—Nooo —dice ella dramáticamente, levantando las cejas—. Pero deberías tomarte la pastilla… tú sabes… la del día después. —Ya, no te preocupes —respondo con un suspiro, rodando los ojos—. Y cuidado con decirle eso a mi hermano, ¿eh? Y a Mathis ni se lo menciones. Si él se preocupa de eso, que lo diga. Si no, pues… no pasará nada. Vos te preocupás por todo. —Tienes razón —me dice con una sonrisa de medio lado. En ese momento, vibra mi teléfono. Lo saco sin mucho ánimo, y leo: "Nena, me dijiste que saldrías temprano. Por favor, le dije a la diseñadora y ya está en tu casa." Es Viktor. —¡Ugh! —resoplo con fastidio. —¿Qué pasó? —pregunta Saskia. —Es Viktor. Ya mandó a la diseñadora a casa. —¿Y? —Y le respondí: "Solo almuerzo y llego." Ella hace una mueca y termina su jugo. —Te estás

