ANIL No pude sacarme la imagen de la cabeza. Saanvi, con esa maldita camiseta que no era suya. Una camiseta demasiado grande, con olor a otro hombre. A él. A Liam Ashford. El inglés de mierda. El recuerdo era tan claro que casi podía olerlo ahora, en el coche, con los dedos clavados al volante. No había duda: habían follado. Sentí cómo la rabia me subía por el cuello, un calor espeso, casi líquido. Ella, que durante dos años se negó a cualquier muestra de cariño conmigo en público, que siempre fue “esto es solo sexo, Anil, nada más”… ahora andaba con él de la cintura, con besitos en la mejilla, con esa confianza de pareja. ¿Conmigo no? ¿Conmigo jamás? Pero a ese extranjero sí lo dejaba entrar hasta en su ropa. Me repetí que no iba a perder el control. Que no podía llegar a casa de sus p

