—Aquí tienes. ¿Necesitas otra cosa? no quiero que tengas otro accidente y que te pase algo. —¡No, doctor, no pasará nada no se preocupe! ¡Yo… me sabré comportar muy bien! —Ummm ¿segura? —¡Si, vaya a hacer sus plegarias para… que el enemigo no haga de las suyas como usted lo dijo. Por cierto, cuando dijo el señor de las tinieblas a se refiere a… ¿el diablo? —Si, ese mismo. El enemigo de nuestro señor. —Ah… ahora entiendo. —Oye… Laura. Ya que vas a vivir conmigo—rascó su cuello—Me encantaría que me acompañaras... a la iglesia los domingos. No te estoy obligando, por supuesto, pero me encantaría que me acompañaras. Siempre voy solo. Antes, cuando era más joven, solía ir con mi amada y santa abuela Pippa, pero ahora ella está en el cielo, feliz —contestó Antonio con añoranza—. Pero… s

