Todo podía resolverse con una pregunta, pero si lo hacía, tendría que explicar como lo sabía y entonces, eso si sería un enorme, fatídico, terrible e inevitable problema. Ese maldito estaba buscando ponerle ideas locas en la cabeza y no iba a darle gustó. El agua corrió por su cuerpo y ella colocó un poco de Shampoo en su cabeza y comenzó a masajear su cuero cabelludo con cuidado. Se relajó un poco cuando llegó el turno del gel de baño y comenzó a extenderlo por su cuerpo, aun estaba comenzado a hacer espuma cuando los vellos del cuerpo se le erizaron por completo. Se quedó rígida y sus manos quedaron suspendidas sobre su pecho. Tenía que ser una broma… —A veces me pregunto cuáles son tus limites… Su risa ronca llegó hasta su interior en una sacudida placentera. —¿Quieres ponerme

