boda
Bodas para muchos son sinónimo de amor, entrega y devoción; para otros, sinónimos de poder y dominación.
Sus miradas no eran las de unos novios enamorados. Ante una boda repentina, sus miradas eran de desdén, principalmente la del novio, quien había sorprendido a su madre con la noticia de aquella boda con esa mujer que había visto por primera vez en su vida.
—Sonríe y demuéstrale a todos lo feliz que estás de casarte conmigo —pidió Dasha Novikov.
Pero, en cambio, el desdichado novio endureció más sus facciones.
—No soy tu maldito perro, y no vas a controlar hasta cuándo debo sonreír. Conformate con haberme hecho ceder ante esta mierda.
La mujer sonrió, sabiendo que su conversación había llamado la atención de los presentes, quienes estaban sorprendidos ante aquella repentina boda del soltero más codiciado: Andrei Ivanov, oligarca ruso con billones y billones de dinero en sus cuentas bancarias y miles de empresas petroleras, entre otras.
El imán que estaba al tanto de aquella boda de conveniencia recitaba aquellas palabras mientras la pareja se aniquilaba con la mirada. Y el novio le decía a la novia lo desdichado que era por aquel evento al que estaba siendo obligado.
—Voy a hacer de tu vida un maldito infierno —le dijo, haciéndola sonreír—. No le tengo miedo a lo que eres ni a tu maldito apellido, que solo traería escándalo al mío de quedar al descubierto cuál es tu verdadera identidad. Si cedí a esto es por lo que tienes que a mí me interesa.
—Una vida que puede irse con un solo chasquido de mis manos si no cooperas —le dijo—. Voy a matar a cada m*****o de tu familia, empezando por ella, si no te comportas. No abrirás la boca y, si intentas algo en mi contra, tus queridas empresas y apellido se verán manchados por el mío. Entonces, ambos viviremos nuestro feliz y bendito matrimonio en prisión . ¿Puedes imaginarlo?
La sola idea le caló los huesos. Esa perra era astuta; lo había envuelto muy bien. Había sido muy inteligente al mover las fichas del ajedrez que estaban jugando, en la que ella, con cada palabra y acción, parecía hacerle jaque mate.
Debía buscar una manera de salir de esa situación, pero la muy maldita tenía documentos que implicaban sus empresas con activos e ingresos de socios fantasma, con sus malditas firmas reales. lo había engañado como a un niño.
Y, para colmo, tenía a su hermana secuestrada, obligándola a ceder ante aquella boda bajo la amenaza de matarla si no lo hacía, cosas de las cuales la creí capaz.
La había visto degollar a un hombre que doblaba su tamaño sin ningún esfuerzo. La perra estaba loca.
—Casados hasta que la muerte nos separe —le susurró, colocando su anillo.
—O el divorcio —respondió él, para luego verla sonreír.
—Eso ya lo veremos.