“Merhaba arkadaşlar.” (Saludos, amigos.)
Eso fue lo único que pudo escuchar y sus demás palabras se perdieron entre sus pensamientos. Ruzgar permanecía con los ojos fijos en el escenario, bebiendo una copa de whisky y con el narguile en la mano, dejando una horda de humo a su alrededor. La mujer que acariciaba ya no estaba, de hecho, ninguna de las dos. Se había inclinado un poco para poder observar con atención el espectáculo.
—¡La preciosa Esra! —exclamó un hombre señalando a la chica que fue guiada al centro del escenario. —Se saben las reglas. Naim nunca presenta a una mujer menos que hermosa ante los invitados del Al-Fitan y quienes han estado con la bella Esra saben que no miento. Comenzaremos la puja con treinta mil liras.
—¡Treinta mil quinientas! —dijo un hombre levantando su
