Yi Jeong mira por la ventana de su oficina con cierta inquietud, teme lo que puede venir, lo que todavía no sucede. Da un par de vueltas con respiración agitada, debe pensar con cabeza fría y tomar decisiones que no le afecten de manera irreparable. Las palabras de su madre no dejan de repetirse en su mente, parecen un mantra ávido que le acusa en la soledad, que le quema y arrebata la paz que causa la imagen de Ryeo. Lleva su pulgar a la boca y muerde la uña hasta el punto de lastimarse, trata de controlarse, pero no puede. Su corazón no deja de latir angustiado desde ese día en que Ryeo le dejó plantado, miles de escenarios se pintan en su mente, cada uno de ellos peor que el anterior, aquejándole en hondas de culpa y despecho. No puede pensar mal de ella, sabe que todo eso es errado,

