5. Orígenes - 2

2753 Words
Duncan era un hombre de 37 años dedicado a los negocios, dueño de restaurantes, hoteles, fábricas y seguía haciendo inversiones; estas eran sus operaciones aparentemente limpias. Tenía un gran objetivo que esperaba cumplir pacientemente, se trataba de casarse con Charlotte Moncada para apoderarse del Consorcio que estaría dirigiendo, era una empresa con conexiones internacionales que le serviría de fachada para su negocio más importante y grande, la fabricación y tráfico de armas. Negoció por Charlotte cuando solo era una adolescente y la tendría en el momento indicado, pero las cosas empezaron a salir mal cuando la reclamó, la tomó a la fuerza tras dr0garla y luego ella escapara. Esto provocó que se obsesionara con la joven Ceo. Duncan era ególatra y debido a su gran atractivo físico y dinero no había mujer que se le negara, con Charlotte fue un tropiezo, estaba seguro de que ella caería rendida ante él. Duncan fue uno de los patrocinadores del Mercedes-Benz Fashion Week Madrid de ese año, se llevó la gran sorpresa al ver a Yulia sobre la pasarela, pues, tenía características similares a Charlotte. Inmediatamente planeó en convertir a la joven modelo en la copia de prueba, haciendo algo que para él era difícil, ser galante; decía que, si ella se enamoraba con atenciones, Charlotte también lo haría y la tendría para él a su voluntad. Yulia solo era un objeto que desecharía después de conseguir su objetivo, tener a su esposa trofeo. El día en que dejó salir su b€stialidad hacia Yulia, él había intentado llegar a Charlotte como si nada hubiese sucedido, pero se encontró con dos gigantescos hombres que la resguardaban y a una mujer más maliciosa y llena de desprecio hacia él, lo ab0rrecía como a ningún hombre. . Yulia se había esfumado de la vida de Duncan y se estableció en Barcelona, desde donde se movilizaba hacia Francia constantemente cuando tenía algún contrato que cumplir para promocionar ciertas marca; ya no asistía a grandes eventos sobre pasarelas, se había limitado a las sesiones fotográficas en importantes estudios, no volvió a pisar Madrid. En Barcelona tuvo a su hijo, a quien llamó Owen como a su hermano mayor fallecido; Yulia, Owen y Susan vivían en completa tranquilidad en la ciudad que habitaban desde hacía casi un año. Eventualmente ella supo quién era Charlotte, tras leer la publicación de un artículo que se titulaba “La joven Ceo, un As en los negocios”; el ascenso de Charlotte había causado eco en el mundo empresarial por su sexo y corta edad, liderando una empresa de tal envergadura y que estaba levantando con éxito después de una inminente caída; en aquella publicación salía una fotografía de ella en una elegante traje ejecutivo y también figuraba el nombre de Duncan como uno de los pocos accionistas que habían quedado. A cualquier trabajo al que asistiera Yulia iba acompañada de su hijo de 6 meses, ésta era una de sus importantes cláusulas al asistir a una sesión fotográfica. Ella salía del estudio en donde acababa de tener su última sesión de fotos para la promoción de un perfume, empujaba la carriola del bebé y le hablaba dulcemente mientras caminaba hacia el auto. —Yulia Volkova... —Una voz masculina y seductora se dirigió a ella, lo cual hizo que se detuviera en seco. Yulia giró su rostro bruscamente buscando con la mirada al dueño de aquella voz que para ella ahora era escalofriante. Duncan estaba cerca de ellos recostado de un auto y con sus ojos rodando de Yulia hacia el niñ0 y viceversa; instintivamente, ella se interpuso para cortar el contacto visual con su hijo. —Du-Duncan... cuánto tiempo. —Saludó con nerviosismo. —Sigues preciosa... —Comentó galante, se aproximó a ella y le dio un beso en la