No pienses en eso. Pasó las manos por su cabello mojado y refrescó sus pensamientos. No tenía sentido complicarse por esos demonios que amenazaban con convertir sus frustraciones en verdaderos dolores de cabeza. Solo quería evitar tener sobre sus hombros la carga de los recuerdos. Si hubiera una píldora para perder la memoria, la tomaría sin dudarlo, solo para poder tener un poco de descanso ante sus sensaciones culposas. El reloj marcó las once de la noche y cuando observó sus dedos, notó que había pasado más tiempo del esperado dentro de la ducha. Ruzgar no se encontraba en la habitación, así que se cambió con rapidez y comenzó a secar su cabello. Al terminar, se asomó por la ventana. Soledad. En un barrio así, las personas tenían residencias para escapar del bullicio de la sociedad y

