Había sido rápido para mí, pero inolvidablemente bueno y diferente. Era la primera vez que había sentido tanta pasión por alguien y, sobre todo, que era totalmente dominado. No sabía si sentirme feliz o avergonzado por eso. Y es que estaba acostumbrado a ser el dueño en la situación. Tenía siempre el control de ella. No dejaba nunca que me dominaran de ninguna manera. Al menos no, desde aquella primera, única y última vez en que una mujer me utilizó. Tampoco sabía si debía preocuparme por el hecho de que, ni siquiera podía entender los sentimientos que me invadían. Ella no decía nada. Estaba demasiado callada. Yo me tiré a su lado y la miré. Su cara era de sorpresa tal vez, o de alegría. No lo se. No podía definirlo con precisión. Pero tampoco me atrevía a preguntar. Y como necesitaba ir

