Zayd que conocía perfectamente sus manías, ignoró la presencia de la mujer que definitivamente no era su hermana y señaló los papeles. La mujer sintió también el golpe de luz y al ver que no estaban solos, casi pegó un grito mientras cubría su cuerpo de forma pudorosa. Si, si, se mostraba precavida y habia dejado que un hombre casado durmiera con ella, puras hipocresías que no iban con Zayd. —Yallah, yallah—espetó para que la mujer abandonara la habitación. Su hermano se sentó sobre la cama y pasó las manos por sus ojos. Frunció el rostro aun más y cuando se quedaron a solas reprochó que le hubiera despertado. Mierda. Eran las dos de la mañana. —Espero, realmente espero que sea importante. —El hijo de puta… —¿Qué? ¿De que hablas? —preguntó tomando los papeles que su hermano señalaba

