CAPITULO 2-4

1674 Words
Si seguía así, se iba a quemar por dentro. No estaba sola en ese recorrido. Había al menos treinta personas conociendo las ruinas y algunas más saliendo de otras partes. Era un lugar realmente concurrido y ver las formaciones en forma de arco, era entretenido. Abrió la botella pensando en si sería mal visto que les diera la espalda y subiera al auto. Quería volver a la mansión y acostarse en la cama para no salir en tres días. Llevó la botella a sus labios y segundos después escuchó el sonido seco de un proyectil. Un poco de polvo naranja cayó sobre su vestido y al levantar la mirada se dio cuenta que se trataba de una bala incrustada. Ella apenas y pudo reaccionar cuando el tumulto de personas enloqueció. Se cubrió la cabeza y después vino otro disparo. Uno más, otro y otro… No tuvo claridad en su cabeza y sus instintos la llevaron a correr hacia uno de los túneles mientras las personas casi la aplastan pues comenzaron a llegar de todas partes. Dudaba que fueran tras ella, pero era una posibilidad. ¡Excelente! Era la primera vez que salía en meses y ocurría esto. Sus pies corrieron entre los pasillos de piedra y casi fue empujada por la desesperación de todos los demás. No supo cuánto corrió, hasta que comenzó a escuchar los disparos mucho más lejos. Tomó aire y se encontró perdida. Las personas ya no le golpeaban, pues en algún punto las perdió, pero ahora estaba sola en medio de miles de cuevas subterráneas, que, aunque grandes, igual podían ser un poco melancólicas. Sintió un ardor en sus dedos y notó que los había lastimado. Una persona la pegó a la pared y ella para no caer y ser atropellada, se pegó a la pared donde sus dedos resintieron la aspereza. Había un poco de sangre. Su rodilla también estaba herida. Fue de esos momentos donde no tenía idea de cómo se había lastimado. Caminó poco más, siempre manteniéndose en un punto donde pudiera escabullirse, pues debía haber un tirador por algún lado. Su pecho latía a mil por hora y sus manos temblaban. Era un ataque de pánico. Los tenía desde que pasó lo de sus padres. El sudor escurría por su frente y sintió un frio en la espalda. Una piedra cayó del techo al suelo y ella soltó un pequeño grito ahogado. No estuvo tranquila hasta que se dio cuenta que no tenía a nadie en las espaldas. Volteó hacia la piedra y cuando giró su rostro se topó con un hombre observándola fijamente. No parecía un buen tipo. Nadie que fuera buena persona llevaba sobre su rostro un pasamontaña. Llevó su dedo índice a sus labios y le pidió silencio. Con su mano le indicó que se acercara a él, pero negó de inmediato. Retrocedió un par de pasos. No era idiota. Pensó en que lo más lógico sería correr rápidamente y rogar por encontrar a Ahmet, a quien, en toda su vida, no había deseado ver tanto como en ese momento. Sus pasos fueron delicados y leves, esperando que el extraño no le diera por disparar el arma que tenía en la mano. No lo pensó mucho y se echó a correr. Sus pies evadieron raspaduras o cansancio, se escabulló a como pudo entre las piedras y cuando sintió que podría acuclillar su cuerpo detrás de una roca, una mano le sujetó el brazo y después le cubrió la boca para que no gritara. Notó los guantes negros. El hombre del pasamontaña también tenía uno. Comenzó a temblar entre sus brazos hasta que el desconocido se sacó la tela que lo cubría y rebeló su rostro. —No voy a hacerle daño. Tiene que calmarse. —La chica seguía temblando. Nadie que decía algo así era confiable. —Voy a quitarle mi mano, pero no debe gritar, si lo hace, arruinara lo que tengo para decir. Escúcheme, señorita Aksoy. No tengo mucho tiempo. ¿Sabía su nombre? La mano del hombre dejó de cubrirla tal y como prometió, así que ella escapó de sus brazos y lo observó fijamente. Era mayor. Unos cuarenta tal vez y cuando analizó sus ropas, se dio cuenta que no era un criminal. Era un militar. Lo supo por la cadena que pendía de su cuello y el tatuaje pequeño detrás de la oreja. Era aun peor de lo que imaginó. Lo vio con recelo y retrocedió nuevamente. Todo en su vida se estaba tratando de retroceder. —¿Quién eres? —Eso no importa, lo que me tiene aquí es breve. Inteligencia sabe quien es y creo que por primera vez dentro de la Turk tenemos a alguien que puede servirnos de mucho. Yo pertenezco a la NP (NARKOTIK POLIS) y su marido, según tengo entendido es un pez gordo al que hemos estado buscando. Él es el rostro criminal de la Turk y el único sucio en el enorme imperio que tiene Kerem Gurkan, pero que por obvias razones no podemos sacar a relucir. Ruzgar Arslan