Será solo mia

1714 Words
Mi madre, era diseñadora profesional. Famosa y muy conocida mundialmente. Abrió su primer negocio junto a una amiga que cuando yo tenía apenas 15 años, comenzó a ser más amable de lo normal conmigo. A mí me gustaba y siempre quería estar en el negocio para poder verla y estar cerca de ella. ¿Cómo no iba a gustarme? Era malditamente guapa y seductora, y yo, un crio que estaba comenzando en la pubertad. Aunque me doblaba la edad, comenzamos a tener, a escondidas por supuesto, lo que para mí era una relación y para ella pura diversión. Fue mi primera mujer, cuando apenas tenía 15 años. Me enseñó todos los trucos que sabía para que yo pudiera complacerla. Me enamoré perdidamente. Pero las cosas que viví con ella endurecieron mi corazón. Me usó como a un juguete y cuando se cansó de mí, me dejó por otro. Así que cuando apenas tenía 17 años, ya conocía lo que era un desengaño de amor. La busqué, aunque se había casado. Le supliqué para que regresara conmigo. Estaba dispuesto a casarme con ella con tal de no perderla. Pero se burló de mí, de mi amor por ella. Me dijo que había terminado mi tiempo. Que ya me había enseñado lo que ella sabía y que tenía suficiente de mí. Que se había casado con el hombre que amaba. Que yo no era más que un crio. Me dejó hecho pedazos. Mi madre descubrió todo, por la depresión en la que entré, y se formó la de Caín. Muy discretamente, para que la prensa no se enterara de nada, rompió mi madre toda relación con ella y mis padres me llevaron a Suiza, donde estuvieron conmigo por dos años, hasta que me recuperé y también comencé a asistir a la escuela de negocios donde estudió mi padre, para aprender su profesión. Psicólogos, secciones de terapias aquí y allá para recuperarme. Dormía con una foto de ella. Me masturbaba constantemente con su foto, que hasta mi madre me descubrió un día en el hecho. Fue traumante para mis padres verme como estaba. Hicieron todo para ayudarme. Muy preocupados por mí. Después de todo era su único hijo. Cuando me recuperé, le dije NUNCA MAS al amor. No te apoderarás otra vez de mí. Después de eso, hacía con las mujeres lo mismo que ella hizo conmigo. Me juré a mí mismo que nunca me iba a enamorar otra vez. Nunca me casaría, ni tendría hijos. Nunca, en una relación más de un mes con una mujer. Me tracé metas. Creé reglas y me aferré a mitos que me hicieron fuerte para no caer en ese ridículo otra vez. Y aquí estaba ahora, rompiendo por primera vez desde entonces, mis propias reglas. Rompiendo los mitos que yo mismo me creé y a los que me había aferrado. Mi chiquita no podía ni siquiera imaginar el dolor que me causaba, tener que tratarla de esa manera, imponiéndole mis deseos. Estaba seguro de que ella era diferente. Por eso no quería lastimarla. Por una extraña razón, no quería ser con ella como con las demás. Pero deseaba que fuera mía. Tenía miedo de analizar mis sentimientos y mirar en lo profundo de mi corazón. Y es que se había clavado muy profundo precisamente allí, desde el primer instante en que la vi por primera vez. Era grande la aflicción que sentía de saber que su corazón ya estaba ocupado. ¡Vaya suerte la mía! Me dije. Pero, vine aquí a jugar, seguro de que iba a ganar. Sin embargo, ahora mismo, estaba jugando mi última carta. Creía que tenía unos cuantos puntos a mi favor. O eso había creído yo, hasta que fui a verla, y no estaba por ninguna parte de la casa. Se había ido a escondidas de mí. Sentí cómo el cielo se unía con la tierra. Me sentí tan idiota, tan estúpido, tan iluso. ¿Cómo podía todavía tener esperanzas? ¿Acaso no había sido suficiente para mí…? Los recuerdos de aquel tiempo en que fui rechazado por primera y única vez, florecían en mi mente como si hubiesen sucedido recientemente. ¡No podía estar pasándome otra vez! Precisamente cuando estaba dispuesto a darlo todo, como aquella vez. Mi corazón parecía un saco de boxeo al que estaban golpeando en ese mismo momento. Miedo a perder y volver a pasar por lo mismo tal vez. Tal vez yo no estaba hecho para el amor. Pensé en las personas ahí fuera y, sentí vergüenza. Pero tenía que mantener mi orgullo, así que no dejaría que nadie supiera que estaba derrotado. Estaría un poco más allí y luego me iría. De todas formas, ya se estaba haciendo tarde. Pronto todos se irían a la cama. Me senté en la cama por un rato antes de salir, para calmarme un poco. Tenía imágenes de ella, quizás estando ahora con ese tal tipo y yo aquí haciendo el ridículo. ¿Me preguntaba qué estarían haciendo? No quería imaginar que la besara, que la tocara. sacudí la cabeza para borrar toda imagen de mi mente. No dejaré que esto me domine. No. No volveré a caer. Me decía a mí mismo. Volveré