El jueves, al entrar a la oficina del centro, Mónica me llamó, así que me acerqué a ella. Me miró con los ojos entrecerrados y empezó los preliminares del día: «Me masturbé esta mañana pensando en lo que le harás a mi coñito caliente mañana por la noche». Sonrió y supe que decía la verdad. Joder, estaba buenísima. Era la primera mujer con la que hablaba ese día y me había puesto una erección en cinco segundos.
Me quedé pálido ante sus palabras, pero me llegaron al cerebro y a mi pene dispuesto. Dije. - ¡Guau! Supongo que tendré que pensar en algunas ideas. ¿Te gusta el Scrabble desnudo?-
Mónica ignoró mi broma y dijo. - Tengo una propuesta que creo que te podría gustar. A mi mejor amiga, Macy, le gustaría acompañarme. Además, es una apuesta segura. Le he estado contando mucho sobre ti, además, anoche leímos tus publicaciones en f*******:. -
Dicho esto, y antes de que pudiera responder, me deslizó una foto de 13x18 cm sobre el mostrador, tras comprobar que no había nadie más cerca. La foto mostraba a Mónica y a otra chica en bikini, haciendo muecas a la cámara. Estaban en una playa y ambas estaban despampanantes y esbeltas. Los trajes de baño probablemente eran ilegales en los cincuenta estados y en Canadá. La decisión fue obvia.
Le ofrecí de manera informal. - Supongo que eso estaría bien. Odiaría que tu amigo tuviera que quedarse solo en casa mientras tú estás fuera divirtiéndote. -
Dicho esto, me di la vuelta y me dirigí a los ascensores para subir a mi oficina. ¡Joder! Iba a tener otro trío con dos tías buenas.
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El lunes por la mañana, Taylor me reprendió por no controlar mejor mi ritmo. Apenas podía mantener los ojos abiertos y probablemente corría a menos del diez por ciento de mi eficiencia.
Taylor preguntó. -¿Te levantaste de la cama durante todo el fin de semana?-
Asentí. - Para el brunch y la cena del sábado y lo mismo ayer. Compramos otros bocadillos para no tener que salir. Mónica trajo a su mejor amiga. - Mientras decía eso, me preguntaba por qué le estaba contando algo sobre mi vida amorosa a mi compañera de trabajo más cercana. Además, había mencionado un nombre, algo que rara vez hacía. ¿Por qué había dicho algo?
Taylor puso los ojos en blanco y se alejó riéndose. Me pregunté si hablaría con Mónica más tarde para obtener más detalles. Taylor era más lista que la Biblioteca del Congreso.
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El viernes por la noche, tuve una cita con una chica con la que había charlado en la cafetería cerca del trabajo la noche anterior. Se llamaba Emma. Tenía pinta de bibliotecaria sexy, pero presentía que era una ninfómana ardiente bajo esa apariencia tranquila. Por otro lado, tampoco estaba completamente seguro de tener una sola cita con ella.
Fuimos a cenar al Mercado de Quincy en uno de los food trucks que aparcaban cerca. Nos sentamos afuera a pesar del frío y luego echamos un vistazo a los escaparates mientras caminábamos por los distintos edificios.
Cuando salimos del último edificio, Emma me miró y me preguntó. - ¿Nunca me llevarás a tu casa para que podamos follar el resto del fin de semana?-
Conseguí un Uber en sesenta segundos y volvimos a mi apartamento en quince minutos. En veinte, le enterré la polla en su coñito apretado. ¡Dios mío, qué chica! El fin de semana fue espectacular. Emma era, sin duda, la bibliotecaria más sexy. Quedamos en salir juntos de nuevo después de unas semanas. Dijo que tenía una regla de un mes para salir con chicos.
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Taylor me dedicó esa sonrisa cómplice el lunes por la mañana. Me estaba volviendo loca otra vez. Debo hacer algo más que sexo para mejorar mi resistencia y aguante.
