VANESSA
Un pellizco.
Ay.
Un pellizco
Ay.
Un pellizco. Hago una mueca durante la tercera ronda de verificación de la realidad. Todavía me duele, lo que significa que probablemente todavía no estoy soñando con mi vida actual en Nueva York. Ya sabes, aquella en la que estoy en la nómina de Hamilton, tengo mi propio escritorio fuera de la oficina de Dominic y camino con cómodos tacones negros como si perteneciera allí.
Sonrió para mis adentros, echando una mirada de aprobación a mi flamante escritorio. Tres días después de empezar el trabajo, me siento a partes iguales capaz y aterrorizada de que todos descubrieran lo fraudulenta que soy. ¡Contratada gracias a mi hermano mayor! ¡Solo una vieja amiga de la familia sin experiencia! Hace poco había descubierto que esta prohibido referirse al norte o al sur en esta ciudad. No, no, es la zona alta o el centro. ¿Cómo podría encajar en un lugar donde me había referido al centro como norte hace solo dos meses?
–Vanessa, aquí tienes algunos perfiles de clientes que tendrás que revisar, familiarizarte con ellos– Alan me saca de los papeles de mi escritorio. Evaluación: lindo cactus falso realmente lo arregló todo mientras coloca algunos. –Presta atención a cualquiera que tenga un Jr. detrás de su nombre. Esto significa que tienen linaje. Los Hamilton están muy interesados en el linaje, pero no por las razones que tú crees– chasquea la lengua y pone más papeles frente a mí. –Esta es una lista de los asistentes esperados para la recaudación de fondos de codificación a la que Dominic planea asistir. Tareas como estas pronto serán tuyas, pero por ahora, te estoy mostrando lo que estoy haciendo para que puedas aprender a quien congraciarte antes de ir–
Parpadeo un par de veces al ver los papeles que llueven sobre mi escritorio.
–¿Congraciarme–
–Si. Estos eventos son terriblemente aburridos, y solo hay un cincuenta por ciento de posibilidad de que haya buena comida. uno pensaría que, estando en una capital culinaria del mundo, podríamos contar con mejor comida. Pero, por desgracia, incluso algunas vieiras saben a pescado en la ciudad de Nueva York–
–Eso suena muy profundo– murmuro.
–Lo sé– concluye Alan, dejando caer otro juego de páginas delante de mí. –Este documento es una lista detallada de los que hay que evitar–
–¿Evitar? –
–Personas que debemos evitar, en persona, en teoría, por escrito. Personas que han despreciado o traicionado a los Hamilton. Cosas así. He preparado esto para que puedas levantarte y rápidamente. No se recomienda cometer errores con los hermanos–
Mis cejas se habían estado frunciendo durante su resumen, y ahora simplemente estan unidas.
–¿Por qué no? –
Su mirada oscura me clava en mi sitio. –Escucha, sé que eres nueva aquí, pero los Hamilton esperan cierto…calibre. El tiempo dirá si lo tienes o no–
Sus palabras me dejan la lengua pegada en el paladar. Claramente, no se ha corrido la voz de que Dominic y yo nos conocemos desde antes. Estoy firmemente en el archivo de “Nueva contratación al Azar”. No me importa.
–Bueno…es bueno saberlo. Gracias–
Por encima del hombro de Alan, veo a Asher venir por el pasillo, con la cabeza girada bruscamente mientras habla con alguien detrás de él. No había visto a Asher durante mi entrevista el jueves ni en mi primer día el viernes; ahora, el lunes, parece que había estado esperando para saludarlo una eternidad.
Alan comienza a decir algo más, pero su voz se va apagando cuando Asher me ve desde el final del pasillo. Sus ojos se iluminan y se dirige hacia mí con un traje gris oscuro perfectamente entallado, con un perro con pelaje oscuro y brillante trotando a su lado.
–¡Ahí estas, Vanessa! Bienvenida a Hamilton Enterprises–
Prácticamente puedo sentir como se le eriza el pelo a Alan. –Oh. ¿ya se conocen? –
–¡Asher! – extiendo mis brazos y me da un abrazo suave. Parece más alto desde la última vez que lo había visto, más corpulento tambien. Todos los hermanos Hamilton se han afinado y florecido bajo la influencia de la riqueza y el éxito. –Ha pasado una eternidad–
Me sonríe, pellizcándome el brazo como siempre solía hacerlo. –Pequeña Vanessa Reinhart. Realmente nunca pensé que te vería aquí arriba–
–Bueno, aquí estoy. Me envió Elí. Soy la embajadora de Reinhart– digo con una risa.
