Mi hogar preferido

1769 Words
La observé mientras se iba. Y a mi corazón detrás de ella. Me pregunté si tal vez estaba siendo demasiado fastidioso. Si el hecho de insistir de ese modo llegara más bien a alejarla, en vez de acercarla más a mí. Como la habitación no contaba más que una cortina que hacía de puerta, la seguí con la mirada y la vi tirarse en la cama dura donde yo había dormido. Abrió el libro y se puso a leer. Me pregunté, ¿qué más podía hacer para convencerla? La opresión que sentía en el pecho era indicio de que tenía miedo perder. Perderla. Que resultara que al final no quiera, por más que yo insista. _ Ya se le pasará. No te preocupes. _ me avergonzó saber que las dos acá, me estaban observando, y que al parecer entendían mi frustración. _ Ella también te quiere. _ siguió hablando madre. La miré y acepté dejando salir todo el aire que había contenido. _ Vamos. El baño está preparado. Se va a enfriar el agua si no te apuras. _ me dijo entregándome una toalla. No entendí lo que quiso decir con el agua que se enfría, hasta que llegué a donde ella me había indicado. El baño era tan pequeño, que yo tenía que encorvar un poco los hombros para que mi cabeza no topara con el techo. La puerta era también una cortina, y por supuesto, no contaba con una ducha. Entendí que el balde al que ella le estaba vertiendo el agua caliente era para mí, porque allí estaba frente a mí, con una vasija dentro que supuse era para echarme el agua. Como pude me desvestí y procedí sin más. Era la primera vez que me veía en una situación así. Pero por algún motivo, no me importaba. Me sentía bien allí, aunque claro que me hubiese gustado ahora mismo una buena ducha. Y… por qué no, también un buen colchón. Tal y como había dicho madre, estaba completo después del baño, el café y la sopa. Comí dos veces de aquella sopa deliciosa. Entré y vi que la chiquita se había quedado dormida con el libro abierto sobre su pecho. Lo aparté despacio para no despertarla. La observé por largo rato. De pronto, como si supiera que la estaba observando, se mueve y se gira dándome la espalda. Ahora Quedaba un lado vacío en la cama. Y como me sentía cansado, me acomodé como pude al lado de ella, en aquel pequeño espacio. Pasé mi brazo con cuidado por debajo de su cabeza y la abracé. Su aroma llegó a mi olfato. Entonces acerqué mi nariz y olí profundo su cabello primero y luego su cuello. Dejé un beso suave allí. Y supe que este era mi lugar preferido. Me sentía extrañamente para mí, en casa. Nuevamente estaba solo cuando las voces y las risas que provenían desde afuera interrumpieron mi sueño. Vi que estaba cayendo la noche. Había dormido bastante al parecer. Me sentía renovado espiritualmente hablando. Porque mi cuerpo parecía haber salido de un entrenamiento de la marina o algo así. “Si esto dura más días tendré que comprar un colchón. Me dije. Tal vez una cama también.? Pensé. Hhmm, No. Creo que la cama está bien. Así estamos más juntos. “ No vi a nadie en casa. Todos estaban fuera. Mis nuevos amigos estaban otra vez debajo del frondoso árbol. Al verme todos se alegraron y me saludaron. Me llamaron para unirme a ellos, pero yo por más que buscaba entre ellos, no veía a mi chiquita por ningún lado. _ Acaban de hacerle una llamada. Está donde la vecina. _ Me dijo Emíl, que en ese momento estaba acercándose a mí. Yo recordé el diario y lo que decía. _ Dónde está el teléfono.? _ le pregunté alarmado. _ Nelita, llévalo donde está Em. _ le dijo a la niña. Yo agradecí y les dije que regresaba pronto para jugar con ellos. Pero ahora tenía que ver a mi chiquita. Estaba conversando con una muchacha muy animada cuando me paré en la entrada de la casa. Parece que la llamada había terminado ya. O eso creí. Ella se pone de pie cuando me vio. Yo miré alrededor para ver las personas que estaban allí. _ Fabio.? _ me dijo ella. _ Hola! _ saludé. _ Yo… solo quería saber dónde estabas. _ me sigue mirando con sorpresa. _ está todo bien? _ Pregunté, esperando no sé qué respuesta. _ Qué tendría que estar mal? _ me responde con otra pregunta. _ Ah… nada… claro. _ No sabía qué decir. _ Bien. Nos vamos. _ Me dijo a mí y luego a la chica que estaba con ella, que supongo que era la del teléfono. La que le dio la información que leí en el diario. _ Muchas gracias otra vez. Cualquier cosa Llámame rápido por favor. Nos vemos. _ Pasó a mi lado y tomó a Nelita de la mano. Me sentí molesto. Hecho una última mirada a la informante y la saludé con la cabeza. No sé si habrá captado la indirecta, pero esperaba que fuera lo bastante inteligente como para captarla. Comencé a hacerme ideas en mi cabeza y a medida que me las hacía, más crecía mi enojo. Estaba seguro de que había hablado