Dormir... glorioso

1960 Words

LIAM Me levanté del suelo despacio, como si cada músculo estuviera oxidado. La espalda me crujió y las rodillas protestaron; aún me ardían los nudillos, aún me temblaba la respiración. Ella seguía ahí, pegada a mí, como si con solo estar sostuviera todo el edificio que soy y que se cae a pedazos. La miré. O mejor dicho, intenté sostenerle la mirada, porque lo que vi en sus ojos era demasiado: ternura y dolor mezclados, como si llevara en el pecho una herida que no era suya pero la sangraba igual. No quería pedirle nada. No después de lo que dije, no después de haber dejado que el monstruo hablara más fuerte que yo. Pero las palabras se me enredaron en la garganta y, aun así, salieron. —Saanvi… —mi voz salió ronca, casi rota—. No duermas en el cuarto de invitados. Ella parpadeó, sorpre

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