Capitulo 5

2663 Words
Ambos salieron y cuando Reth estaba por subir al coche, Kilian lo tomó del brazo, lo giró y lo obligó a mirarlo, haciendo chocar su espalda contra el coche.   –¿Qué fue eso? –preguntó más que molesto, asesinándolo con la mirada. Reth le mantuvo la mirada con una sonrisa petulante en los labios.  –No sabía que la ODSRS tenía a personas agresivas, creí que se mantenían en el bajo perfil –comentó y llevó una de sus manos a la mano de Kilian que lo sostenía del brazo.  –No te hagas el idiota Reth, ¿por qué has hecho eso? –le contestó apretando más su agarre sobre su brazo.  –¿Qué pretendías Kilian? ¿Salir y tener la posibilidad de ir y contarles todo lo que se estuvo hablando allí a los de tu organización? Lamento decirte que no soy tan estúpido como para permitir algo como eso –quitó el agarré de Kilian sobre su brazo ejerciendo presión sobre le agarre, hasta que Kilian hizo una mueca de dolor y quitó su mano.  –Esto no es un juego Reth. ¿Acaso has escuchado lo que ha dicho y no has visto las cartas?  –¿Ahora te interesa mi futuro?  –¡Morirás! –le contestó exasperado –¿Acaso eso no te preocupa?  Reth se limitó a encogerse de hombros.  –De algo hay que morir –le contestó sin mucho entusiasmo de seguir con la conversación.  –¿Acaso tan poco te importa tu vida? –le preguntó Kilian sin poder creérselo.  Reth abrió la puerta del coche y se sentó, esperando que Kilian la cerrara, lo cual hizo segundos después y rodeó el coche para poder subirse del lado del conductor.  –Eso era lo que querías que William me dijera ¿no es así? –le preguntó cuándo ya se encontraron a mitad de camino, rompiendo el silencio.  Reth contemplaba por la ventana las pequeñas gotas de lluvia que comenzaban a caer. Los recuerdos comenzaron a invadir su mente y solo podía ver la angustia en el rostro de William y el rostro ya sin vida de la persona que su único amigo había amado y amaría por siempre.  –Nina era muy buena mujer y… amaba a William –comentó sin quitar la mirada de la ventanilla –Ambos eran la pareja perfecta. Se complementaban el uno con el otro aún sin haberse conocido demasiado –suspiró y giró su rostro para ver los ojos de Kilian por el espejo retrovisor –¿Puedes subir la calefacción? Tengo frío –le pidió sin muchas ganas y volvió su mirada a la ventanilla. No tenía nada más que decir y la verdad era que no quería decir nada. Cada vez que pensaba en aquello, en lo que había pasado, un gran nudo comenzaba a formarse en su estómago y garganta, y  todas ganas de hacer algo o de planear algo se le iban. Se sentía mal ante aquello, pero tambien porque parecía que la culpa, aunque William nunca lo había culpado, lo terminaría consumiendo.  No notó cuando llegaron a la casa.  –¿Te molesta si me llevo el coche esta noche? No vivo cerca de aquí –le dijo Kilian girándose a mirarlo.  Reth no reaccionó.  –¿Reth? –lo llamó, pero el nombrado no le contestó y tampoco lo miró –¡RETH! –le terminó gritando.  Reth reaccionó y lo miró, limitándose solo a asentir con la cabeza y bajarse del coche, entrando a su casa segundos después. Escuchó el coche irse, pero ni siquiera se giró a mirar si se iba seguro. Tampoco encendió la calefacción en su casa y sin más se fue a acostar.  *** Cuando llegó a su departamento vio al pequeño gato n***o acercarse como siempre lo hacía cada vez que él llegaba de trabajar. Lo tomó entre sus manos y le acarició debajo de la mandíbula.  –¿Cómo has estado? –le preguntó con los del pequeño animal clavados sobre los de él, sabiendo que no le contestaría –¿Bonnie te ha tratado bien? –le preguntó mientras se quitaba los zapatos en el pequeño pasillo y veía una cabellera castaña aparecerse por el living.  –Siempre trato bien al Señor Bigotes –le gritó la joven que apareció y lo miró con cara de pocos amigos.  Kilian miró a su hermana, ya que ambos se parecían demasiado a excepción de su cabello y se acercó a ella.  –Sabes que no se llama Señor Bigotes –le dijo cuando ya se encontró a su lado y ella le quitó el animalillo de las manos.  –Tu puedes llamarlo como quieras, yo le seguiré diciendo Señor Bigotes –le contestó sacándole la legua y él se dirigió hacia la cocina que estaba unida con el living –¿No has comido? –le preguntó extrañada mientras se sentaba en la barra que tenía donde solía desayunar, almorzar y muy pocas veces cenar.  –No he tenido tiempo –le contestó sacando de la heladera una bandeja con queso y jamón que había comprado hacia unos días.  –Es raro que vengas aquí a comer, por lo general siempre…  –Tengo que trabajar temprano mañana.  –¿Se terminaron las salidas nocturnas? –le preguntó ella con una leve esperanza en sus ojos que Kilian notó. Suspiró y asintió con la cabeza.  –Por lo que parece si –le contestó mientras sacaba el pan y comenzaba a prepararse unos sándwiches, sin poder dejar de pensar en lo que había pasado con aquella mujer y con el idiota que tenía que cuidar y proteger –Bonnie –llamó a su hermana y esta lo miró atenta mientras seguía acariciando a su mascota.  –¿Qué pasa? –le preguntó al ver que él no formulaba su pregunta.  –¿Recuerdas a mamá? Una de las cejas de Bonnie se levantó y ladeó la cabeza hacia un lado.  –Rara vez hablas de ella, ¿por qué ahora quieres recordarla? Kilian suspiró y negó con la cabeza.  –Recuerdas que siempre intentó que nos mantuviéramos fuera de lo que ella hacía.  –Muy bien no le fue dado que los dos terminamos trabajando para la ODSRS –contestó y dejó ir al pequeño gato para luego volver su mirada sobre su hermano –Pero si quieres hablar de ella es porque algo te está incomodando o molestando, ¿qué pasó?  –¿Qué harías tú en el hipotético caso de que una bruja te diga que moriría dentro de poco?  –¿Alguien te ha dicho que morirás dentro de poco? –le preguntó algo preocupada y extendió una de sus manos alcanzando una de las suyas.  –Dije en el hipotético caso –le contestó sacando su mano de debajo de la de Bonnie.  –Tu no haces las preguntas por nada Kilian, te conozco más que a mí misma, ¿por qué la pregunta? Kilian suspiró exhausto y se llevó una de sus manos a su sien.  –¿No puedes simplemente contestar la maldita pregunta? –le preguntó algo molesto mientras le daba le primer bocado a su cena.  –Mira, no sé lo que ha pasado hoy y por la forma en que lo preguntas y en que te encuentras, puedo suponer que no me dirás nada, así que te contestaré, pero primero, ¿por qué no apareces en los datos de la ODSRS si ayer lo hacías?  –¿Estuviste buscándome? –le preguntó incrédulo.  –Lamento decirte hermanito que dado que hoy no te he visto por la tarde y te he visto salir con ese tal William, el cual no me cae para nada simpático como ya sabes, me preocupé y te busqué ¿En qué andas?  –Me resulta extraño que no lo hayas sacado ya –comentó entre molesto y agotado.   –Sabes que en la parte de investigación no somos tampoco tan buenos.  –¡Ya! En fin, ¿contestarás mi pregunta?  –Creo que si alguien me dice que moriré dentro de poco me preocuparía sobremanera e intentaría evitarlo. Lo que si estaría algo demasiado perseguida.  –¿Y si eres inmortal? ¿Si has vivido ya demasiado tiempo y no tienes nada que te anime a seguir viviendo?  –Si es así, creo que… –se llevó una de sus manos a su barbilla –La verdad es que no sé qué decirte Kilian. Claramente no soy inmortal y no puedo ponerme en la piel de otra persona o ser. Sé que algunos de los experimentos se han hecho con inmortales y con todo tipo de criaturas que no querían seguir existiendo y aceptaron aun sabiendo que morirían, pero no sé qué decirte, porque sinceramente creo que siempre tenemos algo por lo que seguir viviendo, porque si no serían muertos vivientes. Aunque sé tambien que la carga de vivir mucho tiempo es mucha.  Kilian no quitó su mirada de su hermana, hasta que suspiró y terminó su cena de solo tres bocados.  –Iré a dormir –le comunicó antes de dejar la cocina e irse hacia la puerta que conducía a su habitación.  –Kilian –lo llamó y este se detuvo, sin girar a mirarla –Sabes que te quiero mucho y que aunque trabajemos en la ODSRS ninguno de los dos tiene que esconder nada del otro. Yo no soy quién para juzgarte.  Miró a su hermana por encima de su hombro y volvió su mirada hacia la puerta de su habitación suspirando. Levantó una de sus manos y la saludó antes de entrar y tirarse en la cama, cerrando la puerta detrás de él.  –Sabes que odio esto –le había dicho Reth cuando la mujer dejó delante de él el mazo de los que parecían ser cartas de tarot.  –Y yo odio que no veas lo que se está viniendo en tu vida. Le prometí a tu madre que te mantendría a salvo, pero parece que no haces caso a nada de lo que te digo.  –¿Acaso querías que no fuera a aquel lugar? –le preguntó Reth levantando una de sus cejas –Sabes que aunque lo hubieses intentado impedirlo hubiese ido. No podía dejarlo.  Ella lo miró intensamente hasta que volvió a señalar las cartas. Reth suspiró, pero aun así, asintió con la cabeza, viendo cómo la mujer luego abría el mazo dejando todas las cartas boca abajo y a la vista. Reth tomó una de las cartas y la mujer se la quitó de las manos, dejándola a la vista. Ahogó una exclamación y aunque él no era un experto en lo de las cartas de tarot, sabía que la carta de la muerte no era una para tomársela a la ligera.  –Lo sabía –dijo y miró a Reth –¿Qué harás? –le preguntó, dándole a entender que Reth entendía a la perfección lo que aquella carta implicaba.  –¿Qué haré con qué? –le preguntó y la miró con cara de pocos amigos.  –Sabes que no eres tan poderoso como antes Reth y menos en tu estado actual –lo reprendió –Debes de en algún momento tomarte algo en serio.  –No tengo nada que hacer, por eso odio venir aquí. No quiero saber mi futuro inmediato, ni futuro, lo que tenga que pasar, pasará –le contestó levantándose –Ahora si me permites, tengo cosas que hacer –le contestó dirigiéndose hacia la salida y él tambien lo hizo, pero cuando estaba por salir, al igual que Reth lo estaba por hacer, la mujer lo tomó de la muñeca y lo obligó a girarse, tirando sobre él un polvo color morado.  Tosió y luego la miró incrédulo.  –Todo lo que se ha dicho no podrá salir de tus labios aunque lo intentes, pues un gran problema sería.   Miró la mesita de luz que tenía a un costado de su cabeza, pues no había caído a su cama como debería de haberlo hecho. No tuvo las fuerzas para cambiar de posición, ni de cambiarse. El sueño comenzó a apoderarse de su cuerpo y poco a poco fue cayendo a los brazos de Morfeo.  A la mañana siguiente despertó y vio su desayuno preparado y una nota de su hermana a un lado.  Kilian, tuve que irme. Vuelvo al mediodía para darle de comer a Señor Bigotes. Cuídate ¿vale? Nos vemos por la noche, o eso espero. Chau chau.  Kilian suspiró y miró hacia sus pies, pues el gato había comenzado a restregarse contra sus piernas.  –No se cansa de llamarte Señor Bigotes –le dijo mientras se agachaba y lo tomaba entre sus manos.  Lo miró a los ojos y luego lo apoyó sobre su pecho, acariciándolo. Con la mano libre logró sentarse en los taburetes que tenían para la isla y comenzó a desayunar lo que su hermana le había dejado preparado.  Cuando terminó se bañó y cambió lo más rápido que pudo, pues William le había dicho que tenía que ir cerca de las siete y media de la mañana para que Reth pudiera estar a las ocho ya en la oficina. Saludó antes de irse al animalillo y se fue hacia la casa de Reth con el coche que se había llevado.  Cuando llegó le sorprendió un poco ver la puerta de ingreso abierta y con sigilo y mirando hacia todos lados, comenzó a entrar, viendo todo en su lugar y todo perfectamente arreglado como lo había visto el día anterior.  Pero al llegar a la habitación todo cambió.  –¡RETH! –exclamó al verlo tirado sobre la cama boca abajo, dejando a la vista, por debajo de la camisa que llevaba puesta, unas líneas de un color azul claro que brillaban –Reth –volvió a llamarlo mientras lo daba vuelta y veía que en su rostro tenía dibujado tambien unas líneas del mismo color que tambien brillaban.  Su piel pálida y casi transparente parecía contrastar con aquella luz débil que parecía iluminarlo.  –¡Joder Reth! –lo sacudió, pero el nombrado no abrió los ojos y tocando una de sus manos se percató de que esta estaba muy fría.  Con habilidad logró sacar del saco que llevaba puesto su celular y llamó a la única persona que creía sabría qué hacer.  –¿Kilian? –preguntó su voz extrañado –¿Qué sucede?  –¡William! –lo llamó algo alterado y miró el rostro de Reth –¿Qué hago?  –¿Qué haces con qué Kilian? No te entiendo.  –Reth… él… está frío y brilla.  –¿Que qué?  –Está desmayado, ni siquiera sé si está vivo.  –Vale, vale –le dijo William intentando calmarlo –Escúchame atentamente qué tienes que hacer hasta que llegue ¿vale?  –¿Qué hago?  –Primero, ¿Reth está vestido o desnudo?  –Vestido –le contestó escuchando cómo el ambiente de William cambiaba a su alrededor.  Oía coches, cuando antes no lo había escuchado. Bocinas.  –Vale, entonces desnúdalo.  –¿Que haga qué? –le preguntó algo alterado, pues estaba muy lejos de querer hacer lo que William le estaba pidiendo.  –Lo tienes que hacer Kilian. ¿Cuánto brilla? –le preguntó y escuchó cómo cerraba la puerta de un coche.  Kilian miró a Reth y vio cómo el brillo había disminuido un poco desde que había llegado.  –Yo… Yo no lo sé… parece estar apagándose.  –Y lo hará completamente si no me escuchas ¿lo entiendes? Haz lo que te he pedido. Luego tambien desnúdate tú y cúbrete con el cuerpo de Reth y varias mantas, en quince minutos estoy por allí –fue lo último que le dijo antes de colgar.  Kilian tiró el celular y miró a Reth con un gran dilema en su mente. Hacerlo o no hacerlo.
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