GOLBASI, TURQUIA. Elif aun no podía con la impresión. Haram, haram, haram, eso era una línea superior al Haram. Protegida dentro del niqab no pudo quedarse de pie observando las atenciones que su marido parecía guardar con aquella chica a la que acariciaba como si fuera un cachorro. Era enfermizo. Ahmet sujetó su mano cuando la vio dar un paso al frente enfadada. Se acercó a ella con sutileza y preocupado, le pidió un poco de objetividad y consideración. —Señora, no es seguro. No pueden saber que… —¡Lo sabrá! —exclamó levantando su mano señalando sin pudor la presencia de su marido en el balcón—. Haram, haram, haram, todo es maldito Haram, pero cuando él se mantiene acariciando a una desgraciada ¿No es haram? Le hice una advertencia y este lugar, este lugar es todo lo opuesto a lo q