mejilla. —Nunca nos despedimos. —Tengo un poco de prisa... —Añadió, estaba angustiada, pero intentaba ocultarlo. —Deberíamos ir a tomarnos algo, no sé, lo que desees, y nos podemos poner al día... Te he extrañado. —Manifesto mirándola a los ojos. Duncan apartó sus ojos de Yulia nuevamente y los posó sobre el bebé detrás de ella en la carriola. —Lo siento, pero me temo que no sea del agrado de mi prometido. —Mintió. —¿Prometido? —Resopló con una perversa sonrisa, ese gesto la congeló. —Debe ser un tipo afortunado. Yulia no dijo nada más, tomó la carriola y dio algunos pasos más, lentamente, para alejarse de él. —Debo irme. —¿Ese bebé es tuyo? —Preguntó sin más antes de que siguiera alejándose. —Jonathan y yo somos una pareja feliz con nuestro hijo. —Dijo secamente antes de iniciar una caminata más apresurada hacia su auto, seguida por los ojos fríos de Duncan y una mueca perturbad0ra en sus labios. Yulia llegó a casa aterrada, Susan cuando la recibió no dudó que algo había salido mal y tenía que ver con Duncan, tenía la misma expresión de la noche en que huyó de él. —Su, hay que empacar... —Dijo decidida a la vez que tomaba entre sus brazos a Owen, sacándolo de la carriola. —Tomemos lo necesario. —¿Lo viste? —Interrogó inquieta mientras seguía a Yulia cuando se dirigía a su habitación. —Si, Su... —Tragó grueso. —Volveremos a Rusia. —Querida, tu papá no quiere los peligros que lo rodean para ti. —Es eso o que un lunático nos haga daño. —Refutó exasperada. —Papá nos protegerá. Yulia le entregó el bebé a Susan y se adentró en su habitación, necesitaba hacer una llamada con suma urgencia. Ella sacó un móvil de un lugar oculto de su closet, que estaba destinado solo para comunicarse con su padre. —Zolotse –tesoro-, ¿dime? ¿Olvidaste decirme algo hace un rato? —Comentó cariñosamente tan pronto contestó la llamada. —Papá, necesitamos volver a Rusia lo antes posible. —Pidió sin más con voz temblorosa y desesperada, por lo que él hizo silencio tras el teléfono por unos segundos. —Sabes que no te quiero aquí, por seguridad. —Por favor... por favor... —Sollozó en silencio tapando su boca. —Te he fallado papá, pero necesitamos tu protección. —Dijo entrecortado. —Yulia, ¿qué está sucediendo? —Tengo vergüenza. Siento vergüenza por no poder cumplir tus deseos. Prefiero explicarte todo personalmente, pero ahora, necesitamos con urgencia que nos saques de aquí. —Pequeña, te amo y no me molestaré contigo por nada. —él dio unas órdenes a alguien cercano. —Bien, vayan inmediatamente al aeropuerto, habrá un avión esperándolas que las traerá hasta Suecia, allá nos vemos tan pronto aterricen. —Gracias, papá, con eso será suficiente. Te amo... nos vemos dentro de unas horas. Junto con Susan, Yulia tomó lo necesario para el viaje y lo guardó en una mochila para salir hacia el aeropuerto lo antes posible, no necesitaban muchas cosas, pues, lo que quisiera se lo podría comprar tan pronto llegara a su destino, nada les haría falta. Ella cargó entre sus brazos a Owen, ajustó su mochila en los hombros y abrió la puerta para salir, escoltada de Susan con su equipaje en manos; pero no pudieron dar un paso fuera del departamento al encontrarse en la puerta a un par de hombres y a Duncan plantándose frente a ella. —Veo que tienes prisa, chiquilla. ¿A dónde vas? —Habló con perversidad. —Venía a visitarte. —Lo siento, v-voy a encontrarme con mi prometido. —Respondió helada. Susan temblaba y se delató aún más cuando unas lágrimas se asomaron por las comisuras de sus ojos. Duncan resopló una sonrisa y dio un paso hacia adelante con los hombres detrás de él, haciendo que ellas retrocedieran intimidadas. —Solo será unos minutos... —Comentó riendo. —Por los viejos tiempos, además, quisiera conocer a este