a Italia y retomaré el rumbo de mi vida, a partir del punto en que la conocí, ahora con más convicción, de que eso del amor no es para mí. Pedí perdón, primeramente, a mis reglas, y luego hizo un culto a mis mitos contra el amor, por haberles fallado por primera vez. Volví a aferrarme a ellos y tomé la decisión. Regresaré al hotel en un rato. Pondré una excusa y desapareceré de este lugar. Me levanté con la cabeza en alto, con mis reglas y mitos como escudo y salí de la habitación. Presentí que nadie había recibido la ausencia de mi chiquita, porque todos y todo transcurría muy normal ahí fuera. Como si nada estuviese pasando. Seguía examinando el ambiente para estar seguro de mi presentimiento, cuando la veo a ella llegando, como si sus pies la hubiesen llevado hasta allí automáticamente, sin que su mente le haya dado alguna instrucción. Desorientada, perdida en sus pensamientos. Se detuvo como volviendo de su ensimismamiento. Miró a su alrededor, orientándose quizás, y sus ojos se detuvieron al verme. Vino directo a mí. Su cara y su triste mirada me hicieron entender que había sufrido una decepción. De pronto me abrazó y puso su cabeza en mi pecho. En aquel momento fui consiente del poder que esa chiquita tenía sobre mí, porque después de un rato me miró y toda tristeza había desaparecido. Sonriendo me dijo mirándome a los ojos: _ Los latidos de tu corazón pueden calmar mis demonios Fabio. _ Y seguido me dio un beso. No respondí de inmediato, porque en medio de la confusión de mis sentimientos, sentía que aún estaba enojado. Pero la reacción de mi cuerpo al contacto del toque de sus manos en mi pecho, aquella mirada, aquella sonrisa, aquellas palabras; fueron suficientes para que volviera a meter en el cajón de los recuerdos a mis reglas y a mis mitos contra el amor, volviendo a traicionarlos. No obstante, y no queriendo rendirme ante sus encantos, y tratando de recuperar el orgullo, que ya no podía negar, había perdido, tomé su mano y la aparté de mí. Tenía que al menos intentar ser fuerte, aunque sabía que ya ella me había ganado. Su mirada ahora era suplicante. _ fui a entregarle unas cosas a una amiga. _ me dijo suavemente. Tomándome otra vez de la mano. _ Ah sí? _ le dije. Y acercándome a su oído, para que nadie más escuchara le dije_ y qué significa eso, Uhm.? Quieres que te perdone ahora por haberte ido a escondidas.? Quieres que creas esa mentira que me estás dando como una maldita excusa.? ¿Es eso verdad? _ Y muy descaradamente me responde mirándome a los ojos. _ Sí. _ Pasó su mirada a mis labios_ Eso quiero exactamente. _ Sonreí por su descaro. O tal vez porque me gustaba su postura ahora mismo, tratando de seducirme para que la perdonara. Moví mi cabeza negando. Era increíble para mí. No podía creerlo. Trataba de no sonreír de más, para que no supiera que me gustaba lo que estaba haciendo. Pero le tenía una preparada. _ Lo siento chiquita. Estoy muy pero muy enojado contigo. Ya no me interesa. Has perdido tu oportunidad. _ Le dije otra vez bajito en el oído. Ella me tomó del cuello haciendo que me inclinara un poco y se puso de puntilla para alcanzarme y hablarme también bajito al oído. _ Voy a esperarte en la habitación. Se que vendrás. _ Hundió sus manos en mis cabellos y su caricia estremeció mi cuerpo. ¡Maldita sea! Me dije, reprochándome a mí mismo mi reacción. Estaba perdido. Ella entró y yo me quedé allí, buscando en lo profundo de mí, alguna señal que me ayudara a coger el auto y marcharme ahora mismo, salvándome de esto y no correr detrás de ella que era lo que realmente quería. Sin embargo, lo vi como mi oportunidad. Vine a conquistarla. Se fue sin decir nada, pero regresó. y no demoró mucho en regresar. Si lo vio o no, no lo sé y no me interesa. Una idea pasó por mi mente. La cual me pareció perfecta al momento. Si logro que se vaya conmigo, habré pasado la primera etapa de mi plan. Y pondré en marcha la segunda parte que acabo de agregar ahora mismo. Y entonces no lo verá más a él. Será solo mía y se olvidará de ese tal tipo para siempre. Todavía me sentía muy enojado en el fondo porque me engañó haciéndome creer que me estaba obedeciendo, cuando en realidad se fue sin decir nada. Desilusionado, porque me gustaría ser el hombre a quien ama. Pero no podía renunciar a ella. Fui donde ella para pedirle una explicación y luego irme. Si le intereso al menos un poco, vendrá detrás de mí y se irá conmigo. Cuando entré en la habitación, estaba sentada esperando. La miré aún enojado. _ Necesito una explicación. _ esta vez no había que susurrar. Todos estaban afuera. _ Ya te dije que fui a entregar unas cosas a una amiga.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD