Capitulo 3

1766 Words
El hombre asintió con la cabeza y salió de la habitación, dejó entrar a una mujer muy pocos minutos después.  –¿En serio has tenido el descaro de decir que no tienes hermana? –le preguntó la mujer enfadada mientras ingresaba a zancadas a la habitación y se colocaba frente a él, del otro lado del escritorio que los separaba. Parecía enfadada.  –Es cierto en parte –le contestó y se encogió de hombros –No eres mi hermana Loring.  –¡Joder Reth sí que te tomas demasiado a pecho lo de los parentescos! Que no tengamos padre en común no significa que no seamos hermanos –exclamó y se percató de otra presencia dentro de la habitación. La mujer de cabellos rubios casi blancos se giró y miró a Kilian.  –¿Y este?  –Cortesía de la ODSRS –le contestó mientras seguía con su trabajo –¿Para qué has venido?  –Es mamá, hace más de dos meses que no sale y ya no sé qué hacer. Sabes que siempre has sido su preferido quizás… –No iré.  La mujer rodó sus ojos color celestes y los clavó sobre su medio hermano.  –¿Hace cuánto ya que no la visitas?  Reth levantó la vista y la miró.  –¿Quince años quizás? –comentó y se volvió a encoger de hombros –La verdad es que poco me importa.  –Cincuenta Reth, ¡cincuenta! ¿Sabes cómo se siente por eso?  –Poco me importa.  –¡Es tu madre!  –Dejó de serlo cuando como una idiota volvió a los brazos de mi padre. Le advertí lo que sucedería si lo hacía. –Sabes que nunca ha dejado de amarlo aunque lo hubiese querido. Ella lo amaba Reth.  Reth levantó la mirada furioso y la clavó en los ojos celestes de su hermana.  –¡Oh, vamos! ¡Por favor! ¿En serio lo dices? Lo que siente nuestra madre por esa lacra no es amor, sino que es esa jodida obsesión que implanta en todo lo que se mueva solo para ganar provecho de algo. Él nunca ha amado a nadie más que a él mismo.  –Sabes que su muerte le ha afectado y tu sin… –No creas que diciéndome eso conseguirás que vaya. No iré.  –¡Tambien es tu elemento! ¿Por qué no logras entender que mientras más lejos estás del agua más débil te vas haciendo? Reth volvió su mirada al ordenador y continuó con lo que estaba haciendo. Los minutos pasaron y ella continuó allí, hasta que bufó.  –¡Bien! ¡No vayas! ¡Cuando muera no pienses que vendré aquí a decírtelo! Y luego de aquello escuchó el gran portazo que dio. Reth suspiró, tirándose hacia atrás, contemplando el techo de su oficina. Sabía que habían pasado cincuenta años desde que no veía a su madre y si hermana hubiese sido más exacta, hubiese dicho cincuenta años y siete meses. Nunca había querido ver a su madre sufrir y menos por un hada que no valía la pena ninguna de sus lágrimas, pero todo se había dado de la peor manera y él no había sabido enfrentarlo y había preferido huir y escapar de ella y esa maldición que parecía atormentarlo cada vez que la veía, pues cada vez que ambos lo hacían ella no paraba de recordarle lo parecido que había salido a su padre y aquello le molestaba demasiado. Nunca había querido aquello, pero su madre tambien lo empujó a ello. Pidiéndole noche y día que se olvidara de su padre, que dejara de compararlo con él, pero parecía que ella era incapaz de entenderlo.  Por eso los seres como él, o como su madre, se habían vedado amar. Porque amar significaba depender de alguien, de pensar todo el tiempo en ese alguien y había veces, en que ese alguien no estaría para siempre a su lado.  –Deberías de escuchar a tu hermana –escuchó comentar a Kilian, lo que lo obligó a dirigir su mirada hacia él.  Levantó una de sus cejas, incrédulo.  –Uno nunca sabe hasta cuándo estarán las personas que nos importan y puede que, por las decisiones que tomamos, terminemos arrepintiéndonos y culpándonos por no haber apreciado esos momentos que uno pudo haber pasado con ellas.  –Eso me deja más que claro que has perdido a alguien que querías y que no la has valorado lo que se merecía –comentó, acomodó sus codos sobre el escritorio, y colocó su cabeza sobre sus manos con una sonrisa ladina –¿Quién será? –su sonrisa se ensanchó –Con lo frío que eres, imbécil y poco perceptivo diría que tu perro ¿me he equivocado? Kilian chasqueó la lengua y miró hacia otro lado.  –No me confundí al decir que todos son iguales.  –Ahí te equivocas demasiado –se levantó y se dirigió hacia él –¿Quieres ver que tan diferente somos nosotros los “sobrenaturales”? Reth invadió por completo el espacio personal de Kilian, y este se molestó sobre manera cuando Reth colocó una de sus manos sobre su pecho. Con algo de agresividad, tomó su brazo de la muñeca y lo quitó del lugar de un fuerte movimiento.  –Siento decirte pero no me van para nada los seres como tú.  –Querrás decir que no te va ninguno –le corrigió mientras se acariciaba la muñeca que había parecido ser afectada por el fuerte movimiento y tambien porque quería ocultar su rostro.  Algo dentro de él sintió que dolió aquel rechazo por su parte, pero tampoco estaba por admitirlo y tampoco lo entendía. No podía llegar a terminar de entender qué era lo que Kilian provocaba dentro de él. Levantó la mirada y en un abrir y cerrar de ojos, la figura de Reth cambió completamente, dejando a la vista, una mujer un poco más joven que Kilian, de cabellos rojizos, de facciones finas y delicadas y ojos café. Los ojos de Kilian se abrieron de par en par sin poder creérselo.  –¿Cómo…? –intentó preguntar, pero la sorpresa fue demasiado para él y cayó al suelo sin dejar de mirarlo sorprendido y asustado. Reth no quitó la mirada de sus ojos cuando este cayó.  –La culpabilidad es algo que no se borra tan fácil en el corazón de los humanos ¿no es así? –le dijo con la voz de ella.  Era ella. Era exactamente igual a cómo la había visto en sus recuerdos, en su mente y por eso había cambiado. No lo quería ver sufrir y tampoco había creído que Kilian llegaría a reaccionar de la forma en que lo hizo.  –Lina –susurró y extendió una de sus manos hacia él, que aún conservaba la figura de la mujer que había visto en sus recuerdos. Observó cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en los ojos de Kilian, y sin más, luego de dar un largo suspiró, volvió a su forma y se fue a sentar del otro lado del escritorio.  –¿Tienes ropa adecuada para salir? Kilian pareció salir del trance en el que había logrado meterlo y se levantó, con la furia saliendo por sus ojos.   –¿Quién mierda te crees metiéndote en algo que es privado? ¿Cómo has sabido de ella? –preguntó con veneno en la voz.  –Es una habilidad que herede gracias a mi madre –le contestó como si estuviera hablando del clima –Agradecería que no le dijeras nada a tu agencia, aunque tampoco creo que tengas tiempo para poder hacerlo.  –¿Disculpa? Algo tan peligroso como lo que me has mostrado no se puede pasar por alto.  –No podrás dar esta información por teléfono. Tendrás que darla personalmente ¿no es así? Kilian lo estudió con sus ojos azules, sin entender dónde Reth quería llegar. Reth cerró la computadora y se levantó, tomando el saco que había dejado colgado en el perchero.  –¿Vamos? –le preguntó cuándo se encontró a su altura, consciente del a diferencia de alturas.  –William ha dicho que muy rara vez sales de la oficina, ¿Dónde iremos?  –Tu compañero me ha dejado un trabajo para hacer –le contestó dedicándole una falsa sonrisa –Y dado que parece demasiado impaciente por querer tener lo que me ha pedido lo antes posible irás conmigo a un lugar.  Reth abrió la puerta y salió por ella, Kilian lo alcanzó cuando Reth se encontró frente al elevador.  –¿Se va jefe? –preguntó el mismo hombre que parecía custodiaba su puerta de vez en cuando y el que había entrado a informar sobre la presencia de su hermana.  –Así es Ritter. Diles a los demás que pueden marcharse cuando hayan terminado todo.  –¿No necesita que lo lleve a su casa?  –No es necesario, tengo un nuevo servicio –dijo señalando a Kilian –Tu vuelve a tu casa a disfrutar de tu familia –le contestó colocando una de sus manos sobre su hombro y dedicándole una cálida sonrisa, la cual el hombre frente a ellos devolvió antes de dar una leve reverencia e irse.  –¿Dónde iremos? –volvió a preguntar Kilian cuando se encontraron dentro del elevador, hacia la parte de estacionamiento del mismo.  –Primero a mi casa a cambiarnos. Luego, a un lugar donde nos vamos a juntar con Yaila.  Una de las cejas de Kilian se elevó.  –¿Yaila?¿Estás hablando de quien creo que estás hablando?  –Si genio –le contestó mirándolo por encima de su hombro, ya que Kilian se encontraba detrás de él –La bruja oscura más poderosa de toda la ciudad e incluso de todo el mundo.  –¿Y puedes explicarme la razón para ir a verla?  –Parece que tu compañero quiere que haga algo que resulta imposible. En la única que confió es en ella para hacerle algunas consultas y pedidos.  –¿Ahora eres su mejor amigo?  –La inmortalidad tiene sus privilegios –le contestó antes de que el elevador se abriera y los dejara a ambos en el estacionamiento, donde se montaron en un coche n***o, con detalles en plateado y largo. Kilian manejaba, mientras que Reth se colocó en la parte trasera luego de dejarle marcada la dirección en el GPS y contempló el paisaje de la ciudad desde donde se encontraba sentado. El silencio reinó entre ambos, pero ninguno sentía la necesidad de decir algo.
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