Ella bromeó. - Entonces, ¿Emma y tú se llevaban bien? ¿Son compatibles? ¿Caminará con las piernas arqueadas toda la semana?-
Fruncí el ceño. - ¿Cómo supiste que estaba con Emma?-
Taylor me saludó por encima del hombro mientras se alejaba. Nunca obtuve respuesta. Estaba seguro de que no me vigilaba, pero teníamos algunas bases de datos inusuales y casi secretas que usábamos en nuestro trabajo que podrían haberle dado alguna pista.
Harrison me alcanzó un minuto después y me pidió que lo siguiera a su oficina. - Josh, has estado haciendo un excelente trabajo evaluando a las personas que te asignamos a ti y a tu grupo. Tu índice de efectividad personal es mejor que el de cualquier otra persona en tu zona. Así que tengo buenas y malas noticias, quizás, dependiendo de cuánto te gusten los retos a ti y a tu personal. -
Dije con mi mirada perpleja.
-Recibirás un aumento del dos por ciento. Esto es independiente de cualquier aumento general que otorguemos, probablemente a finales de año. Sin embargo, te asignaremos los casos más difíciles de investigar. Incluso creemos que algunas personas de este grupo usan alias para evitar el escrutinio en el proceso de contratación. Muchas de estas personas están siendo consideradas para puestos de mayor responsabilidad, por lo que es aún más importante que hagamos lo correcto para nuestros clientes. ¿Entiendes?-
-Sí, señor.-
-Bien. Aquí tienes tu kit de inicio para la nueva hornada.-Me deslizó diez carpetas rojas por el escritorio. Gruñí por dentro. Una evaluación normal para un puesto directivo en cualquier empresa, a menos que hubiera problemas, tomaba unas cuatro horas. Sabía que podía esperar unas quince o veinte a la semana. Los casos que Harrison me acababa de dar probablemente requerirían ocho o incluso más horas para elaborar un expediente de cada candidato, a menos que realmente estuvieran ocultando algo que hubiéramos descubierto.
Le conté a Taylor sobre mi reunión al bajar. Se ofreció a hacer todas las evaluaciones iniciales para ver qué se podía averiguar sobre cada persona. No encontrar nada podía ser tan malo como encontrar algo realmente jugoso: ilegal, inmoral o que engorda, como le gustaba decir. Me puse a trabajar en los casos que tenía abiertos para cerrar la investigación de esos candidatos.
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Que Taylor se ofreciera a hacer una selección me sorprendió. Era inteligente, y recordaba por su currículum que se había graduado con honores en Wellesley. Me desconcertaba que estuviera contenta con un trabajo en una modesta empresa de investigación que evaluaba a ejecutivos para otras empresas. La empresa también realizaba trabajo rutinario de detective privado. En una ocasión, mencionó que no le habría importado ser detective privado.
Taylor medía aproximadamente un metro sesenta y cinco y era bastante delgada. Solía usar faldas y blusas largas o midi con chales o una chaqueta exterior que le quitaba protagonismo al pecho e incluso al cuerpo, aunque sabía que debía tener algo debajo de todas esas capas de ropa. Tenía un rostro agradable, pero sus gafas de montura oscura no le resultaban atractivas.
Sabía por alguna charla ocasional que era cinéfila. Creo que veía todas las películas que se estrenaban en los cines locales. A veces comentaba sobre varias películas que había visto durante un fin de semana o incluso la noche anterior. Estaba seguro de que veía unos cinco o seis largometrajes a la semana. Para mí, eso era mucho.
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Tenía una idea que quería probar con alguien que supiera algo de inteligencia artificial. Resultó ser el Dr. Morris Turner de Harvard. Llevé al MBTA allí la tarde siguiente para consultarlo. Había tenido la amabilidad de reunirse conmigo. Tenía ideas geniales, pero tendría que mejorar mis conocimientos informáticos para que funcionara. Fue muy servicial, encantado de ayudar y hacer algo práctico para alguien, y me dispuse a mejorar mis conocimientos.
