La observé mientras se iba. Y a mi corazón detrás de ella. Me pregunté si tal vez estaba siendo demasiado fastidioso. Si el hecho de insistir de ese modo llegara más bien a alejarla, en vez de acercarla más a mí. Como la habitación no contaba más que una cortina que hacía de puerta, la seguí con la mirada y la vi tirarse en la cama dura donde yo había dormido. Abrió el libro y se puso a leer. Me pregunté, ¿qué más podía hacer para convencerla? La opresión que sentía en el pecho era indicio de que tenía miedo perder. Perderla. Que resultara que al final no quiera, por más que yo insista. _ Ya se le pasará. No te preocupes. _ me avergonzó saber que las dos acá, me estaban observando, y que al parecer entendían mi frustración. _ Ella también te quiere. _ siguió hablando madre. La miré y a

