Rubia de piernas y cuello largos

1447 Words
Mientras trataba de calmar mi mente, para ver si podía relajarme un poco, dejar la tensión que sentía, divagaba en mi mente como una advertencia, Fabio, mi esposo. La culpa me invadía al recordarlo. Viajaba incesantemente a aquellos tiempos cuando lo conocí. Jamás había pasado por mi mente, que un hombre tan guapo, elegante, atractivo, millonario y deseado además por todas las mujeres que lo rodeaban, fuera a fijarse en mí. Y no solo eso, sino que también decidió llevarme al altar, haciéndome su esposa, cosa que sorprendió a los más cercanos a él, ya que, según ellos, él no pretendía formalizarse. Amaba su vida de soltero. Hasta que me vio aquella noche en el bar de la discoteca donde trabajaba mi amigo Luis. Estaba rodeado de amigos, entre ella una rubia de piernas y cuello largo que luego supe que era su novia. Me hizo varias preguntas. Qué edad tenía, qué si estudiaba o trabajaba, que si tenía novio y entre conversación y tragos su sonrisa me iba cautivando. Tenía unos hermosos labios y unos dientes bien formados y muy blancos. Me di cuenta de que se divertía con mis ocurrencias y se reía, después de haber bebido un par de esos cócteles que él mismo me estaba dando con alcohol, a lo que yo no estaba acostumbrada. Sin darme cuenta nos habíamos sumido en una conversación muy amena. Brindamos y reímos de lo que decíamos hasta que llegó la rubia y se paró detrás de él. _ Ups! Tú chica. _ Le dije, mientras él no quitaba su miraba de mí. _ Mira hacia atrás. Tu novia llegó. _ Le dije en un susurro y con gestos de mis manos para que pudiera entender mejor. El captó el mensaje y con una expresión de enojo en su rostro, miró hacia atrás. _ Cariño vine por ti. Estamos esperando por ti hace buen rato_ Le dijo ella _ Estoy conversando ahora con una amiga. Luego iré cuando termine. _ Pero amor … _ _ Sara por favor _ Él la interrumpe con un tono imperativo y ella se limita a mirarme con desagrado. Si las miradas fueran cuchillos, yo ya estaría muerta de las puñaladas. _ Estoy cansada. Quiero irme ya a la habitación. ¿Podemos irnos por favor? _ Tal vez no he sido lo suficientemente claro esta vez! ¿Qué parte de que no me molestes no has entendido? _ Al escucharlo, inmediatamente me puse de pie, y para mi sorpresa, casi me caigo al piso por un mareo que me dio, gracias al alcohol. Pero Fabio reaccionó rápidamente y me tomó de los brazos evitando que cayera. Luego de reponerme un poco recostada del mostrador del bar le dije: _ Escucha, por mí no lo hagas. Puedes irte ahora con ella. Después de todo, también yo me voy. Estoy un poco mareada por esos cocteles. No estoy acostumbrada a beber alcohol; así que me voy a casa. _ Le dije porque no me agradó del modo como le habló a ella. _De ninguna manera. _ dijo él. _ No te dejaré ir así sola. Te llevaré _ Y yo te digo que de ninguna manera te dejaré acompañarme. Estaré bien. Ve con tu novia. _ Le dije mirándolo. Le sonreí al ver que no hacía ni decía nada. Se limitaba solo a mirarme, esta vez con una expresión como asustada tal vez No supe descifrarlo muy bien, pensé que por lo del alcohol. Ella seguía allí, con mala cara, detrás de él. _ Anda ve. _ Le dije con un gesto que apuntaba hacía ella. _ No la dejes esperando más. Eso no es de un caballero. _ El seguía mirándome y al escuchar lo que dije, resopla con una sonrisa y mira hacia abajo por un segundo, mientras hacía un movimiento negativo con la cabeza. Cuando levanta y me mira, veo como muerde su labio inferior de un solo lado, permitiéndome ver sus hermosos y bien marcados diente blancos. Dijo algunas palabras en su idioma italiano que no entendí, porque no sabía italiano, pero deduje que eran improperios. _Te volveré a ver? _ Fue su pregunta. Yo también estaba admirándola sin darme cuenta hasta que me hizo esa