Cásate conmigo

1893 Words
Había llevado conmigo, la caja de regalos que había dejado él, con el portátil, el móvil y la tarjeta de banco. Así que regresé a casa y los dejé allí sobre la cama. Esperaba que vinera y recogiera sus cosas. Ahora todo lo que había comprado, tenía otro lugar a donde ir. Lo sentía mucho por mi madre. O tal vez no. Porque si ella no hubiese aceptado todo aquello, ahora no tendríamos que pasar por la vergüenza de ver como se lo llevaban todo, como mismo lo habían traído. Pero yo no estaba cuando las habían traído. Así que tampoco estaría para cuando se las lleven. _ A dónde vas ahora? _ A la escuela mamá. _ Pensé en pedir albergue a Johny en su casa. No quería ver a Anny, aunque eso iba a ser imposible si ella venía a clases. Estábamos juntas en casi todas. Pero estaré fuera un par de días para recuperarme. Ni tampoco me quedaré con ella en el dormitorio. No quería oírla haciendo los cuentos de como Fabio… se la... follaba. El pensamiento oprimió otra vez mi corazón. Fabio Pensé que se trataba de mi chiquita cuando estaba tomando desayuno con mis padres y mis amigos, y me llamaron de recepción, diciendo que alguien preguntaba por mí. Haría una ofrenda portentosa de holocausto y encendería cien velas a no sé qué santo de esos, si era ella. Pensé. Pero era Anny. La decepción tuvo que verse en mi semblante porque la extrovertida de Anny, me dijo muy risueña: _ Lo siento mucho si esperabas a otra persona. _ Me sentí descubierto. Le sonreí. _Lo siento. Pensé que era ella. Me atrapaste.!. Había venido para hablar de mi chiquita. La llevé a uno de los bares en el hotel para escuchar qué tenía que decir. Ella pidió un jugo y yo agua. No habían pasado diez minutos cuando se dispuso a hablar, alcanzando a decirme: _ Perdóname que haya venido hasta aquí. Pero tenía que decirte que Emily te ama. Solo que está confundida y tiene miedo de que la abandones. _ Toma una de mis manos y yo sonrío asombrado y tratando de ser amable, para que no se sintiera mal, porque me pareció atrevido y demasiado confianzudo de su parte. Suelto mi mano al ver que llegan mis padres. Y no pudimos seguir nuestra plática. _ ¡Vaya amigo! ¡Si qué tienes suerte! _ Lo fulminé con la mirada para que se callara. _ Es una amiga de Emily. _ Dije y procedí a la presentación. _ Mucho gusto. Me llamo Massimo: _ Este, que sabía perfecto español también, quedó prendado de la extrovertida Anny, que en menos de media hora ya hacía reír a mis padres, mientras Massimo traducía y no dejaba de mirarla con deseos de comérsela, lo mismo que ella a él. _ Yo los dejo_ Dije poniéndome de pie. _ Tengo que salir. _ Todos pusieron sus miradas en mí. _ No es lo que piensan. Tengo que ir a recoger mis cosas. Anny vienes conmigo o te quedas? _ Voy contigo supongo. _ No sabía si se estaba refiriendo a mí, o a Massimo, porque era a él a quien miraba mientras hablaba. Este se puso de pie inmediatamente… _ Yo también voy con ustedes. _ Dijo, como si ya nos estuviéramos yendo y lo hubiésemos dejado atrás. _ También yo quisiera ir. _ Dijo Giorgia. Yo puse cara de fastidio _ No causaré problemas. Lo prometo. _ Dijo haciendo ademán de juramento. _ Es que me aburro y me gustaría ver algo fuera del hotel. _ Podríamos ir todos. _ Dijo mi madre. Yo ya me estaba arrepintiendo de haberles comunicado mi intención. _ Qué te parece? _ preguntó a mi padre. _ Me parece bien. ¿Y a ti hijo? ¿qué dices? _ Tendríamos que rentar otro auto papá. En el mio no cabemos todos. _ eso no es problema. Lo haremos. Les advertí sobre lo que iban a encontrar. Sobre cómo vivían y el modo de vida de ellos. Muy diferente a lo que estaban acostumbrados, y que no perdonaría ningún tipo de injuria o discriminación de ningún tipo. La verdad estaba nervioso por miedo a cómo se comportarían. Pero fue mejor de lo que esperaba. Mi madre encajó a la perfección con la madre de mi chiquita. Massimo, que tenía que servir de traductor todo el tiempo a mi madre que no lo dejaba en paz, traía a Anny de la mano y me pregunté, ¿qué había pasado con esos dos y en qué momento? Pero, por si fuera poco, pareciera que cupido andaba repartiendo flechazos en aquel día. La Giorgia no le quitaba los ojos de encima a Emíl, desde que lo vio entrando, que regresaba del trabajo. Sucio y sudado pero atractivo para ella, según nos contó después. Madre atendió a todos muy bien. Y yo no pregunté, porque ya sabía que ella no estaba en casa. Mi padre notó mi tristeza y me sonrió, como dándome ánimos. Le dije que estaba bien y entré a la habitación. Supe que ella había estado ahí. Qué había dormido en la cama. Había uno de mis tshirt sobre la cama. Durmió con él. Me dije. Lo tomé y lo olí para sentir su aroma. También estaban el móvil, el portátil y la tarjeta visa que le quería dar, para que comprara toda la ropa y los zapatos que quisiera. No tenía que seguir pidiendo prestado. Ahora era mi mujer. Podía comprar lo que quisiera y cuántos quisiera. Pero lo había dejado todo allí. Seguramente