–Te presento a Zero– dice, señalando con la mano al hermoso cachorro a sus pies.
–Aww, es un placer conocerte, Zero– Le ofrezco mi mano, que Zero huele con curiosidad antes de darle una lamida amistosa.
–Esa es la cantidad de preocupaciones que tiene sobre ti, ya que sabe que estas en su círculo de confianza– Asher le sonríe a su perro.
Alan se aclara la garganta. –Entonces, supongo que esto tiene una conexión con Kentucky–
Asher me pasa el brazo por los hombros y le sonríe a Alan. –Kentucky de pies a cabeza. Tenemos que cuidar bien de Vanessa, Alan, o si no, su hermano mayor vendrá a darme una paliza–
Alan se ríe, pero es una risa hueca. –Anotado–
Dominic es el siguiente en caminar por el pasillo, con las manos metidas en los bolsillos. Sus ojos registran una leve curiosidad mientras se acerca a Asher y a mí. –¿Qué está pasando aquí? –
Trago saliva con fuerza al observarlo. La joven de dieciséis años que hay en mi todavía se vuelve loca cada vez que veo a Dominic de cerca, especialmente ahora que ha perdido las gafas que siempre había usado durante la preparatoria. Una barba oscura le delinea la mandíbula y por encima del labio: una elegante barba incipiente. Sus labios grandes y carnosos son materia de fantasías; las mías, específicamente. Me he preguntado no menos de dieciocho mil veces como se sentirá tocar esos labios con los míos. Se pasa la lengua por el labio inferior, como si pudiera oír mis pensamientos, lo que me enciende como un pararrayos.
–Solo saludaba a nuestra vieja amiga Vanessa– dice Asher.
–Tiene que volver al trabajo– dice Dominic secamente, luego su mirada se posa en Zero. –Hola, amigo– se inclina hacia adelante para acariciar la cabeza de Zero con la mano.
Asher me lanza una mirada que dice “echa un vistazo a este tipo” y retira el brazo. –Bien. Pero Vanessa, si necesitas algo, especialmente un descanso de este tipo– señala con el pulgar hacia Dominic. –Sabes donde encontrarme. Mi oficina esta al final del pasillo. Y pronto también conocerás a mi novia Mila. Tengo el presentimiento de que se van a llevar muy bien–
Le sonrió, disfrutando de la calidez de su saludo. Eso es lo que esperaba de los Hamilton. No es en absoluto lo que he recibido de Dominic.
Pero está bien. Había dejado en claro el límite entre empleador y empleado. No es gran cosa. Bueno, está bien, tal vez solo un poco.
Asher saluda con la mano y se aleja. Dominic entra en su oficina, la puerta se cierra con un clic tras él, dejando solo su deliciosa colonia flotando en el aire, algo amaderado, refinado y salvaje, todo al mismo tiempo, y la mirada fija de Alan.
–¿Cuánto tiempo hace que conoces a los Hamilton? –
Trago saliva. Parece una pregunta capciosa. Demasiado para empezar con una pizarra en blanco. –Um… ¿desde la secundaria? ¿Supongo? –
Vuelve a examinar algunas de las hojas del escritorio, apretando la mandíbula. –No sabía de esa historia–
–Son prácticamente como hermanos– digo.
Alan me clava una mirada inescrutable. No puedo distinguir si es buena o mala información para compartir. –Solo ten en cuenta que lo que creas sobre ellos en casa, es diferente aquí en Wall Street–
Asiento, sin estar del todo segura de a que se refería. –Si. Creo que tiene sentido–
–Acomódate. Te mantendré al día– Me ofrece una breve sonrisa y se aleja rápidamente; el brillo de sus pantalones de vestir captaron mi atención en la brillante luz del pasillo.
Miro a mi alrededor, a la tranquila zona de recepción fuera de la oficina de Dominic. No hay mucha gente que pase por ese corto pasillo sin salida, aparte de Alan o los hermanos. Me gusta ese aspecto; no hay mucho tráfico. Podríamos ser solo Dominic y yo, escondidos en nuestro pequeño rincón.
