Limpia esas lágrimas

2173 Words
Emily Cuando salí de la ducha, supe por el olor, que había cocinado nuestra pasta favorita. Fettucini al tartufo bianco. Había dispuesto todo a fuera en la mesa de la terraza. Estaba escogiendo un vino, cuando lo interrumpí _ Has cocinado. !?_ Le dije por decir algo. _ Sí. Comeremos algo y luego el café. ¿Te parece bien? _ Respondí con un movimiento de cabeza. _ Vamos a fuera. _ nos sentamos y vi, que como a mí me gustaba la pasta tricolor, esta vez los fettucini eran de tres colores. _Hice tu pasta favorita. _ me dijo mientras servía mi plato y vertía el vino en mi copa. El vino era un rosé del Líbano. El cual le habían regalado en unos de sus viajes de negocios a los que le acompañé por aquellos lugares. Mientras comíamos me decía _ Te extrañé más que nunca. Y comencé a revivir, las cosas que vivimos cuando nos conocimos. Aquella noche cuando te fuiste a escondidas. ¿Lo recuerdas? _ Lo miré y la expresión en su rostro era triste. Sabía que pasaba algo, pero no sabía qué. _ Por eso estás triste? _ No. No estoy triste chiquita. Solo me trajo un poco de nostalgia. _ Entonces no pienses en ello si te aflige. _ Le dije. _ No. Al contrario. Fueron para mí, mis mejores tiempos. Cuando llegaste a mi vida, fue que comencé a vivirla de verdad. La decisión que tomé aquella noche , fue la mejor de todas en mi vida. No me arrepiento de nada. Volvería a hacerlo otra vez sin dudarlo. Nos miramos y me sonrió, _ Te amo. _ me dijo tomando una de mis manos. Yo la cubrí con la mia. La alcé a la altura de mis labios y la besé. y mientras le besaba la mano, no aparté mi mirada de la de él. _ _ También te amo. Y cómo olvidar esa noche en la que él me prohibió salir así sin más. Fingí que obedecía solo para no hacer más problemas. Estaban todos pendientes de nosotros. No solo mis vecinos y y las mujeres del barrio que para esos días que él se había instalado en mi casa, se emperifollaban como unas payasas todas maquilladas y en sus descaradas ropas mostrando todo, para llamar su atención. También estaba mi familia. Mi madre, mis hermanos. No puedo negar que me gustaba Fabio. No quería perderlo. Fingía no prestar atención, pero estaba pendiente de lo que sucedía a fuera. Pendiente de que no se fijara en ninguna de esas mujeres. Pero a aparte de que estaba enojada con él, también me encontraba en una situación complicada. La confusión en mi corazón, no me permitía tomar una decisión clara y concisa. Quería a Fabio. Pero había llamado a mi amiga para avisar a mi madre que estaba bien y mentirle diciendo que estaba en la Uni y que no regresaría a casa por unos días. Pero mi amiga a la que llamé me dijo que Noah estaba de pase. Así que allí comenzó mi confusión. Sí me sentí usada por Favio, cuando me sedujo y me hizo suplicarle que se quedara, en medio de lo perdida que estaba por el placer que me estaba dando mientras me hacía suya. Y es que en verdad era algo que deseaba; que se quedara. Pero luego me dijo que tenía que irse. Entre el enojo y todo, vi una posibilidad de escape. Tal vez no vería más a Fabio. Pero estaba seguro de que Noah vendría a por mí. Así que, en medio de una discusión, escapé directo a casa. Antes de llegar pasé por la casa de la vecina que tenía el teléfono y llamé a mi amiga, para decirle que ya estaba en casa y que estaría allí, por si Noah iba a buscarme primero a la uní. Mentí a mi madre alegando que había cambiado de parecer y que había decidido descansar y pasar esos días en casa. Mentira que duró lo que un merengue en la puerta de un colegio, cuando al siguiente día, mi madre apaga de repente la música que ella misma estaba escuchando, mientras me miraba asombrada, porque yo, que nunca lo hacía, porque no me gustaban los