—Sí —dijo Martin—, sí, por supuesto. Hacer porno siempre cuesta dinero, ¿verdad? Y el dinero que la gente paga para ver a Kelly, aquí, por ejemplo, se destinará a que pueda seguir viviendo en su residencia universitaria. Sin este dinero, mañana estará en la calle —concluyó Martin—. Ahora, segunda pregunta: ¿has aparecido alguna vez ante las cámaras hablando de sexo?
—No —dijo Kelly.
—¿Alguna vez te has desnudado delante de la cámara? —preguntó Martin.
—¡No! —respondió Kelly incrédula.
—¿Alguna vez has aparecido con un hombre desnudo frente a una cámara? —preguntó Martin.
—¡No! Martin… —dijo Kelly, molesta.
—¿Has hecho alguna vez algo s****l delante de una cámara?
—No —dijo con frustración.
—¿Fotografías fijas o vídeos? —preguntó Martin.
—No, Martin, no. Oh —dijo Kelly, abriendo mucho los ojos y mirando fijamente a Martin.
—¿Así que dirías que eres una aficionada en este negocio? —preguntó Martin.
—Ah… ese es el nombre de tu sitio web —dijo Kelly con una breve sonrisa—. No, quiero decir, sí, Martin. Ni siquiera soy una aficionada —aclaró con énfasis—. Soy una completa desconocida.
—Impresionante —dijo Martin—, e inteligente también. Es evidente que es universitaria. Me está enseñando palabras nuevas. Ahora tendré que comprar ese dominio también. —Martin respiró hondo—. Vale, Kelly, respira hondo. ¿Y qué hay del sexo?
—¿Y qué? —preguntó Kelly inocentemente.
—¿Has tenido alguna vez novios? ¿O novias? —preguntó Martin.
—¡Ninguna novia! Al menos no ninguna con la que tuviera una relación s****l —afirmó Kelly—. Pero he tenido cuatro novios.
—¿Y con "había" te refieres a…? —preguntó Martin.
—No, tú eres un sucio. Al menos no el primero —dijo Kelly con una sonrisa burlona. Sabía cómo sonsacarle información.
—Cuéntanos sobre la primera. Cuéntanos qué hacías cuando querías ser… romántico —insistió Martin.
—Bueno, nos sentábamos en el coche de sus padres y usábamos la saliva y las manos —dijo Kelly.
—¿Sobre ti? —preguntó Martin.
—¡No, él no! —aclaró Kelly. Sentía picazón.
—¿Y eyaculó cuando hiciste esto? ¿Produjo semen? —preguntó Martin.
—Sí, sé qué… sé cómo hacerlo —aseguró Kelly a Martin.
—¿Eso fue todo con el novio número uno? —preguntó Martin.
—No, yo… ¿usé mi boca? —preguntó Kelly con incertidumbre.
—¿Le hiciste una felación? —preguntó Martin.
—No, no era un pez, yo no lo fileteé —dijo Kelly. Ahora estaba haciendo el ridículo.
—¿Le pusiste la boca en el pene? —aclaró Martin.
—Sí —dijo Kelly. La luz era cálida. Ella empezaba a mojarse.
—¿Te lo metes en la boca? —preguntó Martin.
—Sí, sé qué hacer. Todo estaba en mi boca —dijo Kelly.
—¿Lo chupaste? —preguntó Martin.
—No —dijo Kelly, como si fuera una perversión—. Solo entra y sale de mi boca.
—¿Y eyaculaba? —preguntó Martin.
—Sé cómo hacerlo perfectamente —dijo Kelly como si le hablara a un niño.
—¿Eyacular en tu boca? —preguntó Martin.
—Ahí estaba —le dijo Kelly como si le hablara a un idiota.
—¿Qué hiciste con él? —preguntó Martin.
—Lo escupí —dijo Kelly—. ¿Qué otra cosa ibas a…? No, no me lo digas…
—Bueno, algunas mujeres se lo tragan —dijo Martin. La expresión de Kelly en ese momento del video es impagable—. Algunas mujeres sacan el pene de su boca en el último momento. Dejan que les salpique por toda la cara o el pecho, ya sabes, los senos. Si hay más de una mujer involucrada…
—Por favor, no, deténgase, Martin —suplicó Kelly, levantando las manos en un gesto de protección.
—No quise causarte daño cerebral —dijo Martin.
—Sí, me estás dejando atontada —convino Kelly, riendo entre dientes. Estaba pensando en todo el equipo de fútbol rociándole la cara y los pechos desnudos con su semen al mismo tiempo.
—En resumen, le hiciste felaciones —aclaró Martin.
—Sí, mamadas —confirmó Kelly.
—Entonces, ¿por qué no funcionó con el primer novio? —preguntó Martin.
