A puertas abiertas, Eros recibió a una secretaria del departamento de Recursos Humanos, haciéndole llegar unos documentos que debía firmar para la aprobación definitiva de unos nuevos ingenieros que estarían laborando en su área. En movimientos insinuantes, la mujer se inclinaba sobre el escritorio para extenderle cada papel que requería su firma, Eros se había percatado del coqueteo de la secretaria desde el primer momento en que entró a su oficina, por lo que resopló una sonrisa irónica y continuó haciendo su trabajo sin darle gran importancia. No le interesaba en lo absoluto. No tenía apetito como para comer de donde ya había probado, ni siquiera deseaba saborear algún nuevo aperitivo desde hacía algunas semanas. —¡Hola, hola! Buenos días. —Saludó Victoria tan pronto llegó a la puerta