quehaceres del hogar; amanecí angustiada. Y me dio por echar agua a diestra y siniestra, limpiándolo todo y cantando aquella canción que sonaba de Lupita de Alesio: SI LA NOCHE DE ANOCHE VOLVIERA a voz en cuello, pensando en FABIO. En los días maravillosos que pasé con él. Sopesando mientras cantaba, y aquella canción me llevaba al recuerdo de aquellos ardientes momentos, el ardor que sentía en la boca de mi estómago al recordarlo, lo hermoso que habían sido todos estos días con él, y pensar que nunca más volvería a verlo; y me dice mi madre que tenía visita. Por un momento pensé que al fin había llegado Noah, pero para mi sorpresa, quien estaba detrás de mí, era Fabio. Lo hacía montado en el avión, por supuesto que me quedé de piedra cuando lo vi. Aunque de repente pareciera que la alegría en mi corazón me hizo creer que en realidad era él a quien esperaba y no a Noah. Ante todas las interrogantes que me llegaron al momento, lo más evidente para mí fue esa alegría que sentí de verlo, que se había quedado y que vino a buscarme, aunque supe disimularlo muy bien, trayendo a flote, que me haya mentido. Aunque me había gustado la técnica que utilizó al hacerlo, no se lo iba a poner fácil. además, estaba esperando a que Noah llegara de un momento a otro. Por más que le rechacé y le pedí que se fuera, no lo hizo. Y mientras pensaba cómo hacer para lograrlo, ya que no quería que llegara Noah y lo encontrara allí se echó no solo a los vecinos del barrio en sus bolsillos, sino, también a mi madre y a mis hermanos. Se quedó en mi casa, durmió en mí cama, y cuando pensé que al despertar por fin se iría, ahí estaba todavía, bebiendo y jugando dominó debajo del árbol frente a mi casa, con mis vecinos y mi hermano y un grupo de admiradoras al descaro que de paso también se consiguió. Me tiré a la cama al medio día y como no dormí bien en la noche porque le dejé mi cama a Fabio, me quedé dormida mientras leía. Desperté casi al atardecer con deseos de ir al baño y me encontré enredada entre sus brazos. De algún modo se metió a la cama conmigo y se quedó dormido. Como pude me levanté despacio para no despertarlo. Y cuando salí me dijeron que tenía una llamada. Corrí pensando que se trataba de Noah. Pero era mi amiga que necesitaba que le devolviera el vestido, los zapatos y la cartera que me había prestado, para salir con Fabio días atrás, porque iba a salir a bailar con su novio. Quedamos de vernos en la noche en un lugar cerca de mi casa. No quería que Fabio supiera que aquellas cosas eran prestadas. Además, ella conocía bien a Noah y vivía en el mismo pueblo donde él vivía con sus padres. Quería aprovechar y preguntar por él. Fingí irme a mi habitación cuando Fabio me lo ordenó. Pero realmente, salí por la parte de atrás sin que nadie pudiera verme. Me encontré con mi amiga como habíamos acordado. _ ¿Lo has visto? _ ¿A quién? _ me respondió con otra pregunta. _ ¿A quién va a ser? ¿A Noah? _ le dije _ Ah. Sí. Lo vi. _ y no preguntó por mí.? _ ella me mira con disgusto. _ ¿Todavía con la mismo Em? Venga por Dios nena. Olvídate de Noah. _ Pausa en la que me sentí avergonzada y no supe que decir. _ ¿No estabas con el italiano? ¿A ver qué hay con él? Dime. _ siguió hablando porque yo no respondí. _ Estabas muy ilusionada cuando me hablaste de él. _ Todavía silencio de mi parte. _ Si se, no te digo que Noah está aquí. _ me mira al ver que todavía no decía nada y continuó, sin darse cuenta de que sus palabras me herían fuerte el corazón. _ Fui y lo saludé. Sabe que somos amigas y que estamos juntas todavía en la universidad. Pero ni siquiera preguntó por ti. No lo sé, tal vez es porque estaba con su novia. Puede ser. Pero pudo haber preguntado al menos. Ustedes eran los mejores amigos. _ Está bien. Lo entendí. _ Le dije para que no siguiera haciéndome daño. Pero pensé en ir yo a buscarlo. ¿Por qué no? Después de todo éramos amigos. Por qué tengo que esperar a que sea el quien venga.? Yo también puedo ir a por él. _ Sabes si todavía está aquí… si no… se ha ido? _ le pregunté con cautela para que no descubriera mi intención. Pero fue en vano, porque hizo un gesto de desespero por mi actitud y entonces me tomó por los hombros sacudiéndome. _ Despierta niña, despierta ya por favor.! ¡Estoy creyendo que es verdad eso de que Dios le da barba a quien no tiene quijada! _ me soltó y me tomó por el mentón para que la mirara y me habló ahora despacio, un poco más calmada, como para que yo captara sus palabras y las entendiera de una vez y por todas. _ Mira amiga. Claro que él ya se fue. Vino por pocos días. No quería decírtelo, pero tienes que saberlo, para que dejes de esperarlo. No solo no preguntó por ti. Andaba con su novia muy feliz. O su mujer. No lo sé si es verdad o no. Pero dicen que hasta se casaron. Al menos se con seguridad porque lo vi, que no se quedó en casa de sus padres. Estuvo con ella. Se quedó en su casa de ella todo este tiempo. Y hasta hicieron una fiestecita y todo. Estaban sus familiares y algunos amigos más allegados. Eso me dijo Ivet. Ya sabes que ellas son mejores amigas. Se fue y no te buscó ni siquiera para saludarte, a pesar de que eran los mejores amigos. Se casó y no te invitó a su fiesta. ¿Qué más esperas? _ No podía creer lo que escuchaba. ¿Se había casado? No puede ser. Siempre pensé que se casaría conmigo. ¿Y no me había dicho nada? No pude disimular por más que lo intenté. Las lágrimas se asomaron rebeldes a mis ojos, porque rodaron sin mi permiso, antes de darme tiempo a prohibirles que cayeran. Mi amiga no me dejó continuar pensando. Volvió a hacer que la mirara y me tomó nuevamente del hombro. Con cariño me dijo: _ Escucha Em. No te he dicho todo esto con intenciones de herirte. Soy tu amiga y te quiero. Quiero que ahora mismo limpies esas lágrimas, _ Decía mientras ella misma las secaba con sus manos, _ que levantes bien el rostro, y que vuelvas con ese italiano. Olvídate de lo que no fue, porque tal vez no pasará jamás. Pero si tiene que pasar, ¿quién lo puede impedir? Yo te aconsejo como tu amiga, que no tomes el riesgo de dejar lo que tienes en la mano, por algo que no es seguro. Qué tal y si te dice que no te ama. ¿Qué has sido una amiga y nada más? _ tomó mi mano y, acariciándola, continuó _ Vete a casa ahora Em. Ve con ese italiano y se feliz. Aprovecha esta oportunidad que hasta yo desearía tener algún día. Corre. Ve con él y no lo pienses más. Disfruta y vive lo que te espera. Vive lo que él te ofrece. Mira lo que está haciendo él por ti, a pesar de poder tomar un avión y arrivederci ragazza, si te conocí no lo recuerdo. Uhmm? _ Me abrazó y me dio un beso en la mejilla. _ Arriba. Vamos. Vete a casa. Todo va a estar bien ya lo verás. _ Y entonces me fui con el corazón oprimido. Cuando me iba alejando, escuché que me dijo mi amiga loca _ Ah! Oye Em_ Me giré para mirarla. Tenía una mano levantada al aire y la otra, al lado de la boca, estilo bocina, como si estuviera tan lejos de ella como para no escucharla _ Y no te olvides de mí, ¿vale? _ hizo un gesto positivo con la cabeza y mordió sus labios. Supe por eso que estaba triste por mí _ Al menos invítame a un trago un día de estos, sí.!? _ me dijo graciosamente, para que riera, y no notara que estaba en realidad triste por mí. Sonreí y le dije que sí también con la cabeza. Nos despedimos. Ella llevó una mano a la boca, puso un beso en ella y lo sopló para mí. Yo levanté una mano y le dije adiós.
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