con el tal tipo ese. Estará todavía por aquí.? ¿Habrán quedado? Parecía que estaba perdiendo terreno. Pensé que al despertar y ver que estaba allí con ella, se le pasaría el enojo. Pero no. Me equivoqué. Y ahora estaba enojado yo. La miré entrando a su casa y cuando la perdí de vista me fui a jugar con los amigos. Aunque no podía sacar de mi mente los pensamientos que tenía, de querer saber con exactitud con quien habló, para sentirme más tranquilo, me distraje bastante, respondiendo a las preguntas que me hacían y escuchando sus historias, riendo de sus chistes y ocurrencias. Demás está decir que no les permití beber veneno. No mientras yo estuviera por ahí con ellos. Así que decidí ir y comprar yo mismo algo decente para beber mientras compartíamos, porque Luis no estaba. Hoy le tocaba trabajar. Pedí a Emil que viniera conmigo. Y cuando iba a pedírselo a Tico también, vi que este estaba atento mirando algo. Seguí la dirección de su mirada y ahí iba saliendo mi chiquita muy arreglada y con su única bolsa vieja y gastada en una mano, y una bolsa de plástico en la otra. ¿A dónde va? Me pregunté asombrado a mí mismo. Lo sabía. Tenía razón en lo que pensé. Van a encontrarse. Pensé que al menos vendría y me diría algo. Una explicación o diría al menos a dónde iba. Pero no le importó ver que estaba pidiéndole una explicación con mi mirada. Pasó de mí, y siguió caminando. El enfado que tenía se multiplicó. Fui tras ella y la tomé del brazo, tan fuerte que no pudo zafarse, aunque lo intentó. Pensó que iba a ser fácil.? Tendría que darme una explicación. _ A dónde vas? _ Le pregunté sin poder disimular mi enojo _ Necesito salir un momento. Regreso pronto. _ Iré contigo. Te llevaré en el auto. _ No es necesario. No voy lejos. _ Forcejeo para poder librarse de mi agarre, pero yo apreté aún más fuerte su brazo. Me miró adolorida. _ ¡Suéltame! ¡Me estás haciendo daño! _ No voy a soltarte. Quiero que me digas a dónde vas exactamente y a quién vas a ver. _ Silencio. _ Alguien te llamó por teléfono. ¿Es eso? ¿Quién es? Dime. _ Seguí hablando al ver que no me respondía. Hablábamos bajito para que no nos escucharan, pero no creo que fuera suficiente. _ No crees que deberías irte ya. Estarán preocupados por ti en el hotel. _ Ah es eso! ¿Quieres que me vaya? ¿Quieres estar libre de mí, para ir a… ver... a quien sea que te llamó? _ ya no me importaba que me escucharan. No podía controlar mi enojo. _ Habla bajo. Todos te escuchan. _ No me importa que me escuchen. _ la interrumpí. _ Y para tu información, no me iré. Y tú tampoco irás a ninguna parte si no te llevo yo. _ le hablé, aunque un poco más bajo, pero con la autoridad que sabía que me caracterizaba, y que hasta ahora ella había pisoteado, vaya usted a saber por qué. La solté y por la fuerza con la que lo hizo, se tambaleo un paso atrás. Vi que miró a los lados un poco asustada por mi reacción y avergonzada de que todos nos estuvieran mirando. Pero a mí no me importó. _ llevo aquí casi dos días. He retrasado DOS VECES mi regreso, a pesar de los compromisos importantes que tengo. Contratos importantísimos que los inversores querían tratar directamente conmigo. Viajes de negocios millonarios cancelados; todo para estar contigo. porque estás enojada. Haciendo lo imposible para que me perdones. ¿Y tú…? _ Acaso te pedí que lo hicieras? _ aquello fue cruel para mí. Cerré los ojos, tratando de ver cómo digerir sus palabras. nuevamente los abrí y la miré. _ Es cierto que no me lo has pedido. _ Pensé las palabras que iba a decir ahora. _ Pero… me importas. _ dije en un susurro y bajando la mirada un poco avergonzada. _ y mucho. _ Sentí alivio al decirlo, aunque encontré palabras que, parecían poco, pero que realmente decían todo. _ Estoy tratando todo este tiempo de hacerte ver que no puedo irme tranquilo si estás enojada conmigo. _ Su mirada me pareció inexpresiva. La tomé otra vez del brazo y la acerqué a mí, y susurré en su oído. _ Pero resulta que ahora, soy yo quien está muy, muy enfado. Así que, si no vas a dejar que te lleve a donde quiera que sea que querías ir, vuelve a dentro con tus libros. Porque ya no vas. _ como sentí su respiración un poco alterada por mi cercanía y tal vez, porque susurré en su oído, me quedé un poco más en la misma posición y seguido le puse un beso suave y rápido en el oído. Lo cual sé que alteró su lívido. La miré y supe que había ganado. Me separé de ella y mirándola le dije bajito, pero seriamente y en verdad enojado. _ A dentro. _ no dijo nada _ Ahora. _ Y le indiqué el camino de regreso a dentro, con un movimiento de cabeza. Me miraba aturdida, confundida. Y entonces sin decir nada, me obedeció.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD