SAANVI Me desperté con la boca seca, el corazón inquieto y la sábana arrugada entre mis muslos. La habitación seguía en penumbra, iluminada apenas por los primeros rayos de sol que se colaban por las cortinas pesadas del hotel. Tardé unos segundos en recordar dónde estaba. Y por qué. Volteé lentamente hacia la puerta. Vacía. Silencio. El jacuzzi seguía lleno. Las fresas, ya mustias. El champagne, tibio. Y Liam… no estaba. Nunca llegó. Sentí una punzada sorda en el pecho. Me incorporé con torpeza, con la sensación de tener una piedra en el estómago. Tomé el celular con manos temblorosas. Tenía batería. Señal. Todo funcionaba. Menos Liam. Un mensaje. Nada. Dos llamadas perdidas de mi parte. Un simple "visto" en mis últimos textos. —¿Todo bien? ¿Estás en camino? —¿Liam? Le habí