lo rechazó todo. Me senté en la parte de la cama donde durmió. Lo sabía porque solo esa parte estaba desecha. La visualicé allí acostada. Me recosté de lado y me imaginé allí con ella. Juntos. La compré y no la pudimos estrenar juntos. Dormimos solos nuestro primer día en nuestra cama nueva. Luego recordé lo que dejé guardado en el bolsillo de una camisa. Fui a verificar y ahí estaba. La tristeza que sentí al verlo me llevó a salir para no terminar llorando. Salí de prisa de allí, con intenciones de subir al carro e irme. Me arrepentí de haber cambiado mi auto por uno más grande, donde pudiéramos trasladarnos todos. Ellos estaban disfrutando de un café que hizo madre. No podía decirles que nos íbamos e interrumpirlos. Mi Padre que estaba pendiente, fue tras de mí. _ No está aquí? _ me preguntó. Yo le respondí que no con un movimiento leve de la cabeza. _ Y qué piensas hacer? _ No lo se. _ No pienses en rendirte tan pronto hijo. Ve a buscarla. Prueba una vez más si tanto la quieres. _ La amo papá. Y la extraño. _ ¿Entonces qué esperas? Ve por ella. Estaremos aquí esperándolos. _ Lo miré y me hizo una seña para animarme. _ Estarán buen aquí, sin mí.? _ Sí. vete. Anda. Cuando llegué, tuve que ir hasta a dentro de la escuela. Había muchos de ellos sentados por todas partes. Miré y no la vi. Pensé que tal vez estaba en clases o que no estaba. Pregunté y me indicaron un parque en la parte trasera de la escuela. Y en efectivo. Allí estaba. Por supuesto con su amigo. Me detuve pensando si hacía bien en haber venido. Pensé en regresarme, pero cuando volví a mirar, ella estaba acercándose a mí. Llegó y no me dijo nada. Sus ojos estaban hinchados y rojos, como si hubiese llorado. Nos miramos y ella mordía sus labios nerviosa. _ ¿Viniste? _ me dijo con voz baja y ronca. Contesté con un movimiento de la cabeza. _ Sí. Perdóname si interrumpo. Solo… solo quería… verte. _ Eh… estoy… bien. Yo… estaré bien. _ Sí. Lo se. Puedo verlo. Estás… siempre bien... acompañada. ¿No? _ Señalé a su amigo detrás. _ Veo que estás bien. _ quería controlar el enojo que tenía de verla con ese, pero no pude hacerlo más. Necesitaba gritar o explotaría como una bomba terrorista. _ Podemos hablar en otro lugar. Miró hacía atrás, a su amigo. _ ¿Qué más hay que hablar? _ Me dijo no más. La tomé de la mano y la arrastré por el mismo camino por donde vine, queriendo alejarla de la mirada molesta de ese tipo, hasta llegar cerca del auto. _ Tenemos mucho de qué hablar. Tal vez a ti te parece que no, pero yo sí tengo mucho que decir. Tengo muchas preguntas que hacer y voy a reventar si no las hago. Y quiero que me respondas. ¿Estás con ese hombre? Dime _ Le grité sin poder contenerme más. _ No. Ya dije que es un amigo. _ dijo con tono cansado. _ Un amigo con el que estás todo el tiempo.? Crees que soy idiota acaso. No has estado en la escuela estos días. Y sé que tampoco tienes a nadie donde quedarte. No estabas con tu hermana. Dime entonces: ¿estabas también con tu amigo? ¿Uuhmm? _ ¿A qué viene todo esto ahora? _ ¡Responde! _ Grité desesperado. _ Has estado con él? _ NOOO. No he estado con él. Es… aahh. Por qué gritas de repente como si estuviéramos solos. ¿No ves que nos están mirando? _ me acerqué más a ella y la tomé por los brazos acercándola a mí. _ ¿Acaso crees que me importa que nos vean? ¿Crees que me importa? Lo que me importa es que voy a volverme loco. TÚ vas a volverme loco. _ nos miramos. _ Por qué, has venido otra vez Fabio. _ Susurró. _ ¿Por qué no me dejas de una vez en paz? _ Porque eres mia. _ Le digo también en un susurro. Mirando sus deliciosos labios y sus ojos humedecidos por las lágrimas. _ Eres mía chiquita. No puedo dejarte ir a sí sin más. No puedo dejarte en paz. Nunca. _ Me apoderé de sus labios. No me importaba si estaban mirando todos y en especial su amigo. Mejor aún. Que viera que ella es mia y de nadie más. La besé intensamente. La apreté contra mí y la abracé hasta que tuve que separarnos para no morir ahogados. La miré teniéndola aún entre mis brazos. _ Vine porque quería saber que vas a hacer conmigo chiquita. Pero voy a decirte lo que yo quiero hacer. _ Miré a su amigo detrás de nosotros, mientras sacaba del bolsillo de mi pantalón la cajita pequeña de terciopelo color verde rey. Sabía que me estaba arriesgando a ser rechazado delante del hombre que creía que ella amaba. Pero me arriesgaría. La miré a ella otra vez y se lo pedí discretamente y con el corazón en la boca. _ Cásate conmigo. _ El asombro en sus ojos era notorio. Se quedó sin palabras, o no sabía qué responder. Miró alrededor para percatarse de si nos miraban y al final lo miró a él. Yo también lo miré queriendo acabar con él, si pudiera hacerlo con la mirada. Luego ella volvió a mirarme. _ Y Anny? _ Fue lo que me dijo. Yo no entendí la pregunta. ¿Qué tenía Anny que ver en esto? Entonces volví a tomarla por una mano _ Ven conmigo. _ La subí al auto y me la llevé.
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