Amina
Apenas pego un ojo. Sigo repasando lo que pasó con Emiliano en el atrio, llena de autodesprecio y vergüenza.
Me siento débil, y saber que está en la habitación al final del pasillo no ayuda. Tal vez fue una tontería pensar que podía hacer esto y mantenerme distante. Todo lo que sé es que he perdido el control de esta situación, y eso es un problema grave. Solo tengo un mes para encontrar la manera de destruir a este hombre, y ya ha pasado casi una semana.
Para cuando la primera luz del amanecer se cuela por las ventanas, renuncio a descansar de verdad. Me visto con ropa informal, agarro una chaqueta, salgo de mi habitación y bajo las escaleras, manteniendo mis pasos ligeros para no despertar a Emiliano. Solo necesito escapar un rato, tomar un poco de aire fresco y pensar.
No tengo un destino en mente. Esto no es Nueva York, el lugar donde he vivido toda mi vida. Londres es literalmente territorio extraño para mí. así que elijo una dirección al azar y empiezo a caminar. El sol está saliendo, así que hay poco tráfico y casi no hay gente en la calle. Mi mente sigue siendo un revoltijo de pensamientos sobre lo que hice anoche, y no presto mucha atención a mi entorno hasta que veo un bonito parque más adelante. Es grande y exuberante, con flores plantadas y senderos que serpentean entre los árboles: el lugar perfecto para pasear mientras intento asimilar lo que pasó anoche.
No me corrijo. No sucedió sin más. Aunque el tomó el control, de una manera que odio admitir que todavía me emociona, tengo que tomar responsabilidad por lo que hice anoche.
Con Emiliano.
Debajo de él. Contra él.
Gimiendo por más.
Mis mejillas arden de humillación. ¿Cómo pude disfrutar de que ese hombre me tocara? Lo odio. Ardo por verlo sufrir, por verlo destrozado, como debió haber destrozado a Milo.
Pero aun así…
Vine por él. Voluntariamente. Y Dios, lo haría todo de nuevo.
¿Entonces que demonios hago ahora?
Camino, dándole vueltas en mi mente. Una parte de mi quiere seguir caminando: Cortar y correr, y nunca mirar atrás. Emiliano no sabría dónde encontrarme, todo lo que le he dicho es mentira. Podría irme en cualquier momento y no volver a pasar por esto.
Pero no puedo hacerlo.
Juré venganza y no me echaré atrás. Milo merece algún tipo de justicia, y voy a ser yo quien se la de. Eso significa usar todo lo que esté en mi alcance contra el hombre que lo manipuló.
Mi cuerpo puede ser un arma. Lo estoy usando para adormecerme con una falsa sensación de seguridad.
Si, es difícil perdonarme por disfrutarlo, pero solo tengo que replantearme, como lo veo. Lo estoy usando. Me estoy acercando a él y si eso significa tomar mi placer al mismo tiempo…
Bueno, ¿Por qué no? después de todo, Emiliano no dudaría en tomar todo lo que quisiera. Cualquier cosa. No sentiría ni una pizca de culpa o remordimiento por hacer lo que sea necesario para destruir a su enemigo.
Entonces, ¿Por qué no puedo? Todavía detesto a ese hombre. No flanqueo en mi determinación de lastimarlo. En todo caso, la culpa que siento por mi placer solo me alimenta aún más.
Además, ni siquiera yo soy tan ingenua como para pensar que esta atracción s****l entre nosotros no me está ayudando a acercarme más. A Emiliano claramente le encanta la idea de enseñarme las formas de seducción, ser el primer hombre en conocer mi cuerpo así. Si puedo mantenerlo concentrado en su conquista, entonces tal vez lo distraiga, me dé una oportunidad para vengarme.
Tranquila, empiezo a caminar de nuevo, más despacio esta vez. Salgo del parque y camino por la calle. No recuerdo de que dirección vine en mi estado de agotamiento, pero realmente no me importa ahora mismo. todavía no estoy lista para volver con Emiliano. Estoy disfrutando de esta oportunidad para aclarar mi mente.
Veo una cafetería y me dirijo hacia esa dirección. Hay una larga fila, pero no tengo prisa, pero cuando finalmente hago mi pedido, me doy cuenta de que reconozco a una mujer en una mesa cercana. Es la rubia del baño del club anoche, la que hace todas esas preguntas casuales sobre Emiliano.
