comida rápida causaba en su mejor amiga. Para él era obvio que Sophie se había enamorado del trabajador sólo con verlo, lo malo es que ella jamás lo aceptaría. Sabía lo terca e insegura que era, por lo que era trabajo de Blake ayudarle a darse cuenta de sus sentimientos.

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