pregunta. Mi corazón saltó de alegría, pero también de incomodidad por la rubia de piernas y cuello largos, que al escuchar eso, se incomodó aún más y con su movimiento nos hizo recordar a ambos que no estábamos solos, que, por ende, ella también estaba allí todavía. Así que en medio de mi incomodidad y sin saber que responder solo le dije: _ Oye yo... creo... que... no. _ le dije y él se incorporó firme frente a mí. Metió las manos en los bolsillos de su impecable pantalón y con una mirada muy seria me tomó del brazo sujetándome para impedir que me fuera, cuando vio mi intención de irme en ese momento. Luego miró a la rubia, Alta y de piernas y cuello largos, y no entendí muy bien qué fue lo que le dijo, porque en ese momento, emparé, en lo bien que se veían juntos. Hacían una pareja prefecta los dos. Eran altos y muy elegantes. Yo en cambio, era mucho más pequeña, tal vez la mitad de ellos. Vi que ella se marchó después de lo que él le dijo y lo miré desconcertada. _ Oye Qué haces? _ Le pregunté. _ Qué le dijiste? _ Me zafé de su agarre y él tocó por un segundo el puente de su nariz en un gesto como de frustración y luego la llevó al bolsillo. _ No le dije nada malo. Solo le dije que me esperara en la habitación. Es todo. _ Yo estaba enojada. Me solidarizo con el sexo femenino en casos así, porque no me gustaría que me hicieran a mí, lo mismo. Así que lo ataco. _ Así que la vas a dejar ir sola? ¿Es eso? ¿Por una mujer que ni siquiera conoces? _ Tampoco la conozco muy bien a ella. _Ah no? _ le dije asombrada. _ pero estás con ella así que la conoces mejor que a mí. _ Lo miro dudosa al ver que él no deja de mirarme serio y calculador. _ No me conoces... _ Pero quiero conocerte. _ Me dijo dejándome con la boca abierta. Después de un silencio que me pareció muy largo, donde sólo nos miramos, reaccioné. _ Crees que me impresiona que... hagas eso por mí? Pues te equivocas. Ahora más que nunca, no quiero volver a verte. Ni como amigos. Un hombre que trata así a la mujer con la que se acuesta, no respetará a ninguna otra mujer. Así que, hazte un favor a ti mismo y desaparece. Gracias por los cócteles y por la atención. _ Me dio la vuelta para irme, pero él vuelve y me detiene tomándome por el brazo, y me arrastra con fuerza hacía él, quedando muy cerca uno del otro, tanto que podía sentir su respiración en mi cara. _ No me importa que te enojes y mucho menos lo que digas, pero no voy a dejarte ir sola. Estás borracha y es por mi culpa. _ Pues ya tengo 22 años. Soy responsable de lo que hago. No hubiese bebido si no hubiese querido hacerlo. Además, no sé cómo es en tu país, pero en el mío, yo decido si me voy sola o no. Y no serás tú quien me haga cambiar de opinión precisamente. Y no es como que me siento en deuda contigo por los cócteles que me has ofrecido, porque con todo el respeto y con mucho agradecimiento por tu amabilidad; pero yo no los pedí. Tú me los ofreciste. _ Le espeto sin reservas, sacando valor creo del alcohol. Me safo una vez más de su agarre y me aparto de él, dándome cuenta de que Luis estaba mirando todo el show _ No te preocupes Fabio, yo la llevo. Ya terminó mi turno. _ Intervino en ese momento Luis, con quien también estaba yo bastante enfadada, como queriendo salvar la situación Fabio apretó sus labios y asintió como medio frustrado, todavía allí parado sin decir nada, con sus manos metida en los bolsillos del pantalón y mirándome como sin saber qué hacer, o qué decir. Yo miro a Luis. _Si ya terminaste, entonces vamos. _ Le dije también enojada. _ También tenemos que hablar tú y yo. _ Lo vi hacer un gesto con la cara a Fabio y escuché como éste le dijo _ Suerte! _ Y sonrió. Me giré para ir a la salida. _ Gracias amigo _ Le respondió Luis. Y me salí, sin mirar atrás.
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