—¿Lulu? —
Levanta la vista de su portátil y esboza una sonrisa encantada. —¡Amina! — dice radiante. —Mi salvadora sanitaria—
Me río. —Ese tiene que ser el apodo más raro de la historia—
—¿Vas a tomar un café? — pregunta. —Los lattes de matcha son increíbles—
—Tendré que probar uno la próxima vez— digo, —hoy lo dejaré simple— Llama a mi pedido y voy a recogerlo.
—Ven, toma asiento— dice Lulu señalando la silla libre.
—¿No estás trabajando? No quiero interrumpir
—Por favor, me muero por un descanso— insiste. —Eres tú o echar un vistazo a las boutiques cercanas, y mi cuenta de cheques no lo soporta. Asique quédate—
—Bueno, por el bien de tus ahorros…— Acepto, tomando asiento con una sonrisa.
Lulu cierra su portátil y la guarda en su bolso. —¿Qué te trae por esta parte de la ciudad? — pregunta.
—Solo estaba dando un paseo— digo. —Echando un vistazo—
—¿Vienes de casa de Emiliano? —
Hago una pausa. —¿Cómo lo sabes? —
Ella suelta una pequeña risa. —Una suposición fundamentada, por la forma en que te miraba anoche. Además, las casas en esta zona son bastantes caras— añade. —Los simples mortales como nosotros solo podemos soñar, ¿verdad? —
—Claro— repito con una sonrisa, pero mis sentidos arácnidos definitivamente estan hormigueando ahora. —Y si, me estoy quedando con Emiliano por el momento—
Sus ojos se abren de par en par. —¿Eso significa que tienen una relación real? —
Bien, es suficiente.
—¿Y a ti que te importa? — pregunto, mirándola desafiante. —¿Por qué haces tantas preguntas sobre él? Y no mientas— añado. —No eres muy buena en eso—
Lulu hace una mueca. —Mierda, pensé que me estaba haciendo la interesante. Bien, de acuerdo. Soy periodista. Al menos, quiero serlo— añade, —pero ahora mismo la Gazette me tiene atrapada en la agenda social, escribiendo sobre almuerzos benéficos y partidos de polo. Pensé que si podía conseguir una historia sobre el gran Emiliano Wilder…—
Frunzo el ceño. —Entonces, ¿me has estado siguiendo para intentar conseguir algún tipo de primicia? —
—¿Qué? ¡No! — protesta, y esta vez puedo ver que es genuino. —Es una total coincidencia, lo juro. No pude evitar preguntar, no quise mentir ¿perdón? —
Pienso rápido. lulu claramente sabe más que yo sobre la sociedad londinense, e incluso si ella tiene sus propios planes aquí, bueno, yo tambien.
Tal vez podamos ser útiles la una a la otra.
—Perdonada— la tranquilizo con una sonrisa. —Aunque ahora me debes dos copas—
—¿Qué tal un almuerzo? — ofrece inmediatamente.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco. Emiliano está llamando. Hago clic, para enviarlo al buzón de voz y lo guardo de nuevo.
—¿Sabes qué? Tanta hambre— sonrió, —¿Conoces algún buen lugar para comer? —
—Hay un lugar genial, a la vuelta de la esquina—
—Perfecto—
Salimos de la cafetería y nos dirigimos a un restaurante cercano. Nos sentamos afuera, bajo un toldo de rayas de caramelo, y pedimos sándwiches de albóndigas con un aspecto delicioso que Lulu jura que son los mejores de la ciudad.
—No lo sé— bromeo, —Un Sándwich de Nueva York pone el listón bastante alto—
Lulu gruñe: —Me encanta Nueva York, tienes mucha suerte. ¿Creciste allí? —
Hago una pausa. Por mucho que quiera ser su amiga, sé que debo tener cuidado. Lulu es una periodista con una agenda, así que no puedo ser completamente honesta sobre quien soy. Tengo que mantener la identidad fabricada que Emiliano conoce.
