Samantha Landers
- ¡Camila! –tomé su rostro entre mis manos intentando calmar su mar de lágrimas-, ¿qué ha pasado? –silencio-, ¡responde de una vez, Camila!
La guíe dentro del apartamento y nos quedamos de pie en el living, ella no paraba de llorar y temblar. Verla de esa forma me consternaba enormemente, en especial porque no tenía idea de lo que estaba pasando. Dudaba mucho que fuese un problema con su familia, jamás la había visto así. Estábamos en la oscuridad, apenas alumbradas por una media luz que solíamos dejar para no medio matarnos si salíamos por un poco de agua en la noche.
- ¿Quieres contarme? –le susurré, ella negó con la cabeza sin dejar de temblar entre mis brazos-, vamos a la habitación y te recuestas allí mientras te preparo un té. La nana no está, me pidió el día
