Hacer un drama no funcionaba en una situación de desventaja.
Esperó unos minutos con paciencia y se dispuso a subir las escaleras cuando descubrió a su marido bajando en rodeado de los Celik y de algunos hombres más. Ella se detuvo y fue él quien la alcanzó en los escalones inferiores. Aunque por dentro ardía y con Ahmet a segundos de esconderse por lo que fuera capaz de hacer, ella sonrió con calidez, haciendo que el guardaespaldas la mirara confundido.
¡Esa mujer estaba loca!
—¿Has terminado?
—¿Estas inquieta por irte? —preguntó Ruzgar.
—Un poco—respondió notando la presencia de Aygul a sus espaldas—, pero no podría interponerme en tus asuntos si aun estas ocupado. El señor Celik debe tener temas importantes que hablar contigo, ya que han hablado durante un largo rato.
—Lo normal en una reunión como esta.
—Por supuesto.
—La fiesta aun no termina. Parece que hay un buen ambiente y suficiente licor para alegrar el alma durante varias horas. Si estas cansada, Ahmet podría llevarte a casa—propuso ganándose una negativa casi inmediata por parte de ella. Ni loca pensaba marcharse. Eso seria peor. La esposa mandada a casa ¡Excelente, Ruzgar! ¡Excelente!
—Es bien. Aun puedo tolerar un par de horas más.
Unos minutos después entendió el porque de su negativa a marcharse. La fiesta apenas y comenzaba. Era imposible que hubiera una reunión del consejo sin fiesta, licor y bailes. Desde preciosas bailarinas orientales, hasta danzas caucásicas que eran acompañadas de mucho raki y licor de toda procedencia. Ruzgar ocupaba el lugar principal, en un acojinado sofá que tenía la mejor vista, mientras a su alrededor, los demás hombres intentaban ganar su favor sirviéndole alcohol o hablando de sus circunstancias en voz alta.
Celik estaba a su derecha.
Vaya hombre odioso—pensó Elif.
Ella se mantuvo en un sofá a distancia observando los bailes, hasta que todas las mujeres se incorporaron en un círculo, con Aygul en el centro sonriendo mientras bailaba disfrutando de la velada. Elif simplemente observó de la acción en la que claramente no estaba involucrada porque si entraba a ese baile amargaría la diversión de todos. Todas las mujeres sin distinción de una sola formaron parte del baile, mientras las bailarinas contratadas las hacían parte de la diversión mostrándoles los pasos que deberían seguir. Sus maridos las observaban divertidos. La música era felicidad.
Ruzgar bebió un trago de Raki y entonces al levantar la mirada, notó la soledad de su esposa del otro lado del salón, mientras veía a las demás bailar. No tenía que importarle como la estaba pasando ¿Cierto? Aunque siempre parecía un tigre con las garras al aire por si alguien se le acercaba, notó un poco de tristeza en sus ojos. Mierda. A veces olvidaba que era una chica joven a la que cualquier diversión le fue arrebatada cruelmente. Ahmet estaba a sus espaldas un poco incomodo de ver la situación y aunque debía decidió que al final de cuentas era su esposa y no podía permitirle ser el patito feo de la fiesta. Hizo una señal a Ahmet que el hombre comprendió con rapidez y tocando ligeramente su hombro, llamó la atención de Elif para informarle que su marido la estaba llamando. Debió haber ido a casa, pero ella eligió quedarse.
—¿Estás segura de que no quieres ir a casa?
Negó. Claro que no. Ruzgar esperó su respuesta.
—No, aun no.
No estaba obligado a nada, pero aun así fue imposible ignorar los ojos evasivos y se atrevió a decir que un poco dolidos de Elif. Este fue el mundo en el que creció, el mismo que ahora le rechazaba. No dio muchas vueltas al asunto y asintió.
—Bien.
Elif acomodó su vestido para evitar pisarlo con sus tacones y se dirigió de nuevo hacia su posición, pero Ruzgar le sujetó de la mano y le impidió seguir. Le era incomodo verla sola en ese sofá como un alma en pena.
—Quédate aquí.
La mujer intentó notar a que se refería porque no veía ni una sola silla libre en la que pudiera sentarse y como si Ruzgar leyera sus pensamientos, terminó señalando su regazo con sus ojos. ¿Le estaba diciendo que se sentara sobre él? ¡Eso era escandaloso! Lo pensó por varios segundos, pero al notar que todos les estaban mirando con curiosidad, terminó por asentir. Acomodó nuevamente su vestido y subió a su regazo mientras Ruzgar rodeaba su vientre con su mano para mantenerla segura mientras el baile continuaba. Elif acercó sus dedos a los de él y comenzó a tocar los anillos para entretenerse. Al levantar la mirada, notó que Aygul aun continuaba divirtiéndose, pero esta vez no mantenía el mismo brillo sincero de siempre. Ruzgar sujetó su mano cuando se dio cuenta que Elif había descubierto los tatuajes que tenía entre los dedos e intentaba leerlo.
—¿Qué dicen?
—No puedes saberlo. Es un secreto.
—Si fuera secreto no te lo habrías tatuado—replicó haciendo que el hombre sonriera. Los últimos días estaba teniendo respuestas muy ávidas. Le mantuvo sujeta una de sus manos y Elif negó con la cabeza, para después centrar su atención en el baile. Realmente extrañaba poder participar. Sonrió al recordar a su madre en esos eventos y de inmediato se dio cuenta que era algo que no se repetiría y que solo tendría presente en su mente.
Un mesero pasó delante de ellos y ella tomó dos copas de raki.
Le tendió una a Ruzgar y la otra la bebió de golpe.
El raki con su intenso sabor a anís y ese tono blanquecino era delicioso. Sin poder evitarlo, Ruzgar mantuvo sus ojos en ella y esa expresión de intensidad que formó con su rostro cuando el liquido pasó por su garganta y le dejó el intenso sabor en la boca. Labios con sabor a Raki, una nueva adicción descubierta para él. Sin darse cuenta le estaba viendo los labios nuevamente más de la cuenta. Elif hizo un sensual movimiento con sus dedos para acomodar el labial.