Era las 10 de la mañana y el móvil de Amelia sonaba sin parar, ella estaba dormida profundamente. Al quinto intento ella escuchó lejanamente el tono y abrió sus ojos de un solo golpe. —¡Hus! —Rodó torpemente sobre la cama, tomó de un zarpazo su móvil y contestó sin mirar. —Si, dígame... —¡Amelia Bustamante! ¿Cómo es que llegaste anoche a Barcelona y hasta ahora es que nos estamos enterando? —Recriminó Caroline desde el otro lado de la bocina. —¡Caro! Eres tú... —Dijo avergonzada con ella misma, entretanto se frotaba la sien con las yemas de los dedos por un fuerte dolor de cabeza que empezaba a hacerse notar tras su despertar. —¿Cómo es que...? —Tío Albert me preguntó hace un rato si nos sorprendimos cuando te vimos llegar. ¿Y qué crees? ¡Su pregunta fue mi sorpresa! No supe qué de

