20. La salida a la ciudad. Sofia nota que mi pija recobra su vitalidad. —Oh, Henry, es hora de que guardes esto. Sería una tremenda imprudencia volver a hacerlo. Tras inclinarse y besarla, la mete en mis pantalones con alguna dificultad, me sube la cremallera y vamos de regreso a casa. Pasamos a hablar de la posibilidad de nuevos encuentros. —Henry, te suplico que no se te vaya a ocurrir intentar nada parecido mañana. Voy a buscar la forma de vernos en privado, pero tendrá que ser por la mañana, hoy tenemos suerte, tu madre está ocupada, pero mañana nadie sabe. —¿Cuánto tendré que esperar para tenerte conmigo? —esperar no es lo mío. —Oh, Henry, tal vez en dos días, no antes. —Dos días son dos años para mi —aunque mañana tengo una salida a la ciudad. —Podrías prohibirme salir al de