jovencito. En ese momento, Yulia percibió que él lo sabía, sabía que Owen era su hijo; así que se encogió de hombros resguardando al bebé y colocando su mano en su cabecita, luego se dio vuelta y se lo entregó a Susan. —Ve a la habitación, no te separes de él, Su. —Demandó en un susurro con ojos tristes y suplicantes. —Te amo, mi luz... —Le dio un cálido beso en la frente. Susan obedeció y se encerró en una habitación con Owen, la escena sucedía ante la mirada burlona de Duncan y de sus acompañantes parados tras él como estatuas a la espera de cualquier orden. —Bien, ¿qué quieres, Duncan? —Inquirió con los dientes apretados. —¿Qué es lo que haces aquí realmente? —Quería verte... —Yo no, nunca más en mi vida. —él ladeó una sonrisa, se tiró en un sofá frente a ella acomodado en la pequeña sala y estiró los brazos de lado a lado sobre el espaldar como si fuera el dueño del lugar. —Te he buscado, chiquilla. Me has hecho falta. —No soy estúpida, Duncan. No es así... —Ella hizo una mueca de burla. —Eres patético, te obsesiona una mujer que intuyo que no te soporta. ¿Cuál será la razón? —Preguntó con ironía. —Para que veas que si me haces falta, te invito a venir conmigo. —¿Y ser una de tus rameras? No, gracias. —¿Es tu última respuesta? —Estoy comprometida. —él soltó una carcajada que retumbó en cada rincón del pequeño departamento. Luego el adoptó frialdad en su expresión y se inclinó hacia adelante para luego golpear la mesita que estaba frente a él, en medio de la salita. —¿Y tú me crees que yo soy imbécil? —Gritó. Él se puso de pie de un solo brinco y la tomó del cuello con fuerza, Yulia apretó su mano intentando quitársela sin lograrlo. —¡No tienes a ningún maldito prometido y ese niñ0 es mío! —Le dijo iracundo, con un rugido. —¡No! No es tuyo. —Protestó con voz débil y lágrimas que inmediatamente empezaron a brotar. —Comprobé una y otra vez que fuera mío antes de nuestro encuentro. —Lo miró con horror. —Si, he seguido tus pasos durante las últimas semanas. La empujó y cayó de rodillas al piso. —No es tuyo. —Negó una vez más y sus labios temblaban. Duncan hizo una señal a uno de sus hombres ordenando que fueran por el niñ0 y ella entró en pánico. —¿Qué harán? —Preguntó temerosa, temblando hasta su último músculo. Duncan colocó con fuerza sobre la mesita ahora frente a ella un frasco de píldoras, a la vez que la sujetaba de la nuca. —¡Nadie me miente y se sale con la suya! —Aseguró con los dientes apretados y apuntándola con el índice de su otra mano. Ella pasó sus ojos del hombre que iba a la habitación hacia Duncan. —¿Serías capaz de hacerle daño a tu propio hijo? —¡Alto! —Ordenó al hombre y éste no dio un paso más. —¿Crees que soy un monstruo capaz de hacerle daño a un pequeño? —Dijo suavizando su expresión. —De eso y mucho más... —Te equivocas, el niñ0 se va conmigo. —¿Qué harás con él? ¡Es mi hijo! —Será un niñ0 sin madre, gracias a la estupidez que hiciste. ¡Y seguiste haciendo! ¡Mintiendo! —La apretó más por la nuca y la inclinó hacia el frasco de pastillas. —¡Tómalas! —¿Y sino qué? —Retó. —¿Le tienes aprecio a la anciana? —Ella abrió sus ojos de par en par y destapó el frasco con manos frías y vibrando de pánico, luego se empezó a tomar las píldoras que le ordenó. —Susan puede cuidar de Owen, sé que tu no lo harás. —Añadió aceptando su destino y pidiendo por ella; sin embargo, sus lágrimas salían involuntariamente. —Pueda que tengas razón... Duncan ordenó a sus hombres que fueran por Owen y Susan. El pequeño lloraba pidiendo a su madre, pero una aterrada y a la vez entristecida Susan lo apretó más entre sus brazos e impidió que viera a Yulia cuando pasaban frente a ella, estando de rodillas, ahora sollozando inconsolablemente viéndolos pasar, sabiendo