—Bueno, él quería ponerlo enseguida y todo eso, pero…
—Meter su pene en tu v****a —aclaró Martin.
—¿De qué otra cosa íbamos a hablar? No… —Las manos de Kelly se alzaron de nuevo en señal de protección.
—Algunas personas introducen el pene en el ano…
—Basta. No estamos hablando de eso. Ya lo he oído —dijo Kelly con desdén.
—¿Nunca lo has hecho? —preguntó Martin.
—¡Sal de ahí, BM! —le informó Kelly, molesta, como si eso zanjara el asunto. Al mismo tiempo, pensaba en aquel jugador de fútbol americano de su clase de inglés, esclavizándola, como a veces hacía. Se lo imaginaba castigándola por no dejar que la penetrara por delante, metiéndosela… por detrás. Se desmayaría del dolor al sentir sus entrañas forzadas hacia atrás mientras él disfrutaba de un placer repugnante. Cuando él terminara, ella vomitaría. Se le saldría de la boca mientras se atragantaba. Entonces, para detenerlo, le prometería dejarlo hacer lo que quisiera. Se retorció y volvió a cruzar las piernas en la cama. Esto dejó entrever que una parte de sus vaqueros se ajustaba a su vulva.
—Bien, volviendo al motivo por el que rompiste con tu primer novio —dijo Martin.
—Bueno, nos besamos, pero… —Kelly hizo un gesto con la mano, frotándose el torso, los pechos, la entrepierna.
—¿No te estimulaba? —preguntó Martin.
—Él no lo hacía, pero esa no es la razón —dijo Kelly—. Le dijo a toda la escuela que nosotros lo hicimos, pero no fue así.
—¿La gente le creyó? —preguntó Martin.
—Bueno, nadie le creyó —dijo Kelly, recordando el alivio que sintió—. Excepto Steve.
—¿Quién era Steve? —preguntó Martin.
—Mi segundo novio —dijo Kelly. Asintió con la cabeza y señaló a Martin fuera de cámara, y ambos exclamaron al unísono: —¡Ajá!
—¿Así que él se te acerca y también lo quiere? —preguntó Martin.
—Algo así —dijo Kelly.
—¿Así que se lo diste a él? —preguntó Martin.
—No, todavía no —sonrió Kelly. Movió las piernas y las nalgas hacia adelante y hacia atrás en la cama un par de veces.
—¿Y qué hiciste con él en su lugar? —preguntó Martin.
—MUCHAS mamadas —dijo Kelly.
—¿Y él te estimuló? —preguntó Martin.
—A veces —respondió Kelly. Enseguida recordó aquella vez en la camioneta de los padres de Steve. Él le había mamado del pecho y se había movido y movido ahí abajo. Ella había gritado con todas sus fuerzas y había tenido un ataque durante varios segundos. Aquella fue la más intensa, y la primera vez que no lo había hecho con su propia mano.
—¿Qué haría él? —preguntó Martin.
—Él me tocaba con sus manos… —dijo Kelly, soñando despierta.
—¿Dónde? —preguntó Martin.
—¡En todas partes! —exclamó Kelly entusiasmada.
—¿En tu vulva, en tu clítoris? —preguntó Martin.
—Mi clítoris, sí —confirmó Kelly. Su abdomen vibraba de tensión. Se sentía vacía y a la vez húmeda. Miró fijamente a la cámara y confirmó: —Mi clítoris. Imaginó a cientos de hombres gimiendo y eyaculando sobre sus pantallas mientras lo decía. Se ajustó la camiseta para que le quedara ceñida por delante y se humedeció los labios.
—¿Y su boca? —preguntó Martin.
—Lo intentamos sin sexo un par de veces…
—Se pronuncia c*********s —dijo Martin.
—Cunni… sí, eso —dijo Kelly.
—¿Qué pasó?
—Pues las dos veces me dijo que ahí abajo huele fatal y que sabe fatal, y que debería lavarme más a menudo —dijo Kelly.
—Quiero darle un puñetazo —dijo Martin.
—Sí, ya lo sé, ¿verdad? —Estaban de acuerdo en cómo manejar este tipo de delitos—. La segunda vez, lo intentó de todos modos, pero se detuvo enseguida y dijo que iba a vomitar inmediatamente —dijo Kelly.
—La pequeña zorra —dijo Martin—. Como si los p***s supieran a bastones de caramelo.
—¡Lo sé, ¿verdad?! —Un puño apareció en cámara desde fuera de plano y chocaron los puños.
—¿Y aun así tuviste sexo con él? —preguntó Martin.
Kelly puso los puños en las caderas. —Estaba bien de las manos, ¿de acuerdo?
—Bien, cuéntanos cómo perdiste la virginidad —dijo Martin.