El olor que entraba por las fosas nasales de Elena era algo que la hacía poner completamente nerviosa la cercanía de Christopher en ella, era algo que no esperaba, ni mucho menos esas palabras pidiéndole compensación.
—Pues puedo evitar hacer otro tipo de comentario de esos. Le aseguro que es la mejor forma en la que tengo para compensarlo y le puedo jurar que no volverá a pasar.
—Es que claro que no volverá a pasar. Sin embargo, esa no es la forma en la que me gusta que me compensen… —Ella abrió sus ojos—. No se asuste, no crea que le estoy pidiendo algo indecente. Lo que quiero decir es que debe cuidar lo que hace y lo que dice.
—Le aseguro que no tendrá más problemas conmigo, es más intentaré de cualquier manera no aparecerme en su camino.
—Créame que eso es lo que más le conviene, no cruzarse en mi camino porque después no hay marcha atrás y será inevitable no dejarse llevar por lo que sea que llegue —él habló con voz ronca.
Ella mira a Christopher quién tiene su postura firme frente a ella, cerca, muy cerca colocandola completamente nerviosa por su presencia.
—Es momento de que me vaya —ella dice mientras prácticamente sale corriendo del lugar.
Christopher suelta una risa sardónica. Al girarse se da cuenta que ella dejó una manilla sobre la mesa en donde ella estaba sentada.
Él se agacha a recogerla ya en esos momentos la huele sintiendo el aroma que desprende… él se conoce muy bien y esos ojos, esa boca… toda ella sería perfectamente una de las suyas si así lo quisiera.
—Hijo —Cristopher guarda la manilla y se gira mirando a su viejo padre entrando.
—Papá, no esperaba verte. Bueno la realidad es que no esperaba que vinieras a controlarme. ¿Acaso pensaste que no iba a venir a la universidad a dar clases o qué lo iba a hacer muy mal? —él dice agarrando su maletín para poder salir.
—No estoy diciendo esas cosas. Vine porque quería saludarte, hace mucho no me visitas para poder escuchar tu voz debo ser yo quien llame. —Christopher rueda sus ojos—. Podemos hablar aunque son los minutos te lo juro que no haré nada que te incomode.
—Papá no hables así como si te estuviera haciendo algo, como si el malo fuera yo. Sabes perfectamente que decir alejarme porque era lo mejor, nuestra relación estaba demasiado mal.
—Sabes que espero que todo cambie y que te des cuenta que te quiero.
—Sí, lo sé y a pesar de todo yo también te quiero. Daré las clases por el tiempo que me pediste después de eso seguiré en mi despacho, no me interesa tener que estresarme con alumnos mediocres que no quieren ser alguien en el futuro.
—Sobre eso… creo que debo recordarte que no quiero escándalos sobre relaciones entre tú y alguna alumna. —Christopher comienza a reír.
—Mi vida personal la manejo yo como quiera, te puedo asegurar que mi vida personal no va a interferir nada en tus asuntos de la universidad. ¿Algo más?
—No te lo digo en son de pelea, te lo digo porque te conozco muy bien.
—No, no me conoces nada bien. Nos vemos mañana sí la vida nos da la casualidad de encontrarnos en los pasillos.
Christopher sale de ahí dejando a su padre solo. Él toma sus cosas y arranca hasta su despacho.
Al llegar allí saludó a su mejor amigo, que tenía una copa entre sus manos.
—¿Tan temprano y bebiendo? —Leo camina hasta la mesa y le pasa a su amigo una copa.
—Hoy cerré un caso demasiado importante que nos dejó con mucho dinero… así que hay que celebrar.
—No, puedes celebrar tú solo porque sencillamente yo no puedo. Estoy dando clases de nuevo así que no estoy haciendo absolutamente nada más y me atrasé con mis pendientes.
—Pero no me puedes dejar celebrar solo. Adicional quedamos de ir al castillo, no puedes cambiar de parecer, necesitas relajarte tanto o más como yo —dice Leo.
—Lo siento, pero no me vas a convencer… el sexo no va a ser la mejor manera para quitarme el estrés, al menos hoy no. Ve tu y busca una de las mejores mujeres que haya estoy seguro que celebrarás a lo grande.
—Amigo, sabes que más de una se muere de ganas de estar contigo. Me sentiría muy mal dejándote aquí mientras que yo voy…
—¿Por qué me insistes tanto? —Leo bebe un sorbo largo—. Hiciste una apuesta de nuevo.
—Vamos Christopher, es que no podemos creer que dejes de ir al castillo únicamente porque esa mujer te engañó. Simplemente dije que ibas a ir sin importar que la tuvieras que ver allá.
—Pues déjame decirte que perdiste la apuesta, no pienso ir a encontrarme con ella. Es lo último que me apetece.
—Bueno…al menos celebremos con una copa, vayamos al bar y nos relajamos un poco. Estoy seguro que cuando te llegue una nueva musa de la inspiración irás al castillo y yo ganaré la apuesta. —Christopher mueve su cabeza, regañando con la mirada a su amigo.
—Está bien, solo un trago. Creo que me caerá bien para olvidar toda la mierda a mi alrededor.
Christopher agarra su suéter y ambos salen hasta uno de los bares más cercanos al despacho.
Al llegar allí piden dos copas de whisky, sin embargo la mirada de Christopher se dirige a otro lado, cuando ve a Elena muy cerca suya y tan distinta a como la vio en la universidad.
Él pasó saliva, hace mucho no deseaba una mujer a tan pocas horas de haberla conocido.
Christopher puso la mano en su barbilla... ¿Esto era casualidad o era una jugarreta del destino?