Escucho alguna señal de vida más allá de la puerta de Dominic. Todo está fresco, tranquilo, sereno allí. Pero más que eso, es elegante. Hay máquinas de café expreso en prácticamente todas las cabinas de oficina. La sala de descanso solo tiene la marca más cara de agua embotellada, del tipo que específicamente nunca he comprado porque ¿Quién paga tanto por le agua? Las alfombras que bordean el pasillo parecen sacadas de una especie de revista de pedidos personalizados de Alfombras, todas con hilos y estampados plateados.
Esto es diez leguas mejor que el último trabajo que había tenido, el trabajo en un restaurante que dejé el jueves por la noche después de una cantidad excesiva de disculpas con mi antiguo jefe. No puedo negarlo. Estoy emocionada de estar aquí.
Pero una pequeña parte de mi tira de mi brazo metafórico diciendo: “pero espera…esto no es lo que viniste a hacer”
Intento alejar los pensamientos mientras paso las pantallas de mi nueva computadora portátil de la empresa. Las teclas estan casi en silencio mientras escribo un correo electrónico rápido a Alan reconociendo que había recibido el anexo “Evita”. Suena el teléfono de mi escritorio; sé que se Dominic por la luz roja que indica de que línea proviene de la llamada.
–La secretaria confidencial de Dominic Hamilton– susurro con mi voz más dulce. –¿En qué puedo ayudarte? –
Resopla a través del teléfono. –¿Siempre vas a responder así? – Su voz suena áspera tan cerca de mi oído, algo entre voz s****l y recién despertada. Aprieto los muslos. Apenas puedo mirarlo sin sentirme como una fan, y escucharlo está resultando igual de difícil.
–Te responderé como quieras– digo, y entonces me doy cuenta de lo sugerente que sonó. El calor me sube a las mejillas.
Hace una pausa, y el vacío que se extiende entre nuestra palabras se vuelve ensordecedor. –Mmm. Lo pensaré– dice finalmente.
–¿Viste el correo electrónico que acaba de llegar? –
Actualizo mi bandeja de entrada y suena un nuevo correo electrónico. Me acompaña a través de algo sobre su próximo horario. Una vez que lo averiguo, dice: –Genial. Hablamos luego–
–Ahh, espera– suelto. Es lunes. Lo que significa que debo pagar el alquiler. Mi único plan es esquivar astutamente a mi casero hasta que llegue mi primer cheque de pago cuando sea. –Olvidé preguntar. Eh… ¿Cuándo es el día de pago? –
–Mmm, el próximo viernes, creo. Aunque puede que no caigas en ese ciclo. Puedo averiguarlo con seguridad– La ansiedad se dispara dentro de mí. No puedo evitar pagar el alquiler durante otras dos semanas.
–De acuerdo. De acuerdo. Eso es eh…–
–¿Qué pasa? –
–Es solo que, eh, mi alquiler…–
–¿Cuándo vence? –
Trago saliva con fuerza, sintiéndome cada centímetro de la patética y arruinada perdedora que realmente soy en el fondo. –Hoy–
–¿Cuál es la cantidad exacta que necesitas para tu casero? –
Le digo la cifra, hasta el último centavo, mordiéndome el labio inferior una y otra vez mientras me recuerdo a mí misma que pronto estaré ganando seis cifras y estos problemas serán cosa del pasado.
Excepto que, al ganar seis cifras, crea otro problema: descuidar la razón por la que había venido a Nueva York en primer lugar.
Esta vez brota una ansiedad diferente, una ansiedad más profunda y desgarradora. El tipo de ansiedad que surge cuando me alejo de ese susurro de intuición dentro de mí, la voz guía que me había instado a venir aquí en primer lugar. La voz que había ignorado durante mis cinco años al lado de Liam, soportando su manipulación y abuso, diciéndome a mí misma que quedarme con él, quedarme en Louisville, era lo mejor para todos.
Estoy a la mitad de mi curso de certificación de moda. Tengo que terminarlo. Lo que significa que haré todo lo que sea necesario para trabajar en este trabajo y terminar mi certificación.
Dominic se aclara la garganta. –Envíame la información de tu casero cuando tengas oportunidad–
–¿Qué? –
–Su número o la cuenta de Cash App. Lo que uses–
–¿Vas…vas a pagarlo? – balbuceo.
