Prologo.
Narra Pandora
Rode los ojos irritada, había perdido la cuenta sobre cuántas veces hice esa acción. Mi hermano nuevamente parloteaba sobre lo imbécil que era Orión Lennox, claro que no decía su nombre, antes muerto que eso, le tenía muchos apodos pero entre sus favoritos está el antes mencionado "imbécil", "cara de mierda" o el que personalmente es mi favorito y yo contribui en su elaboración, "pejelagarto".
—¡Es que no lo entiendes Panda! Es un completo arrogante. Siento que quiero ahorcarlo cada vez que lo veo.— suspiré resignada sabiendo que no iba a parar aunque le taparan la boca con cinta.
Agarre mi celular y mis galletas para irme de ahí sin que me escuchará, prefería irme a tener que oír una vez más sobre cómo lo odiaba y esto y el otro.
No tenía enemigas o esa creía, pero la verdad lo agradecía. Si tener una enemiga significaba ser igual que mi hermano no gracias.
Fui a mi habitación y me acomodé en mi cama, abrí mi laptop y estuve deambulando por internet hasta que me llegó una video llamada de Elena, mi mejor amiga.
Le pique en aceptar y lo primero que ví fue a su gato, Ron. No pude evitar que una risita saliera de mis labios al ver la imagen del minino, estaba demasiado cerca de la cámara y sus ojos curiosos se veían muy graciosos, soltó un maullido alegre al verme y se restregó en la laptop como si fuera en verdad yo.
—¡RON!— escuché el grito de mi mejor amiga y segundos después el gato fue retirado.
—Disculpa eso, Panda. A veces creo creo que te quiere mas a ti que a mi.
-Obviamente me quiere mas, soy su favorita.- ella hizo un puchero.
Elena era una chica de tez morena, más alta que yo, siempre prefería tener su cabello n***o en una coleta alta. Su complexion era delgada pero lo que salia a relucir mas eran sus largas piernas, sus ojos igualmente eran lindos, de un hermoso color miel y sus labios eran delgados pero bonitos.
En cambio yo, soy de piel pálida, bajita con cabello pelirrojo rizado y ojos verdes. No tenía un atributo favorito, todo de mi cuerpo me gustaba.
Mi familia tenía la genética de tener buen cuerpo, no importaba si eras gordita o flaquita, de que tenías buen cuerpo lo tenías. Elena y yo eramos muy diferentes pero nos complementabamos, eso hacia a nuestra amistad especial.
—Hoy abren el nuevo club del que te comente, ¿vamos?
—No lo se.— hice una mueca, la verdad prefería quedarme en casa viendo películas y comiendo palomitas.
—Anda Panda, acompañame.— hizo un puchero aunque este era en vano, ella sabia muy bien que por los únicos pucheros que caía eran por los de mi conejo, Coco; el cual estaba en un spa para mascotas, le daba mejor vida a mi conejo que a mi misma, mañana por la tarde iría a recogerlo.
—¿Que me darás a cambio?
—Mi amor y amistad.
—Eso ya lo tengo.— sonreí burlona al oír su quejido.
—Lo que tu quieras.
—Bien. Pero tú sabes que primero le tengo que preguntar a mi papá.— si había algo que no me gustaba era ocultarle cosas a mi padre.
—Pandora, tu padre nunca te dice que no, eres la luz de sus ojos, su princesa y no te niega nada porque sabe que eres muy responsable para mi propio bien.— hizo un puchero en la última parte.
—¿Para tu propio bien?— pregunté divertida.
—¡Si! Pero dejemos eso de lado, ¿te paso a recoger a las 10:00?— yo asentí sabiendo que mi padre me dejaría ir de todos modos.
Cortamos la llamada y suspire.
El problema no era mi padre, sino mi hermano, es muy sobreprotector conmigo pero estaba segura que papá de encargaría de él.