Tenía que ser directa o no funcionaría. Tomó aire y se dijo que no era pecado que buscara ser una segunda esposa, pero cuando se trataba de sus problemas, no la quería complicándolos. Aygul Celik no sería una Arslan nunca y no había discusión al respecto. No bajó a recibirlas ni mucho menos. Habían pasado por un momento un poco traumático pero un poco de alcohol en sus venas la hizo recuperarse.
No hubo llamada o pregunta sobre si estaba bien y aunque no le importaba, era claro que su marido tenía preferencias directas con Aygul.
Justo cuando el sol se estaba poniendo, decidió bajar las escaleras, pero antes de que pudiera poner un pie en el ultimo peldaño, escuchó esa voz siempre agradable dando instrucciones para la cena.
—Carne de cordero estaría bien, tal vez con alguna ensalada de la región y por supuesto, muchas entradas. De postre estaría bien Kunefe. Confío en usted para que sea una cena exquisita.
—Por supuesto, señora.
¡¿Cómo?! Elif casi enrojeció. No podía creerlo. Paso de ser un prospecto a esposa a jugar a serlo en una casa que no era suya. Definitivamente le traería todos los problemas del mundo si no la detenía ahora mismo. Un poco inspirada por el trago de Raki, decidió actuar de una vez por todas.
—Nadie comerá cordero, se cocinará res. En cuanto al postre, sería excelente baclava con pistachos—replicó en forma de orden que rápidamente la cocinera capto, pero no pudo responder, porque con esa sincera sonrisa, Aygul intervino:
—Se me ha pedido que coordine la cena.
—Es mi deber de esposa hacerlo y aunque entiendo que al principio estuve descolocada por lo que pasó, esto me servirá para entretener mi cabeza. No es necesario tu ayuda en absoluto, aunque me sorprende. No tenía idea que iban a venir aquí. ¿Dónde están los demás?
—Están en Goreme. Mi familia fue invitada a la residencia del Guvenilir y dormiremos aquí al parecer. Tiene una casa hermosa—Aygul no dejó que sus respuestas la humillaran. Que tuviera en el rostro esa sonrisa solo complicó las cosas para Elif. —Será un lugar que los niños podrían disfrutar mucho. Es como un sueño.
Aksoy ignoró su comentario y centró su atención a la cocinera.
—Ya he dicho lo que se comerá está noche.
—Por supuesto, mi señora.
La mujer se esfumó y justo cuando Elif estaba por subir las escaleras, la voz de Aygul la detuvo al verse ignorada y sorprendida con un claro desdén. Fue directa y esa fue una mala decisión.
—¿Tiene algún problema conmigo?
Elif se aferró al barandal y aunque se vio tentada a ignorarla, no lo hizo. Volteó y para sorpresa de Aygul, le respondió tajante.
—Muchos, de hecho—bramó dirigiéndose a ella hasta pararse cerca de su rostro. Era un poco más joven que ella, pero sus ojos cargados de rabia le dieron una intimidación mayor—. Conozco tus deseos y los de tu familia y eso no pasará. No quiero a una segunda mujer viviendo en mi techo. No se que te han dicho, pero el puesto de esposa de Ruzgar Arslan ya está ocupado y aun no quiero tener un reemplazo que mi marido folle cuando a mi me duela la cabeza. Además, cuida mucho tus movimientos porque si es que dejas que te folle para ganar terreno, voy a hacerte pedazos. No juegues a ser una golfa.
Le dio la espalda. Nunca había sido mordaz, pero tener a esa mujer en sus cercanías le sacaba todos los aspectos negativos del fondo de su pecho. La Elif del pasado pensaba antes de hablar para no dañar a los demás, la del presente, tenía cuchillos en vez de lengua.
—Yo no aspiro a nada negativo, ni tampoco a ocupar un lugar. Conozco nuestras leyes y lo que se espera de mi como segunda esposa. Haré feliz al hombre que Alá destine para mí, así sea su marido, porque si lo propone, no pienso negarme a ser una Arslan. Yo haré mi papel, porque es sabido desde hace mucho tiempo, que usted no hace el suyo.
¡Uy! ¡¿Qué demonios sabia ella de su papel?!
Elif volteó.
—¿Cómo puedes afirmar algo de lo que no estás segura?
—Hay cosas que son innegables a la vista. No quiero ofenderte, pero tú lo has hecho primero. Nos hemos puestos sinceras y por puedo decirle abiertamente que no declinaré ninguna oferta. Si usted no quiere ser feliz ¿Por qué condenar a otro a lo mismo? Disfrutaremos la cena que ha escogido. Ya llegará mi oportunidad de hacerlo y le aseguro, que no será porque yo lo propicie.
Aygul tenía esa aura confiada que irritó aún más a Elif. Podía hacer lo que quisiera, pero ahora que tenía un futuro escrito, sin duda, no podía dejarla hacer lo que quisiera y menos meterse en su propia casa complicando los planes que aun estaba por escribir. Terminó de subir las escaleras pensando en si debía hacer un irritante berrinche y no bajar a cenar, pero eso sería mal educado y tentador. Al llegar a la habitación comenzó a buscar entre las pocas opciones de ropa y maldijo entre dientes. Tendría que mandar a alguien por buena ropa a cualquier parte de la ciudad. Salió de la habitación con la irritación y tensión al mil por ciento, cuando sus pasos se clavaron de golpe en el suelo y le impidieron continuar. Sus manos se hicieron puños al escucharlo.
—¿Cómo puedes estar tan segura madre?
—Lo comenta toda Estambul—susurró la mujer—y después de lo que hemos visto no dudo que sea mentira. Ni siquiera se rozan cuando van juntos y dicen que la chica Aksoy duerme en habitaciones separadas en Estambul. Ningún matrimonio que vive así es sano. Es cuestión de tiempo para que salga de la casa y claro que no será tu culpa, pero debemos alegrarnos porque favorece tu posición. Arslan no duerme con ella, es un hecho, eso se nota con solo verlos y he escuchado, que él tiene mujeres aquí que le complacen. Cuando tu te cases, no va a necesitarlas porque estará tan feliz contigo en su cama que se olvidará de las demás. Los hombres más fríos, terminan derretidos en los brazos apropiados.