—Al norte del estado— digo, manteniéndolo simple. —Pero siempre he querido viajar, así que es agradable estar en un lugar diferente—
—Y estoy segura de que estás experimentando lo mejor de la ciudad con un hombre como Emiliano Wilder— dice Lulu, sonando envidiosa. —El hombre tiene el mundo entero a sus pies—
—¿Verdad? — Estoy de acuerdo. —Aunque es una especie de enigma. Todavía estoy tratando de descifrarlo—
—Bueno, buena suerte descubriendo algo— dice Lulu, claramente feliz de cotillear. —Es todo un misterio. Muchos periodistas quieren la primicia sobre él, pero lo máximo que se sabe es que tiene toneladas de dinero, una serie de mujeres y una reputación despiadada en los negocios—
—¿Eso es todo? — pregunto, decepcionada.
—¿Nadie sabe nada más sobre él? —
—Si lo saben, no estan hablando— Lulu se encoge de hombros. —No es que pueda culparlos. ¿No querría cruzarme con un hombre como él? Da un poco de miedo, ¿no crees? —
—Me gustan los hombres poderosos— declaro y ella se rie.
—No me malinterpretes, ¡Yo tampoco lo echaría de la cama! —
Es increíble lo abierta que es Lulu, pero me alegro. Incluso el simple hecho de saber que es un hombre extremadamente reservado me ayuda. Refuerza mi determinación de usar mi cuerpo para acercarme a él. Podría ser mi única forma de entrar.
—¿Cuánto tiempo llevas investigándolo? — pregunto casualmente. Mi teléfono vibra en mi bolsillo, pero ni siquiera lo saco esta vez. Estoy segura de que es Emiliano de nuevo, y no estoy lista para hablar con él.
—Oh, en realidad no lo estoy investigando, ni nada por el estilo— dice Lulu, —Solo tengo curiosidad. Todos la tienen— añade. —Es decir, es uno de los hombres más poderosos del mundo financiero. Además, todo es tan trágico, lo que pasó con su padre—
Me animo. —¿Qué pasó? —
—¿No lo sabes? — Lulu parece sorprendida.
—Quiero decir, sé que falleció cuando Emiliano era más joven— digo rápidamente,
—Fue mi triste. Un accidente de coche— dice.
—Se salió de la carretera y se estrelló contra una farola—
—Eso es horrible— coincido. —¿Emiliano resulto herido? —
Lulu niega con la cabeza. —No estaba allí—
—Oh. Aún así, horrible— coincido haciendo una nota mental para profundizar en el asunto.
—Aparte de eso, son solo las típicas cosas de playboy con Emiliano— continúa Lulu. —Yates, hipódromos y…— Sus ojos mirando algo detrás de mí.
Me giro, justo cuando Emiliano se acerca a nuestra mesa. ¿Qué demonios?
Parece enfadado hasta que me ve sentada con otra persona. Eso lo hace que cambié su expresión a una sonrisa agradable al llegar a nosotros.
—Amina, cariño— dice al llegar a nuestra altura. —Pensé que eras tú a quien vi cuando pasé en coche. Hola— añade sonriéndole a Lulu.
—Hola— susurra.
—Estábamos almorzando— digo alegremente, preguntándome como demonios me encontró.
—¿Ya haciendo amigos? Que bien— Emiliano me mira fijamente y luego extiende la mano. —Soy Emiliano Wilder—
—Lulu Carter. Encantada de conocerte—
Se dan la mano, y para cualquiera que este mirando, parecería una interacción perfectamente normal, pero sé que está estudiándola, tratando de averiguar quién es.
—Bueno, por mucho que odie tener que arrastrar a Amina, tenemos que ir a algún lugar— continúa Emiliano.
—¿En serio? — digo. —Todavía estoy comiendo—
—Haré que mi chef te haga preparar algo en casas. Vamos—
No hay lugar para la discusión. Puedo verlo en sus ojos. Va a dejar este acto encantador en cualquier momento, lo que hará las cosas incomodas y posiblemente asustará a Lulu y la alejará de mí. No quiero perder la oportunidad de saber más de ella, así que decido dejar que gane esta vez.
—¿Sabes qué? tiene razón— le digo a Lulu con una sonrisa de disculpa. —Olvidé que tengo que ir a algún sitio. Te veré pronto, ¿espero? —
—¡Por supuesto! Te llamaré—
Intercambiamos números y luego dejo que Emiliano prácticamente me arrastre de vuelta al coche. Cierra la puerta de golpe tras nosotros y nos alejamos del coche sin decir palabra.
Esta furioso, lo noto.
Pero yo también.