–Claro. Solo hasta que te recuperes–
Una calidez me recorre el cuerpo y las lágrimas me pican en los ojos. Primero un trabajo de seis cifras, y ahora esto. –Dominic, eres demasiado amable–
–No es nada. Lo prometo. Considéralo una bonificación por contratación. Y hablando de beneficios de la empresa, la gala de recaudación de fondos de este fin de semana…–
–¿Sí? – La emoción cobra vida en mi interior. Estoy deseando tener la oportunidad de ver una velada real en la ciudad de Nueva York.
–¿Tienes algo que ponerte para un evento de gala? –
En casa, tengo tres vestidos terminados que serían perfectos y uno que está a medio terminar de diseñar. La oportunidad de estrenar cualquiera de ellos en un entorno de clase alta sería un sueño hecho realidad. Si tan solo una mujer bien conectada me preguntara donde había conseguido mi vestido… este es el tipo de cosa con la que sueño con cada puntada.
–¡De hecho, si! Tengo algunos vestidos diferentes en los que estoy pensando–
–Bueno, te daré algo de dinero por si necesitas algo más. Recuerda, este es un evento muy formal. No tengas vergüenza de comprar lo que necesites–
No puedo pensar en una sola cosa que necesite relacionada con el evento formal. Lo único que necesito tiene que ver con este hombre y mi cuerpo desnudo. La imagen de esa morena enterrada entre sus piernas chisporrotea en mi mente. A decir verdad, esa imagen esta grabada a fuego allí. Puede que nunca desaparezca. Necesito ser yo la que este entre sus piernas. El calor me quema de nuevo mientras siento el rubor subir a mis mejillas. Gracias a Dios, Dominic no puede verme teniendo pensamientos sucios sobre él.
–No lo haré– digo finalmente.
–Genial– la línea se desconecta y cuelgo lentamente el teléfono. Esto se siente como una dimensión alternativa. Me pellizco el antebrazo de nuevo. ¡Auch!. Aún duele. Probablemente todavía no es un sueño.
La puerta de Dominic se abre un momento después, y antes de que pueda siquiera respirar profundamente para fortalecerme, su robusta figura está al lado de mi escritorio deslizando una tarjeta de crédito por la superficie.
–Ten– retumba, su mirada azul deslizándose por mi rostro como una caricia. Y luego me guiñe un ojo. –Sin límite de gasto–
Dominic se retira a su oficina, dejándome en un agradable c*****o de su costosa colonia, con toques de almizcle y la tierra me envuelven como una manta. Se me escapa un suspiro y cierro los ojos.
Tengo la tarjeta de crédito de Dominic. El pagará mi alquiler. Y me ha guiñado un ojo, mierda. Según mi v****a, estamos enamoradas y cerca de casarnos.
Mi celular vibra desde encima de mi escritorio. Un numero desconocido me ha enviado un mensaje de texto, pero por la forma en que se me revuelve el estómago, sé que es Liam. Aparece sigilosamente de vez en cuando desde un nuevo número, uno que no he bloqueado, solo para recordarme que aún respira y me desea lo peor.
Liam: Escuché que ahora eres una perra de los Hamilton. Ni siquiera me sorprende.
Paso mi dedo por los movimientos para bloquear ese número, tan repetitivo que puedo hacerlo mientras duermo. Luego borro el mensaje y pongo mi teléfono boca abajo.
Liam es un recordatorio de que había venido a Nueva York por mi misma. A pesar de lo que él o cualquier otra persona pesará al respecto, mi vida es mía. Y no estoy aquí para perder el tiempo pensando en las opiniones de Liam. Tampoco estoy aquí para perder el tiempo con hombres.
Dominic no solo es mi jefe ahora, sino que está tomado. Tiene una morena que se presenta en su oficina para atenderlo, una mujer que probablemente resuma rango, poder y grandes siglas detrás de su nombre.
Pero más que eso, no quiero tener vínculos con ningún hombre. Mi corazón adolescente siempre querrá a Dominic, pero mi corazón adulto necesita independencia. Éxito. Un futuro propio.
Al final del día, tengo suerte de que Dominic y sus labios carnosos no quieran tener nada que ver conmigo. Porque solo tengo tiempo y atención para pagar mis cuentas y obtener mi certificado de moda. Sin importar nada.