es buscado en el bajo mundo del Hampa por asesinato, narcotráfico, lavado de dinero, usura y toda una lista de crímenes que estoy seguro usted conoce. La información que tengo es variada y son detalles que no importan—explicó sacando de su bolsillo la foto de su marido. —Conozco los por menores de su boda y también lo que pasó con su familia. Lamento su perdida y por ello hoy creo que, de todas las personas del mundo, tal vez nosotros seamos los únicos que podamos brindarle un poco de poder de respuesta. Es lo que busca ¿Verdad? Poder de respuesta. Los ojos de Elif brillaban con un poco de shock. Tenía delante a un hombre que estaba diciendo cosas que claramente iban en contra de su mundo y de lo que ella era. En sus dedos tenía la foto de su marido y le habían disparado para esparcirla y acorralarla. —Yo no sé lo que… —Nosotros podemos matarlo o atraparlo—soltó el hombre creando en ella los más hostiles deseos—. ¿Usted sabe las normas de la Turk? Puede que carezca de ciertos conocimientos, pero yo se los aclararé. Si es atrapado por la policía, debe morir antes de hablar. En este punto nos importa que hable o que muera. Es un tiburón en este mundo y su ausencia se sentiría en la Turk. Nos beneficiaría. Usted es la persona más cercana a él y en unos meses habrá cambios. La Turk cerrará un negocio billonario con un mafioso iraní llamado Nima Ferhadi. Su esposo es el pilar de ese trato. Toda la Turk estará presente y él presidirá la alianza en nombre de Kerem Gurkan. Su marido es el único que sabrá el momento y el lugar desde siempre y esa información es valiosa para una operación. Usted puede obtener eso para nosotros y cooperar. Obtenemos algo que deseamos y usted también obtiene lo que quiere. Lo quería muerto. A lo lejos escuchó disparos y después su nombre como un eco en las paredes de piedra de Kaymakli. El policía guardó su arma y observó a la chica. No tenía más tiempo. Debía irse. —Cuando llegue el momento, uno de nosotros irá a usted. Tenemos un halcón en la Turk y él será nuestro enlace. Puede decirle a su marido si desea, somos conscientes de los riesgos de esta operación, pero hay mucho en juego y creímos que tal vez estaría interesada. Será en un máximo de cinco meses así que tiene tiempo para pensarlo. Una fecha y hora a cambio de una bala. Es un trato justo. Elif lo vio escabullirse entre uno de los arcos y desaparecer con astucia. Parpadeó inquieta por lo que acababa de pasar. Ella no tenía ningún poder o así lo sintió antes de entrar a esa cueva. Querían usarla, sabían que tenía odio en su corazón y ella era consciente de ello ¿Pero es que acaso no tenía las mismas intenciones? No le importaba ir a prisión o morir si eso le daba una oportunidad de obtener la preciada venganza que los cielos le acababan de poder en bandeja de planta. Llevaban observándola meses y encontraron la oportunidad. No era un plan de dos días. Se escondió detrás de una piedra y comenzó a acariciar sus manos lastimadas. Los ojos le brillaban con un poco de dolor. Nunca había sido mala persona. No quería matar a nadie, pero él en particular le recordaba todo lo que estaba mal y todo lo que pudo ser y ya no existía. Dejó escapar un par de lágrimas de sus ojos y tragó saliva. Tenía su ansiada venganza al alcance de su mano y siempre, en sus momentos de mayor angustia se dijo que si tenía la oportunidad de matar a Ruzgar Arslan lo haría. Era la manera más directa de hacerle daño a la Turk. —¡Señora! Ahmet apareció con un arma en la mano y de inmediato se acuclilló para analizar su estado. No había sangre salvo en una rodilla y en las palmas. Parecía ida, absorta en sus pensamientos, algo normal después de haber sido sorprendida por una balacera. El guardaespaldas comprobó las heridas y después gritó a otro de sus compañeros. —Debemos volver a Kapacli. Elif lo observó. Si, quería volver. Jamás estuvo más deseosa de volver. Ahmet no se percató de que sus ojos eran fuego, un fuego tan ardiente como el Olum mismo. Tenía la oportunidad y estaba dispuesta a venderle el alma al diablo con tal de no desaprovecharla. Ruzgar Arslan tenía sus días contados. ___________________________________ HOLA. ACTUALIZO PORQUE ES NECESARIO PARA COMPLETAR EL PROCESO DE FIRMA DE CONTRATO. NO HABRÁ MAS CAPITULOS HASTA LA ACTUALIZACIÓN DIARIA QUE ANUNCIARÉ PROXIMAMENTE. SERÁ EN ESTE MES DEFINITIVAMENTE ASÍ QUE NOS ESTAREMOS LEYENDO SEGUIDO. TRABAJO EN EL FINAL DE PASIÓN Y PODER Y CONCLUIMOS LA SAGA CESARES TAMBIEN. GRACIAS POR VOLVER A ESTAMBUL CONMIGO. UN ABRAZO ENORME.
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