Amelia le pidió a Albert que por ahora no mencionara a Corina lo que estaba sucediendo, ya se ocuparía de eso cuando volvieran a casa, no deseaba preocuparla; pues, para ella ya era bastante doloroso ser testigo de la angustia reflejada en los ojos de un hombre tan severo como su padre. —Papá, necesito pedirte otro favor. —Dijo Amelia apretando el brazo de Albert. —¿Necesitas que llame al médico? —Indagó preocupado. —¿Te sientes mareada o vuelven las molestias? —Insistió. —No. —Sonrió. —Nada de eso, me siento mejor. Es solo que no quiero que nadie se entere de esto, ni siquiera Joseph. —¿Por qué? —No deseo tratos diferentes ni especiales, al menos quiero mantener algo como siempre ha sido, normal. —¿Y si... —Por favor, papá. —Le interrumpió pidiendo con ojos suplicantes, apre