De vuelta a la oficina, flirteé con una guapa chica con pinta de universitaria en la línea roja del tren. Antes de tener que cambiar a la línea verde para ir a trabajar, tenía una cita con ella el viernes. Era una posibilidad remota, pero estaba guapísima y muy estilizada. Ni siquiera estaba seguro de que me hubiera dado su nombre, dirección o teléfono, pero verificar ese tipo de cosas es lo que hago. La busqué esa tarde en nuestras numerosas bases de datos, y al menos no me estaba engañando. Supongo que me gustan los retos. Se llamaba Anastasia, y como nuestro único contacto fue de unos doce minutos, pensé que era muy improbable que se acostara conmigo en una sola cita, y con suerte, un fin de semana entero.
No debería haberme preocupado.
A la una de la madrugada del sábado, cuando por fin dejamos de follar esa noche, le había echado tres cargas enormes a Anastasia y ella aceptó quedarse el fin de semana para que pudiéramos seguir con nuestro festín s****l. Quería volver corriendo a su apartamento por un par de libros. Insistió en estudiar un rato entre nuestros revolcones en mi cama. Era una estudiante dedicada en Harvard. También era nudista, al menos cuando estaba en mi apartamento. Necesitaba tiempo para recuperarme, así que todo salió bien para ambos.
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El lunes, Taylor se echó a reír a carcajadas cuando llegué al trabajo. Había llegado al punto de poder leerme como un libro abierto.
Ella preguntó.-¿Cómo se llamaba este? ¿Te importaría compartirlo?-
Admití. - Anastasia. Estudiante en Harvard. -
Tenía una mirada de suficiencia en la cara. Me alegra ver que estás subiendo el nivel intelectual de tus citas. A veces me preocupaba que solo salieras con chicas guapas y locas por el sexo.
Puse los ojos en blanco. Tenía que tener cuidado con lo que decía. No quería armar un "incidente" con ella. Taylor era lo más lejos que se podía estar de una "tonta loca por el sexo".
Nos abrimos paso durante la semana. Taylor me sorprendió con un buen trabajo de investigación sobre dos de nuestros candidatos de la carpeta roja. Tomé el control y revisé a fondo nuestra compleja base de datos y el internet para indagar en sus vidas. Asigné a uno de nuestros investigadores privados a un hombre. Es lo que hacemos. El tipo estaba disponible para un puesto con un salario base de dos millones anuales.
El miércoles por la tarde, Taylor me pidió cinco minutos. Le aseguré que estaba disponible en cualquier momento. Parecía nerviosa, y presentí que tenía algún problema fuera del trabajo. Me pregunté si serían problemas con los hombres, pero que yo supiera, nunca había salido con hombres ni con mujeres.
Así que, a las cinco y media, Taylor vino y se paró junto a mi escritorio. Parecía tensa y yo estaba realmente desconcertado. Teníamos una excelente conexión y pensé que podíamos hablar de cualquier cosa.
Le hice un gesto para que hablara. Esperaba no haber creado una especie de muro entre nosotras. Sabía que era una auténtica joya. Me preocupaba que estuviera a punto de irse, o que tener a un jugador como yo para quien trabajar la hubiera desconectado por completo.
Taylor dijo. - Sé que siempre estás ocupada fuera del trabajo, especialmente los fines de semana, y que sales mucho, y que la mayoría de esas citas son... románticas. También reconozco que soy una chica muy simple y sencilla que no tiene mucho atractivo ni sexualidad en su imagen.-
Dicho esto, espero que pases el fin de semana de Acción de Gracias conmigo. Eso es dentro de cuatro semanas, y necesito desesperadamente tu ayuda. Eres mi única esperanza para salvar las apariencias con mi familia. Necesito un novio, un novio temporal.