Sobornar A Mí Jefe.

[Mensaje de Hielo] Señorita Erika, se supone que si usted es mi asistente tendría que estar en mi oficina antes que yo, a primera hora con un café en sus manos. No le pago para que llegue tarde, está es la última vez que le permito ese tipo de cosas. Mi jefe es un imbécil presumido no lo soporto, solo quiero un mejor puesto de trabajo, ese es el único motivo por el que me tengo que quedar callada y no decir nada, quisiera expresarle todo lo que siento. [Mensaje de Erika] Es usted un imbécil, cobarde poco hombre que se cree mucho por ser guapo y millonario. Todos creen que es una persona respetable y el mejor. Solo es un maldito explotador, renunció. Eso es lo que le quisiera decir, pero no me atrevo porque necesito el trabajo. Ahora haré lo que hago todos los días, borrar el mensaje y no decir nada. «Mensaje enviado» ¡Quééé! El mensaje se envió por accidente. Mañana será el día de mi muerte, voy a morir mañana. Mis piernas tiemblan y mi corazón late con fuerza. Bajo corriendo las escaleras. Tengo que tomar un baño, talvez este solo es un mal sueño, sí, es solo eso un mal sueño y sé que pronto voy a despertar. Enciendo el agua, la tina se llena con agua caliente, solo quiero desaparecer un momento. ¡Maldición! Este no es un sueño, tengo que pedirle perdón a mi jefe. Un momento, como no lo pensé antes, sé que él está ocupado puedo eliminar el mensaje, soy una tonta puedo arreglar el problema. Salgo de la tina desnuda y mojada, quiero borrar ese mensaje. Tomo mi celular y lo que veo me deja perpleja. Él ya leyó el mensaje, ahora sí estoy muerta además, sin trabajo. Está escribiendo, la vena de mi frente está a punto de explotar de los nervios, sé que me va a correr de la empresa por faltarle el respeto. Mi celular suena, lo dejo caer en mi cama por la preocupación, estoy realmente nerviosa. —Hola, Jefe, buenas noches. —Señorita Erika, ¿eso es realmente lo que piensa de mí? —Si, pero si le sirve de consuelo, no lo pienso todos los días solo me exalte en este momento, por favor no me despida. —Esta despedida, mañana asistirá a su último día de trabajo, solo por el evento que usted organizó mañana por la noche, después usted ya no será parte de nuestra empresa. —¡Disculpe jefe! Me colgó, me dejo hablando sola. Maldito seas Daniel Müller. —¡Qué buena mujer! Muéstrame más —me grita el pervertido de mi vecino. —¡Eres un pervertido Raúl! O al menos págame por lo que viste. ¡¿Qué estoy diciendo?! Me estoy volviendo loca, si el problema no tiene solución no hace falta que me preocupe, mejor me voy a dormir, mañana tengo que enfrentar a mi jefe. Al día siguiente Despierto y lo primero que hago es tomar un baño, después bajo a la cocina y me preparo el desayuno, aún estoy temblando por lo que pasó ayer por la noche. Siempre me he preguntado, ¿Qué le hicieron a ese hombre para que sea tan frío? Por eso lo apodé hielo, él es tan frío como el hielo. Tengo que buscar que ponerme esta noche, yo organice el evento de esta noche, tengo que verme lo mejor posible, podría conseguir otro empleo esta noche con todos esos empresarios ricachones. Después del desayuno voy a la casa de mi mejor amiga, vive al lado de mi casa. Crecimos juntas como hermanas, ella es como la madre que nunca tuve en mi vida. Tocó la puerta y escucho los pasos aproximarse. —Hola, Sara, quiero contarte algo muy importante. —Claro, amiga, sabes que puedes decirme lo que quieras somos como hermanas. —Tengo miedo cuando te lo digas me gritaras, cometí un terrible error. —No te preocupes, sé que eres una impulsiva de lo peor, dime qué pasó —me dice Sara, mientras nos sentamos en el sofá de su sala. —Le envié este mensaje ayer a mi jefe por accidente —le digo mientras le entrego mi celular para ver el mensaje. —¿Quééé? ¿Estás loca? Si yo fuera tu jefe también te hubiera despedido. —¿De qué lado estás? Fue un accidente, la sicóloga me dijo que eso era como una terapia, cada vez que estuviera molesta escribir lo que siento para liberarme. —Sé lo que la psicóloga te dijo, pero no en tu celular, ella dijo en un diario. —Metí la pata, pero en mi defensa se merece todo lo que le dije. —Sé perfectamente que tu jefe se merece eso y mucho más, pero necesitas el trabajo, ¿ahora que harás? —No te preocupes Sara, esta noche le pediré perdón, si tengo que arrodillarme lo haré no tengo otra opción. —¿Tienes que ponerte para esta noche? Puedo dejarte hermosa y como nueva, mira tus ojeras, Erika estás fatal. —Gracias Sara, que haría yo sin tu sinceridad. Sara y yo nos la pasamos platicando hasta que llega la noche, son las seis de la tarde la reunión es la las siete y media, solo tengo una hora y media para arreglarme. Tomo un baño rápidamente y después me visto solo con una bata, sé que Sara se encargará del resto, confío plenamente en ella. Me siento en una silla cerca del tocador de Sara, ella es maquilladora y muy buena, ella es excelente en su trabajo. Sara comienza a secar mi cabello mientras lo peina, después me aplica un poco de fijador en el cabello y empieza a peinarme. Después de media hora me entrega un hermoso vestido, quiero ver el peinado que ella me hizo, pero no me deja hacerlo, aún me falta el maquillaje. Después de maquillarme de visto con el hermoso vestido n***o que Sara me presto, es realmente hermoso. Tiene tirantes es ajustado al cuerpo por la parte de arriba, y cae por mis muslos de una manera sexy, pero no tan atrevida. Los tacones altos y hermosos quedan excelente con el vestido y también el peinado recogido que me hizo Sara. No quiero sonar una engreída, pero esta noche me veo realmente despampanante. —Soy realmente buena, creo que tienes que cuidarte mucho, algunos de esos hombres viejos y ricos se podrían acercar a ti con otras intenciones —me dice Sara. —No te preocupes sé cuidarme, además que la casa de mi jefe está siempre vigilada por cámaras y también sus guarde espaldas, no lo dejan solo ni un momento. —Te deseo lo mejor amiga, y solo espero que tu jefe te devuelva el trabajo. —Lo haré, te lo juro que regresaré con buenas noticias. Me despido de Sara con un beso, camino hasta llegar a la calle y pido un taxi, ya me queda poco tiempo. El edificio donde vivo solo está a media hora de la casa de mi imbécil jefe, así que llegaré justo a tiempo.