Es sábado, están nuevamente juntos, el uno frente a el otro, luchando por mantener el control de sus emociones que se revelan en sus miradas. Ryeo lleva a la taza a sus labios y da un sorbo deleitándose en ese exquisito té que Dal Sam ha recibido de su novio que reside en China. Esboza una sonrisa satisfecha mientras siente la mirada oscura sobre ella, ahora ya no la inquieta tanto, pero le sigue generando un sentimiento que le cosquillea. Carraspea levemente y mira al pelinegro que la detalla. — ¿Desea que haga algo? Yi Jeong niega, acariciando la caja que tiene a su lado en el suelo. — Sólo quiero mirarte. En ese momento ella se pregunta por qué le gusta hacerlo, en sus adentros se remueve un pensamiento que le hace sentir miedo, pero se dice que es imposible que sepa la verdad. Son

