Luego de que Owen salió aquella mañana huyendo despavorido de la realidad de quién era "su conejita", se dirigió al restaurante que frecuentaba, necesitaba organizar el lío que tenía en sus pensamientos y lo que sentía. Como ocurría cada vez que trataba temas sobre "Fideito" o "Conejita", pidió un trago; salvo que esta vez fue diferente, ese único trago se convirtió en tres y más. Él no era un hombre que acostumbraba a embriagarse, en realidad, nunca lo había hecho hasta este día; sin embargo, cualquier persona que lo viera juraría que el alcohol no hubiera hecho efectos en él. Durante aquellas horas que estuvo en compañía de sus tragos, tuvo el tiempo suficiente para analizar cada gesto de Amelia las pocas veces que se toparon torpemente después de esa fiesta de máscaras; llegando a la