que era la última vez que los vería y no podría verlo crecer. El efecto de las drogas que Duncan le había dado a Yulia empezaron a dar resultados, ella se adormecía poco a poco ante sus ojos y él esperaba pacientemente. —¿A dónde lo llevarás? —Indagó en voz baja. —A mi casa de los tesoros, será un pequeño trofeo hasta que tenga edad para servirme. —Él sacó una navaja de su bolsillo, tomó la muñeca derecha de Yulia y pasó el filo sobre ella, ella no pareció sentir nada, ni siquiera parpadeó. —Pronto Charlotte le hará compañía. —Pagarás con sangre lo que hoy estás haciendo... no tienes idea... —Pasó el filo por la otra muñeca. —Esa chica y yo seremos tu perdición. —Aseguró en un timbre de voz que se sintió perverso con sus ojos rojos y húmedos mirándolo fijamente llenos de odio. Por una vez, él sintió remordimiento por algo que estaba haciendo, pero ya no había vuelta atrás. Duncan se enderezó, en silencio limpiando su navaja, no pudo quedarse a ver cómo ella se desvanecía y daba su último aliento, como lo había hecho con otras personas. . Algunas semanas después de esto, Duncan fue por Charlotte y se la llevó a la fuerza pasando por quien fuera para cumplir con su cometido de una u otra manera. Fue siendo prisionera de aquel despiadado hombre que ella conoció a Owen, en una lujosa y recóndita mansión; ese pequeño rubio de ojos color celeste como los suyos que la cautivó desde primer momento y por quien sintió una gran pena al suponer lo que había sucedido con su madre; fue una conexión inexplicable a primera vista, él se resguardó entre el calor de sus brazos y ella lo amó desde ese entonces. Tras la caída inminente de Duncan, ella y Liam lo acogieron como su hijo, sin mirar cuánto daño les hubiera hecho su padre biológico, él era solo un inocente entre aquella tempestad. La primera versión policial de la mu€rte de Yulia había sido suicidi0, pero su padre no creyó en tal cosa y estaría dispuesto a encontror al culpable. Vlad Kozlov era el rey de los bajos mundos de Rusia, un hombre sanguinario que había mantenido su poder por más de 40 años gracias a su cru€ldad, pero que era entregado y totalmente diferente con su familia; sin embargo, sus seres queridos fueron as€sinados tras un atentado por parte bandos enemigos y en donde la única sobreviviente fue Yulia. Fue entonces cuando él decidió sacarla de Rusia y tomar medidas para su protección, alejada de ese mundo, con un apellido diferente. Deseaba que tuviera una vida normal y tranquila. Luego de unos pocos meses, Vlad dio con el hombre culpable de todo, pero se hallaba en una prisión de máxima seguridad; él quería as€sinarlo sin piedad, solo tenía eso en mente, necesitaba ver la sangr€ de ese ser en sus manos. Fue cuando se topó con una curiosa mujer que impediría su mu€rte, porque eso significaría liberarlo de todo lo que debía pagar. Ella era Charlotte. Vlad se llevó una gran sorpresa cuando la conoció, por sus rasgos muy parecidos a los de su difunta hija; pero la impresión más estremecedora fue saber que ella dejó a un hijo. Yulia nunca le habló de aquello por lo que estaba pasando por temor a defraudarlo. —Él es mi nieto, mi única sangre, lo que queda de mi linaje, podría arrebatárselos de la única forma que sé, porque estoy seguro de que ustedes no querrán dármelo fácilmente si se los pido; pero sería egoísta de mi parte si lo llevo conmigo, su vida siempre estaría pendiendo de un hilo a manos de mis enemigos. Deseo que tenga una vida normal y pacífica, no quiero esta vida para nadie a quien ame. —Dijo el Vlad a los Meyer. —Las puertas de esta familia, de esta casa están abiertas cada vez que quieras verlo. Eres bienvenido a ser parte de su vida.
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