Peri se corrió explosivamente, y Josh aquietó sus movimientos para forzar su pene a entrar más profundamente en su boca y gimió al correrse también, rociando densos chorros de semen en su boca. Desde entonces, Josh no le había dado un solo momento del día en que no la atormentara, ya sea por él o por algún juguete que le había puesto. Había conocido el suave látigo desde pequeña, y su piel enseguida se sonrojó bajo el azote de sus tentáculos. Llegó a conocer bien los juguetes. También introdujo un poco de juego anal con los juguetes antes y después de usar una pala. Apenas se habían parado a comer y Josh había atormentado a Peri incluso mientras ella preparaba la comida y la comían. Había perdido la cuenta de cuántas veces se había corrido y se maravillaba del poco tiempo que él necesitab

