LIAM
Salimos temprano porque tenía que llevarla de vuelta a su departamento antes del mediodía, pero no quise que eso nos robara la mañana. Había dormido poco, sí, aunque no por cansancio sino por el exceso de calma que me dejó quedarme con ella; ese tipo de calma que te deja alerta de felicidad, como si el cuerpo no quisiera perderse ni un gesto. Maneje con la ventana entreabierta para que entrara el aire frío y Saanvi iba con mi sudadera ligera, las manos metidas en la manga como si fueran bolsillos improvisados. A esa hora la ciudad estaba medio dormida y nos dio permiso de ocuparla sin prisa. Aparqué frente a una cafetería que me gusta porque huele a mantequilla incluso en la calle, y la vi bajar del coche con ese andar suyo entre elegante y relajado que me destartala el pulso. Le abr
